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En el escaño del Ayuntamiento de Valladolid en 1979 tras ganar las primera elecciones democráticas. Archivo El Norte

Lo siento por todos

La suma de votos del Partido Socialista y el Partido Comunista concedieron a Bolaños, en abril de 1979, la mayoría suficiente para gobernar

Viernes, 2 de noviembre 2018, 23:51

En aquellas inciertas elecciones de 1979 estaba todo por inventar. Nadie suponía que la ola socialista alcanzara tierra adentro. Aquella noche del 3 de abril, socialistas, centristas y populares asistían a una inédita fiesta electoral en los estudios de Radio Valladolid. Allí, políticos y periodistas, tanto de la radio como de El Norte de Castilla, entonces en el mismo edificio, con Rafa González Yáñez, Germán Losada, los directores Altés y Machado, habían seguido el recuento electoral y sus resultados. Y allí, a media noche, se enteraron con incredulidad que Valladolid era para la izquierda. La suma de votos del Partido Socialista y el Partido Comunista concedían la mayoría suficiente para gobernar. Aquella noche a Rodríguez Bolaños le cambió el rostro y comenzaban a salirle las primeras canas. Abandonaba la calle Montero Calvo como alcalde tras haber entrado como candidato con dudas.

El primer mandato fue brillante y desconocido. Había concordia, participación y respeto. Bolaños tenía una forma de gobernar integradora tal como era, de igual a igual, de respeto, que marcó aquellos años llenos de sueños que poco a poco se fueron cumpliendo. La construcción del nuevo estadio Zorrilla para el Mundial del 82 salió adelante sin dinero y sin comunidades autónomas. Se solicitó al Gobierno de la nación permiso para endeudarse y llevar adelante el proyecto ante la incredulidad de tantos.

Fue un alcalde que deja huella. Carismático, como reconoce su sucesor Javier León de la Riva. Contribuyó, sin vanagloriarse de ello, a la restauración de las libertades democráticas en Valladolid y lo hizo desde el propio convencimiento de la pertenencia a un estilo político que ya no existe, intuitivo e independiente donde el partido no lo era todo.

Fue muy generoso, hizo muchos favores sin esperar ni siquiera el agradecimiento. Siempre dispuesto a dar su apoyo y consejo. Supuso para los periodistas una etapa de facilidad y transparencia que hoy se observa con admiración. Se va un imprescindible en el momento en el que más faltan personas como él.

Lo siento mucho por todos.

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