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Agentes de la Ertzaintza sacan al detenido del gimnasio. / Luis Calabor | Vídeo: Atlas
El maestro shaolín confiesa el asesinato de una mujer la semana pasada
el templo de los horrores

El maestro shaolín confiesa el asesinato de una mujer la semana pasada

La Policía científica investiga si los huesos son humanos, lo que añadiría otras posibles víctimas a manos del experto en artes marciales, que ayer presuntamente torturó y dejó en coma a una prostituta

A. DE LAS HERAS

Martes, 4 de junio 2013, 21:19

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Ada, de 29 años y natural de Kenia. Esos son los datos de la mujer que se encuentra en estado de coma en el hospital de Basurto de Bilbao después de ser torturada ayer supuestamente por Juan Carlos Aguilar, un conocido maestro shaolín, habitual de las televisiones por ser el primer occidental en acceder a este grado. Ada, que ejerce la prostitución, lleva viviendo varios años en España, según han informado sus allegados. Su estado sigue siendo "extremadamente grave", han confirmado este medidodía los mandos de la Ertraintza.

La Policía autonómica, entretanto, ha encontrado restos óseos, presuntamente humanos, en el gimnasio de artes marciales Zen4 de la calle bilbaína Máximo Aguirre y en el piso del supuesto agresor, que fue detenido ayer. Aguilar, de 47 años, habría confesado a los agentes ser el autor del asesinato de otra prostituta la pasada semana. El cadáver, según su testimonio, habría sido descuartizado. De hecho, la Ertzaintza investiga la naturaleza de los abundantes restos orgánicos encontrados bajo el tatami del gimnasio y, al parecer, también en su domicilio, mientras buzos rastrean el fondo de la ría, a la altura del barrio de Deusto, siguiendo supuestamente las indicaciones del sospechoso.

La búsqueda de más pistas llevó a la Policía autónoma vasca a retirar para su posterior inspección los contenedores de basura de las inmediaciones del establecimiento deportivo la misma noche del domingo. Coches policiales escoltaron los camiones de basura hasta un apartado del vertedero de Castrejana, donde agentes de la Policía Científica investigan ahora si contienen posibles restos humanos.

En rueda de prensa celebrada en la comisaría de Erandio, el viceconsejero vasco de Seguridad, Josu Zubiaga, el director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, y el jefe adjunto de la Ertzaintza, Lucio Cobos, han reconocido que los restos se encontraban en bolsas, pero "no estaban ocultos y se podían encontrar". "No se puede determinar el número de cadáveres a los que pueden pertenecer. La Policía Científica está trabajando en ello y además se está buscando en más sitios", han indicado. En este sentido, han advertido de que se está a la espera de que los informes forenses puedan confirmar "si son restos humanos y el número de personas a que pertenecen".

Entretanto, la "hipótesis" con que se trabaja y "los datos" de que se disponen determinarían que el detenido ha actuado solo, así como que se trata de una "investigación larga y de la que se está lejos de sacar conclusiones". "No nos consta que el arrestado tuviera antecedentes por hechos violentos", ha señalado la Policía vasca, quien tampoco ha confirmado si se encuentra en tratamiento psiquiátrico, aunque es algo que "se está tratando de esclarecer".

Maniatada e inconsciente

El caso se destapó ayer, sobre las 15.40 horas. Una viandante que caminaba por la calle Máximo Aguirre observó a una mujer que gritaba mientras un hombre la arrastraba por los pelos al interior del gimnasio, ubicado en el número 12. La testigo comunicó el hecho a la Ertzaintza y varias patrullas se presentaron en la dirección indicada. La puerta estaba cerrada, por lo que los agentes la echaron abajo con mazas. La rápida intervención de los policías y de los sanitarios que acompañaban el dispositivo salvó de la muerte a la mujer.

En una primera inspección, no encontraron a nadie, pero luego se toparon con una escena macabra. El interior del gimnasio está decorado como un templo shaolín, con lanzas y espadas. El presunto agresor tenía retenida a Ada en una habitación reducida, de metro y medio por dos metros, en la que había un camastro, una bañera con agua y un pequeño escritorio, según indicaron fuentes cercanas al caso. La víctima estaba inconsciente, maniatada y acurrucada en el suelo. Junto a ella, sujetándola, vestido únicamente con un pantalón de chándal, su agresor. Ella tenía golpes y heridas por todo el cuerpo. Se encontraba atada con cinta adhesiva y sus muñecas y tobillos estaban embridadas.

Los especialistas sanitarios comprobaron que estaba en parada cardiorrespiratoria, prácticamente muerta. No tenía pulso ni respiraba. Hicieron falta más de treinta minutos minutos para reanimarla. Fuentes médicas explicaron que un intento de asfixia puede impedir que llegue oxígeno al cerebro y desencadenar un coma que ocasione la muerte en menos de diez minutos. Intubada y cubierta por una manta térmica, la paciente fue trasladada en una UVI móvil de Osakidetza a Basurto. Allí tuvieron que volver a reanimarla. Su evolución en las primeras 24-48 horas será vital: si durante ese plazo no se producen complicaciones, es muy posible que la víctima salga adelante, aunque los expertos no descartan que pueda sufrir secuelas.

No ofreció resistencia

La Ertzaintza arrestó al individuo que se encontraba con la víctima como presunto autor de la salvaje agresión. No ofreció resistencia. Fuentes cercanas al caso señalaron que la víctima ejerce la prostitución en la calle General Concha y que Juan Carlos Aguilar podría haberla recogido en este punto para llevarla al gimnasio, donde presuntamente la sometió a torturas. Los agentes trasladaron al detenido, con la cabeza cubierta por una camiseta rosa, hasta los calabozos de la comisaría de Ibarrekolanda, mientras especialistas de la Policía Científica, la Unidad de Investigación Criminal y una comitiva judicial, con un magistrado y un forense, acudían al gimnasio.

Los vecinos del bloque ubicado junto al local habían llamado la noche anterior, sobre las 23.30 horas, a los Bomberos por "un conato de incendio". Sentían un fuerte olor a humo procedente del bajo, donde se ubica Zen4. Un equipo de extinción accedió al interior por una claraboya y comprobó que no había fuego, aunque encontró incienso y bolas para perfumar "como si fuera un ritual", relataron los vecinos. El local, propiedad de otro maestro judoka, había sido arrendado al acusado hace "dos o tres años, y nunca nos ha dado problemas", indicaron. Ahora se sospecha que quizá la humareda fuese producto de un intento de deshacerse de las pruebas.

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