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Instantánea de la ceremonia oficial de fusión entre Falange Española y las JONS en el Teatro Calderón el 4 de marzo de 1934.
La trágica puesta de largo del fascismo español en Valladolid

La trágica puesta de largo del fascismo español en Valladolid

El 4 de marzo de 1934 se escenificó la fusión entre Falange y las JONS en el Teatro Calderón; tras el acto estalló una lucha callejera en la que fue asesinado el estudiante Ángel Abella

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Domingo, 24 de marzo 2019, 17:00

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Onésimo Redondo había sido el encargado de prepararlo como la escenificación de una nueva etapa en el devenir del fascismo español, como una exhibición de fuerza en toda regla. Y así se hizo. Es más, para desdicha de esta ciudad, aquel acto acabaría convirtiéndose en uno de los argumentos más manidos para difundir el 'sambenito' de 'Fachadolid'. Ocurrió hace 85 años, concretamente el domingo, 4 de marzo de 1934, a las once de la mañana. El Teatro Calderón fue el escenario escogido por los líderes fascistas para hacer pública la unión entre la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera y las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas de Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo.

Como bien señala Matteo Tomasoni en su magnífica biografía de Redondo, titulada 'El caudillo olvidado' y publicada en 2017 por la editorial Comares, la decisión unificadora había sido adoptada por el Consejo Nacional de la JONS un mes antes, no en vano hasta el mismo Ledesma creía que era la mejor manera de «ampliar las bases y el radio de acción de las filas fascistas». Redondo, aunque reacio en un principio, al final aceptó. Y quedó encargado de preparar el acto.

Aquel 4 de marzo de 1934 acudieron a Valladolid jóvenes de toda España; en total, cerca de 5.000. Con el Teatro Calderón a rebosar, Javier Martínez de Bedoya y Emilio Gutiérrez Palma dieron paso a los principales oradores: Julio Ruiz de Alda, Onésimo Redondo, Ramiro Ledesma Ramos y José Antonio Primo de Rivera.

Policía a caballo patrullando las calles el 4 de marzo de 1934.
Policía a caballo patrullando las calles el 4 de marzo de 1934.

Redondo cargó contra los socialistas Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto, aseguró que España se encontraba «amenazada por las fieras rojas y el separatismo», y abogó por incorporar a la doctrina fascista «un espíritu hispano, francamente hispano, para no aparecer como imitadores», poniendo en el centro de la nueva formación a los labradores y advirtiendo de la necesidad de no aparecer como partido político.

El combate «por la unidad de España» inspiró el discurso de Ledesma Ramos, para quien era necesario «batirse con las organizaciones marxistas para destruirlas y arrebatarlas las masas», mientras Primo de Rivera dibujaba una España partida en tres pedazos: los separatismos locales, los partidos políticos y la lucha de clases.

El líder de la formación también se refirió a la inspiración castellana de FE-JONS, rememorando «lo que esta misma ciudad de Valladolid decía en una carta al emperador Carlos V en 1516: 'Vuestra alteza debe venir a tomar en la una mano aquel yugo que el católico rey vuestro abuelo os dejó, con el cual tantos bravos y soberbios se domaron, y en la otra, las flechas de aquella reina sin par, vuestra abuela doña Isabel, con que puso a los moros tan lejos'.(…) Así, nosotros, bajo el signo del yugo y de las flechas, venimos a decir aquí mismo, en Valladolid: ¡Castilla, otra vez por España!».

Lucha callejera

No por previsibles, los combates callejeros ocurridos a la salida del acto fueron menos impactantes. La documentación del Juzgado de Primera Instancia, que custodia el Archivo Histórico Provincial, muestra la secuencia de la violencia. Todo comenzó hacia las doce y media, nada más abrirse las puertas del Teatro. Un par de disparos dieron paso a la lluvia de piedras y bolas de hierro lanzadas desde el edificio situado sobre el Café Katiuska, en la calle Libertad. Los guardias de asalto respondieron con disparos al cielo y dirigiendo al público asistente hacia la Plaza del Portugalete.

Francisco Calle Blanco, el único encarcelado por la muerte de Ángel Abella.
Francisco Calle Blanco, el único encarcelado por la muerte de Ángel Abella.

Al mismo tiempo, las calles adyacentes, incluidas la Acera de San Francisco, la Plaza Mayor y la de la Rinconada, se convirtieron en improvisado recinto de combate entre fascistas e izquierdistas. Estos últimos, incitados por un «comando de acción» liderado por Eusebio González, Luis Gutiérrez y Víctor Valseca, se desplegaron en grupos dando vivas al marxismo y mueras al fascio, a José Antonio Primo de Rivera y a José María Gil Robles. Las pruebas testificales dan cuenta de agresiones con palos y porras de hierro que se repartieron en los alrededores del Ayuntamiento; también, de los disparos procedentes del edificio que albergaba el Círculo Mercantil, esquina con la calle Leopoldo Cano, y de otros tejados adyacentes.

Ese mismo día tuvieron que ser atendidos cuatro heridos por arma de fuego: Ramón Arias, de 19 años, alcanzado en la pierna; el albañil Víctor de la Cruz, de 26 años, en el pie derecho; Emilio García, de 25 años, a quien los disparos alcanzaron en el brazo izquierdo y en la región pectoral derecha; y el capitán de infantería retirado Emilio Alvargonzález Matalobos, de 55 años, herido en la pierna izquierda. A su vez, el albañil Victoriano Rodríguez, de 23 años; el obrero Román Moyano, de 49; Teodoro Gómez, labrador de 55 años; el estudiante de Medicina Luis Vega, de 22 años; y los labradores Aurelio González, de 22 años, y Antonino González Gómez, de 35, fueron atendidos por contusiones de diversa consideración.

Mucho más dramático fue el caso del estudiante de Medicina de 18 años Ángel Abella García, sin filiación política, a quien varios individuos, creyéndole simpatizante del fascismo, le propinaron tal paliza en la calle Zapico, cuando caminaba en compañía de Alejo Rodríguez, que quedó inconsciente en el suelo. Poco después de su muerte, ocurrida el 6 de marzo en el Hospital Provincial, fueron detenidos el maestro nacional Francisco Calle Blanco y el mecánico Luis Rubio Lentijo, acusados del delito.

Únicamente Calle, natural de Tudela de Duero, de 19 años, con ideas libertarias y presidente de la Federación Universitaria Escolar (FUE), fue declarado culpable por el Tribunal de Urgencia y condenado a 14 años, 8 meses y un día de reclusión, y a pagar una indemnización de 25.000 pesetas a los herederos de Abella. Para evitar posibles represalias, en junio se ordenó su traslado al penal de Chinchilla y, posteriormente, al del Dueso. «Yo había estado la mañana del homicidio en la Escuela Normal, haciendo gimnasia y después charlando en el portal con mi novia, pero se me envolvió en el asunto y me metieron en la cárcel», confesaba en junio de 1935 a la prensa; «vino el proceso y aparecí culpable a los ojos del fiscal, que no tenía pruebas para condenarme. El pueblo de Valladolid, las mujeres, mis amigos, hasta algunos pequeños burgueses que creían en mi inocencia se lanzaron a la calle en una respetuosa manifestación para pedir mi libertad. Todo fue inútil».

A finales de febrero de 1936, una vez verificado el triunfo de las izquierdas en las elecciones del día 16, Calle pudo acogerse a los beneficios del decreto-ley de amnistía aprobado el 21 de febrero por la Diputación Permanente de las Cortes y fue puesto en libertad.

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