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MIKEL ITURRALDE
Lunes, 2 de septiembre 2013, 11:12
Casi como una cuestión de Estado, y sin demasiado ruido, uno de los últimos TER 9710 (Tren Español Rápido) que se conservan será sometido a un proceso de rehabilitación en un taller especializado con el objetivo de ponerlo en circulación para realizar recorridos turísticos por Madrid. Ángel Martínez Herrero, alcalde de Buitrago del Lozoya y que preside, además, el Grupo de Acción Local de la Sierra Norte de Madrid (Galsinma), dirige este proyecto, para el que cuenta con fondos europeos y otras contribuciones. El Museo del Ferrocarril de Delicias (Madrid) apoya la iniciativa para recuperar el Tren Español Rápido, que guardaba hasta hace pocas semanas en la capital la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril (Asvafer) a ellos se debe su buen estado de conservación.
El Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) publicó el 29 de julio el anuncio del concurso de adjudicación de un contrato «para restaurar y poner en orden del marcha el automotor diésel TER 9710 para su uso como tren turístico de la Sierra Norte de Madrid». La rehabilitación del automotor costará 235.780,60 euros. Según el anuncio oficial, el vehículo será sometido a «reparación de caja, motor diésel y transmisiones; reparación de rodaje y suspensión, elementos auxiliares bajo bastidor; frenos, electricidad, aire acondicionado, interiorismo, chapa y pintura, pruebas en vía y plan de mantenimiento».
Martínez Herrero persigue este proyecto desde hace tiempo. Como ha confesado en más de una ocasión, su objetivo es fomentar el turismo en la zona de Buitrago fronteriza con Segovia para ayudar al desarrollo local y usarlo como reclamo para los turistas. El regidor cree que un recorrido en tren histórico desde Madrid sería algo envidiable. «Para la Sierra Norte, ver circular de nuevo un TER por la línea Madrid-Burgos es de tal importancia, a nivel económico y simbólico, que siempre hemos pensado que sería posible contar con este material», explica.
«Una joya del patrimonio»
El alcalde lo precisa con rotundidad en su blog: «El proyecto consiste en poner en marcha un TER de los años 60, una joya del patrimonio ferroviario español, como un tren turístico, y hacerlo circular de nuevo por la Madrid-Burgos, haciendo recorridos desde Chamartín a Robregordo. Para ello hemos encontrado un gran apoyo en todo el mundo relacionado con el ferrocarril, Renfe, Adif, las asociaciones, el Museo del Ferrocarril de Madrid».
En el Museo de Delicias, los planes de Martínez Herrero resultan más que convincentes. Carlos Abellán Ruiz, que dirige el museo, habla con entusiasmo de la recuperación del TER y cree en la seriedad del proyecto. Su antecesor en el cargo, Miguel Muñoz Rubio, casi había apalabrado la cesión del TER 9736, vehículo gestionado en los últimos años por la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Bilbao, pero propiedad del Museo de Madrid. El automotor no está operativo y necesitaba una gran reparación; es decir, la inversión para ponerlo en marcha sería considerable. Cambio de planes y nuevamente apoyo oficial. Los ojos de Martínez Herrero y Abellán Ruiz se fijaron en la Base de Mantenimiento Integral (BMI) de Valladolid, el depósito donde el TER 9710 permanecía estacionado y servía a los intereses de Asvafer. El vehículo estaba en mejores condiciones para poder volver al servicio activo.
En servicio hasta 1994
El automotor italiano, en un estado bastante aproximado a su origen, con enganche Scharfenberg y furgón de equipajes, realizó su último servicio comercial el 28 de enero de 1994, aunque después hizo varios viajes especiales, los primeros organizados por el Museo del Ferrocarril de Madrid-Delicias y el resto por la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril. El acuerdo de las tres entidades ha permitido sacar a concurso la oferta de rehabilitación, tarea que presenta ciertas dificultades porque no hay muchas empresas que cumplan los requisitos exigidos para la recuperación del TER.
La adjudicación del contrato se conocerá en breve y el plazo de entrega del viejo convoy 9710 ya restaurado será de seis meses.
Azules por dentro y por fuera
Los trenes TER llegaron a España a finales del año 1964, cuando fueron construidas las 16 primeras unidades en Italia por Fiat, entre ellas la 9710 que conservaba hasta ahora la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril (Asvafer). Eran, en aquella época, «los trenes más confortables que circulaban por España después de los talgos, ya que también estaban dotados de aire acondicionado», según explican fuentes de Asvafer.
El TER 9710 preservado por la asociación vallisoletana fue el único que conservó los colores de origen hasta el final y por ello fue apodado como 'El último pitufo', en alusión a sus tonos azules interiores y exteriores.
A los trenes TER (Tren Español Rápido) en un principio se les llamó TAR (Tren Automotor Rápido) y se les cambió el nombre para no ser confundidos con los TAF (Tren Automotor Fiat).
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