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Sanitarios con los trajes de protección en Cidaut. A la derecha, una ambulancia entra en el centro y los ingenieros que no dieron positivo, en el taxi en dirección Madrid. Alberto Mingueza / Juan J. López
Coronavirus Valladolid: «Me sentí muy mal al saber que era el primer caso de covid en Valladolid»

«Me sentí muy mal al saber que era el primer caso de covid en Valladolid»

El ingeniero iraní Madhi Seyfi, diagnosticado cuando estaba de visita en Cidaut, relata cómo vivió el 27 de febrero: «Fue horrible, pero tengo buen recuerdo de la ciudad; me gustaría volver», dice

Eva Esteban

Valladolid

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Domingo, 31 de mayo 2020, 08:28

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Jueves, 27 de febrero. La nomenclatura de la covid-19 aún suena lejana en tierras castellanas y leonesas. Tras varias semanas oyendo hablar del brote epidemiológico, la provincia registra su primer caso positivo. El protagonista involuntario de esta historia es Madhi Seyfi, un ingeniero iraní de 28 años que llegó a la ciudad el domingo por la noche junto a cinco compatriotas para concluir un ensayo en la Fundación Cidaut, en el Parque Tecnológico de Boecillo. Permanecerían alojados en el hotel Felipe IV de Valladolid hasta el viernes 28, momento en el que tenían programado su vuelo de vuelta a Teherán, pero tan solo cuatro regresarían a casa en la fecha prevista.

Aquella mañana, los profesionales iraníes llegaron a Cidaut en torno a las nueve y media. Misma hora que en las jornadas previas. Si todo iba bajo lo previsto, concluirían el trabajo. Después de tres días de pruebas, había llegado el momento de validar los nuevos sistemas del proyecto mediante ensayos de choque en la catapulta de la que dispone la entidad. Pero aquella vez, a diferencia de las anteriores, ni tan siquiera llegaron a sentarse en torno a la mesa de reuniones. «Nada más llegar, justo antes de entrar al centro, cuando estaban en el registro», el jefe del equipo comunicó al responsable de Operaciones de Seguridad de Vehículo de Cidaut, Javier Villacorta, la indisposición de uno de ellos.

Madhi Seyfi llevaba «un par de días con un poco de náuseas, pérdida del apetito y somnolencia». Pero no fue hasta el mismo jueves, tal y como él mismo explica, cuando tuvo fiebre y decidieron informar al centro al tratarse de síntomas compatibles con el coronavirus. «Fue una actitud responsable y valiente que es de agradecer, porque se iban al día siguiente y automáticamente lo comunicaron», reconoce Villacorta, quien desvela que les «chocó esa sensibilización y distanciamiento social que tuvieron desde el primer día». «No pasamos miedo, pero fue aparatoso. En aquella época lo veíamos desde muy lejos, no éramos conscientes de la gravedad, de que se nos venía encima. Su actitud y la rápida actuación es lo que ha salvado a Cidaut de tener más contagios», opina.

Una espera «muy larga»

Instantes después, la dirección de la Fundación alertó al Servicio de Emergencias. Los sanitarios no llegaron hasta aproximadamente una hora después, sobre las once, y durante ese tiempo el ingeniero iraní estuvo aislado en uno de los módulos. El resto de profesionales que habían interaccionado con él permanecieron en otra sala y tuvieron que protegerse con mascarillas. «Tuvimos que esperar tres o cuatro horas hasta saber algo; recuerdo que fue una espera muy larga y la calma que nos transmitieron», incide Villacorta.

El resultado del test llegó a primera hora de la tarde. Fue positivo y Seyfi fue trasladado al Hospital Río Hortega, donde permaneció ingresado hasta el 22 de marzo. 25 días de «larga espera» –«cada vez se hacía más difícil», cuenta– de los que solo dos tuvo síntomas y en los que mataba el tiempo con películas, libros y hablando con familiares y amigos a través de videollamadas. «Primero me dijeron que estaría una semana, pero seguía dando positivo. No fue para nada fácil», subraya, al tiempo que apunta hacia «el aeropuerto o el avión» como foco donde pudo contagiarse. «Realmente no lo sé, pero supongo que en el trayecto de Irán a España; unos días antes tuve una reunión familiar con 20 personas y nadie mostró signos de la enfermedad después de eso», añade.

El resto de profesionales se mantuvieron separados del exterior hasta las diez de la noche, a la espera de las directrices dictadas por Sanidad. Diez horas en las que recogieron información para estrechar el cerco en torno a las personas que habían mantenido un contacto más directo con el ingeniero. Incluso finalizaron el ensayo inicialmente previsto. «Pasamos la mayor parte del tiempo asimilando el 'shock' porque realmente no nos lo creíamos, aunque la gente estaba bastante tranquila», asevera Villacorta. Los cinco compañeros del ingeniero fueron trasladados al Río Hortega para hacerles las pruebas –dieron negativo–. A la mañana siguiente, cuatro de ellos cogieron un taxi con destino Madrid para regresar a Teherán. El quinto, que se quedó para «esperar» a Seyfi, estuvo en la ciudad hasta el 4 de marzo. Por su parte, tres trabajadores de Cidaut –el propio Villacorta, el responsable de la instalación y un ingeniero de ensayo– se quedaron 14 días en cuarentena al ser los únicos de la plantilla considerados «contacto estrecho».

«Multitud» frente a la oficina

Cuando Seyfi piensa en ese día, «lo primero» que se le pasa por la cabeza, dice, es el «mal presentimiento que tuve cuando el médico me dijo que era positivo». También menciona los equipos de protección de médicos y enfermeros y «las multitudes cerca de la oficina de Cidaut». «Fue horrible, me sentí muy mal al saber que era el primer caso. Lo primero que pregunté al médico fue que si me iba a morir, y al decirme que no, que me pondría bien, me tranquilicé un poco», señala. No obstante, asegura guardar «buenos recuerdos» de una ciudad que considera «hermosa y con buena gente». «Eso es lo que se me viene a la mente cuando pienso en el viaje o la gente me pregunta por él. No pienso en la enfermedad en absoluto», aclara. Era la primera vez que estaba en Valladolid, pero este ingeniero nunca olvidará un viaje en el que, además de trabajar, caminó «cerca del hotel, salimos a cenar y estuvimos en un centro comercial». «Los primeros días disfruté de la ciudad. No tengo planes de regresar, pero me gustaría visitarla nuevamente».

Sanitarios con los EPI frente al pub Italia. Ramón Gómez

La falsa alarma por una paciente china que ya ha «pasado página»

Fue la primera toma de contacto que Valladolid experimentó con el coronavirus. Una falsa alarma que se quedó en un susto pese al amplio del despliegue sanitario y policial para acotar la zona. Era lunes, 10 de febrero. Sobre las ocho de la tarde, dos agentes de la Policía Local se personaron en el pub Italia, situado en la calle Italia de la capital, con sus motocicletas. Tras comprobar lo que sucedía, alertaron al Servicio de Emergencias e, instantes después, una ambulancia del 112 acudió hasta allí para atender a Eva, una mujer que había llegado de China, su país natal, hacía solo diez días. Mientras se encontraba en el interior del local con su pareja y un grupo de conocidos (quienes la socorrieron), empezó a encontrarse mal, con vómitos y mareos, y decidió salir fuera a tomar el aire.

Los sanitarios, tras atenderla, dieron aviso a la Consejería de Sanidad, que activó el protocolo por un posible caso de la covid-19 al considerar que los síntomas que la paciente presentaba eran compatibles con el virus. A la mañana siguiente se confirmaron las sospechas: caso descartado.

Ahora, tres meses después de aquello, Eva afirma haber «pasado página» –«es algo del pasado», dice– y no quiere ni oír hablar del día en el que Valladolid fijó su mirada hacia ella.

Tampoco quiere «remover el pasado» el dueño del local, quien reconoce que fue una «publicidad muy negativa» para su negocio, aunque cree que el descenso de clientes que experimentó el pub desde principios de marzo «no tuvo que ver con eso». «Notamos una bajada de clientes durante los últimos quince días de febrero, pero sobre todo las primeras semanas de marzo;yo creo que fue algo generalizado. El coronavirus ya estaba más extendido en España y creo que nos pasó a todos los locales lo mismo, la gente se empezó a asustar y casi no salió», concluye.

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