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Alejandro Jornet, en el suelo, encarna a Lear. :: fran jiménez
FESTIVAL DE OLMEDO

Un lear mayúsculo que descansa en sus intérpretes

ROSA SANZ HERMIDA

Sábado, 27 de julio 2013, 20:40

Si despojáramos esta nueva puesta en escena del 'Rey Lear' de algunas de las licencias innecesarias, a mi entender, por las que opta Ximo Flores, esta versión sería mayúscula pues, entre otros de sus muchos ingredientes, reúne un elenco formidable en papeles protagónicos, empezando por el del propio Lear.

La historia es conocida: un rey que, tras abdicar del trono, reparte su reino entre sus tres hijas, tras lo cual verá convertida en despojos toda su herencia afectiva, política y material. En la adaptación del director de escena valenciano, el magnate Lear lega su empresa a sus hijas y decide dedicar su vida se al golf y la vida golfa. Ésa es la mayor divergencia entre el personaje shakespereano y el concebido por Flores.

A su vez, a la codicia de Gonerill, Regan, Cornwall y Edmund se añade en esta versión la lujuria, que alcanza tintes sadomasoquistas en Regan y Cornwall; Cornelia será violada antes de morir; Lear mantendrá relaciones homosexuales. Si bien esta reiteración de los vicios sexuales aumenta el grado de depravación moral, ¿por qué cargar tanto la mano en ellos, y por qué mostrarlos de forma detallada cuando otras escenas fuertes de la obra las de violencia se fingen (aumentando, por cierto, su escabrosidad)? ¿Consiste en esto traducir a Lear a un lenguaje más cercano a la sensibilidad actual convirtiéndolo en más «mediterráneo»?

Por lo demás y por fortuna, el 'Rey Lear' de Ximo Flores transmite lo sustancial de la tragedia inglesa, con toda su intensidad, desde una potente construcción escénica.

La doble línea de acción se realiza dividiendo escenario en dos zonas a través de juegos de luz y de la movilidad o el hieratismo de los personajes (que permanecen como imágenes congeladas cuando su parte hace mutis).

Los espacios también se sugieren por la luz, las videoproyecciones, la máquina de humo y la música, un elemento fundamental dentro de la arquitectura escenográfica, que se interpreta la mayor parte del tiempo en directo. De su composición y ejecución se ha encargado el grupo Opus nigrum, en un trabajo compacto, de gran eficacia dramática, en el que prima la sugerencia y evocación más que la descripción.

Hablaba al principio del magnífico elenco de actores que desempeñan papeles protagónicos, y aludía al que caracteriza al rey Lear, Alejandro Jornet, un actor de campanillas, que afronta la complejidad de su personaje desde una madurez y una calidad interpretativa memorables.

En él, como en el personaje que encarna, se puede seguir el viaje iniciático desde la no consciencia de su ser ni del mundo hasta el conocimiento de uno y otro; recorrido que implica un gran desafío interpretativo que Jornet resuelve con convicción. Tan creíble como el rey Lear es Cornwall, personaje siniestro y perverso, defendido con solvencia por Jerónimo Cornelles; su compañera de reparto, Silvia Valero, da vida a una Gonerill malvada y despiadada, más sólida que Lorena López (Regan). Prometedor el joven Tamariz y mejor Puchades en las partes trágicas.

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