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La vallisoletana Maria Fradejas entrega los medicamentos a Ahmed Bouzid, director del hospital de Auserd, y Salke Ahmed, jefe de Enfermería. VÍCTOR VELA
Una tirita de medicamentos vallisoletanos para aliviar la herida de un hospital del desierto

Una tirita de medicamentos vallisoletanos para aliviar la herida de un hospital del desierto

EN LOS CAMPOS DE REFUGIADOS DEL SAHARA (II). LA MEDICINA ·

La vallisoletana Marisa Fradejas entrega en los campos de refugiados del Sahara medicinas, material escolar y ropa, conseguida con la ayuda de sus amigos

Víctor Vela

Valladolid

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Miércoles, 23 de octubre 2019

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La farmacia del hospital regional de Auserd (campo de refugiados saharaui con 37.000 habitantes) es un cuartucho cerrado con llave, sus paredes malpintadas de azul cielo, alicatadas hasta la mitad, con chorretones de pintura que se adentran en los azulejos (con esa amenaza silenciosa con la que avanzan los dolores de cabeza), y unos carteles rosáceos –escritos en español– que sirven para agrupar los medicamentos. Aquí los analgésicos, allí los antinflamatorios, a este lado las agujas de insulina, luego las suturas, los anestésicos, los paquetes de material para los «ojos, cortisona, partos, BZP».

«Siempre estamos faltos de medicinas, el suministro depende de la ayuda internacional», reconoce Ahmed Bouzid, director de un centro hospitalario que abrió sus puertas en 1986. Aquí trabajan cinco médicos de familia, trece enfermeros, un especialista digestivo. Aquí tienen servicio de rayos x, laboratorio tres días a la semana, urgencias vespertinas. Aquí, «en esta tierra tan difícil», luchan para pasar consulta en unas «condiciones muy duras...» y, en ocasiones, con falta de medicamentos.

Por eso, esta partida de material sanitario que acaba de llegar desde Valladolid es tan importante. Son kilos y kilos de vendas, tiritas, parches de morfina, ibuprofenos, jeringuillas o paracetamoles que Marisa Fradejas ha traído embutidos y empaquetados en una bolsa de deporte azul.

Vecina de Zaratán, responsable de un despacho de seguros en Parquesol, Marisa decidió celebrar sus 50 años con una fiesta especial.Convenció a sus amigos de que no necesitaba nada. Les dijo que ni un solo regalo. Que ni ropa, ni perfumes, ni zapatos o paquetes de vacaciones. Les pidió que todo con lo que tenían pensado obsequiarle por su cumpleaños lo convirtieran en material solidario que llevar a los campos de refugiados del Sahara. Y después, Marisa animó a sus clientes, consiguió fondos de empresas colaboradoras, reunió todos estos kilos que acaba de entregar al hospital de Auserd, pero también material escolar para una guardería, camisetas para los niños que juegan al fútbol en la calle, maquillaje y productos de higiene para la asociación de mujeres de la zona, semillas con productos resistentes a las extremas temperaturas del desierto.

Llevó Marisa al Sahara  un cargamento de solidaridad y recibió a cambio millones de gracias y sonrisas.

Un cartel a la entrada del hospital informa de los servicios y coberturas médicas.
Un cartel a la entrada del hospital informa de los servicios y coberturas médicas. V. V.

«El año pasado caí enferma. Me diagnosticaron artritis reumatoide. Está controlada, pero es degenerativa. Y requiere de atención para estabilizarla. En situaciones así es cuando te das cuenta de la suerte que tienes de vivir en un país como el nuestro. Y te das cuenta de que hay gente que no tiene ni tan siquiera lo básico», explica. Por eso, decidió convertir su cumpleaños en un festival solidario. «Contraté un grupo de música, invité a mis amigos a comer y a beber, lo pasamos bien. Y les pedí que todo el dinero que tenían pensado gastarse en regalos lo destinaran a una ONG. En el mundo hay muchos frentes abiertos, como la crisis migratoria del Mediterráneo, los refugiados de Siria. Pero hay problemas que, como llevan tanto tiempo enquistados, parece que ya nos hemos acostumbrados a ellos». Por eso eligió la causa saharaui. En total, entre regalos y donaciones, consiguió 1.400 euros. Y buena parte ha llegado a este hospital de Auserd en forma de medicamentos.

«Hay veces en las que, por falta de medios, no podemos ofrecer una atención adecuada», explica Mohamed Lamin Bachir, médico de Urgencias. Estudió (como tantos doctores saharauis) la carrera en Cuba, en Cienfuegos. Yhace dos años regresó a su tierra natal, con el objetivo de mejorar la atención pediátrica en su comunidad. Su día a día bascula entre la atención a los enfermos crónicos (sobre todo diabetes, hipertensión, asma, problemas respiratorios), con las vacunaciones infantiles (se alcanza al 96,2% de los niños)y las patologías y urgencias, como accidentes de tráfico («cada vez hay más») y «muchas quemaduras: todos los saharauis tienen una huella en su piel de las heridas que han sufrido al preparar el té».

Arriba, el doctor Mohamed Lamin Bachir, en la sala de urgencias. Debajo, consulta de ginecología y medicamentos en la farmacia del hospital de Auserd. V. V.
Imagen principal - Arriba, el doctor Mohamed Lamin Bachir, en la sala de urgencias. Debajo, consulta de ginecología y medicamentos en la farmacia del hospital de Auserd.
Imagen secundaria 1 - Arriba, el doctor Mohamed Lamin Bachir, en la sala de urgencias. Debajo, consulta de ginecología y medicamentos en la farmacia del hospital de Auserd.
Imagen secundaria 2 - Arriba, el doctor Mohamed Lamin Bachir, en la sala de urgencias. Debajo, consulta de ginecología y medicamentos en la farmacia del hospital de Auserd.

«Nuestro sistema sanitario es frágil. Depende de las ayudas externas de las ONG y de los gobiernos de otros países. Y esas aportaciones no son fijas. El año en el que hay una catástrofe humanitaria en otro país del mundo, baja la ayuda que llega aquí», explica Mohamed Lamin Deddi, ministro de Salud Pública, quien hace lista de las necesidades de un territorio en el que viven cerca de 200.000 personas y que cuenta con dos hospitales quirúrgicos, cinco centros regionales y 29 dispensarios locales.

«Nuestro primer gran problema es la falta de motivación del personal sanitario (1.225 personas entre médicos y enfermeros). Están bien formados, pero prefieren trabajar en otros países porque allí cobran más o tienen más material para hacer su trabajo», asegura el ministro saharaui, quien añade que se requieren medicamentos («no se llega a los tres cuartos de lo que necesitamos»), equipamiento, medios de transporte (ambulancias) y una adecuada alimentación como base para prevenir enfermedades. El estudio de su ministerio dice que la primera causa de morbilidad son las enfermedades respiratorias, seguida de las dermatológicas, vinculadas con las duras condiciones del desierto.

Los casos más graves (relacionadas sobre todo con el cáncer)se derivan, a través de convenios, a hospitales de Argelia y de España, donde se ha llegado a acuerdos con Cataluña, Asturias, Valencia y Castilla La Mancha.Aquí, en Castilla y León, se estudia cómo articular esta atención médica. El Ayuntamiento de Valladolid ya ha ofrecido viviendas sociales, agilidad en el empadronamiento y ayudas de emergencia para aquellos pacientes saharauis que pudieran llegar a la ciudad para recibir un tratamiento, explica la concejala de Servicios Sociales, Rafi Romero.

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