Las religiosas del asilo dicen adiós 98 años después de llegar a Valladolid
Las cuatro monjas que prestaban servicio en la residencia del Carmen, en Chancillería, marchan a otras misiones para paliar la falta de vocaciones
Serán los recuerdos lo que más pese en la maleta que sor Carmen Vaquero tendrá que hacer en los próximos días, el equipaje listo para decir adiós a la que ha sido su casa durante los últimos años, el hogar que las hermanas de la orden franciscana de los sagrados corazones atienden desde hace 98 años y que, como asilo de la caridad (hoy residencia Nuestra Señora del Carmen), estrenó su sede de Chancillería hace justo un siglo, en 1918. Tanto tiempo después, la falta de vocaciones y de relevo en la fe han obligado a la superiora de la orden (con sede en Antequera, Málaga)a reorganizar su estructura... y no hay religiosas suficientes para prestar servicio en la histórica residencia de Valladolid (pionera en la atención social de la ciudad). Eso sí, no cerrará sus puertas. La gestión continuará en manos de Asvai (la asociación vallisoletana de ayuda a la ancianidad y la infancia), pero ya no habrá monjas para hacer compañía a los 135 mayores que residen en las instalaciones.
«Es triste, pero es lo que nos toca vivir. El signo de los tiempos. La falta de vocaciones. Nos necesitan en otras partes, para reforzar las residencias que tiene nuestra orden en Barcelona,Sevilla y Málaga», explica sor Rosa Crespo, natural de Boadilla de Rioseco (Palencia). Ella es una de las cuatro religiosas que todavía quedan aquí (han sido seis hasta hace apenas un par de semanas, cuando ha empezado la mudanza). El próximo día 3, el cardenal Ricardo Blázquez presidirá una ceremonia de despedida a unas religiosas que, durante 98 años, han atendido una institución emblemática:el asilo de caridad. Estas seis religiosas se van, pero la orden de las franciscanas de los sagrados corazones continuará presente en Valladolid, con la gestión del colegio Virgen Niña (en Delicias).
La madre Carmen Vaquero, que hasta el pasado viernes ejerció las labores de dirección, ya se está despidiendo. De los mayores de la residencia, pero también de la familia que tiene en Valladolid.Ella es vallisoletana. Nació en la calle Verbena. La familia se mudó luego a la plaza de San Juan («entre la churrería de Francisco y la tienda de comestibles»). Su padre, Marcelino, ferroviario, falleció cuando ella era una niña. Su madre, Rosalía, «ganaba unas perrillas»en el colegio Cristo Rey. Ella, Carmen, con ocho años, entró a estudiar en el colegio que las hermanas tenían en esta sede de la calle Chancillería, porque aquí, además de residencia, hasta finales de los años 70 hubo colegio. Carmen viajó luego a América.Estuvo treinta años en República Dominicana. Nueve en Puerto Rico. Cuando le encomendaron de nuevo labor en Valladolid, hace seis años, pensó que aquí terminaría su misión. Ahora está lista para marchar. Sin tristeza, dice.
Sor María García, natural de Sevilla, cuenta entre bromas que hace 18 años se vino a orillas del Pisuerga para «aprender castellano» y que aquí ha encontrado un destino «demasiado bueno». «Nuestra principal misión ha sido no solo cuidar a los mayores y quererlos, sino sobre todo acompañarlos. Que no se sientan solos. Esta es una sociedad cada vez más envejecida y el ritmo de la vida hace que los hijos, que tienen que trabajar, no puedan estar todo el tiempo con ellos». «Bastante han padecido ya los mayores a lo largo de su vida. Ahora es el momento de que estén felices, cuidados y bien atendidos», añade Rosa Crespo, quien llegó a Valladolid, procedente de Barcelona, el mismo día en el que caían las torres gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001. La cuarta hermana que dejará Valladolid (con destino a la Ciudad Condal)es sor Pilar Pedrosa, natural de La Seca. «Donde está Dios está la felicidad, así que yo soy feliz allí donde me destinen», dice una religiosa que ha pasado más de la mitad de su vida en América (República Dominicana y Uruguay).
Las franciscanas de los sagrados corazones servían como apoyo en la atención a los mayores de Nuestra Señora del Carmen, una residencia gestionada por Asvai, la asociación de ayuda a la ancianidad y la infancia, un colectivo con solera en la capital porque hunde sus raíces en el año 1865, cuando nació como Sociedad de Amigos de los Pobres. Su objetivo era entonces combatir la mendicidad y fue así como abrió diversos asilos y centros de atención a indomiciliados. Este de Chancillería cumple justo en este 2018 un siglo de vida. En 1962 cambió su nombre y aunque institucionalmente es Centro Asistencial Nuestra Señora del Carmen, todavía muchos vallisoletanos lo conocen como el asilo. Aquella agrupación Amigos de los Pobres cambió en 1972 su nombre, para denominarse asociación vallisoletana de ayuda a la ancianidad y a la infancia (Asvai).
Los orígenes. El asilo de caridad nació como institución el 2 de abril de 1907 y tuvo su primera sede en la calle Panaderos. Se inauguró con una misa en San Andrés y el reparto de 118 raciones en la comida y 116 en la cena para los mendigos de Valladolid. Esta institución era la prolongación del asilo de mendicidad, un centro de recogida y atención a indomiciliados, creado en 1872 por la asociación Amigos de los Pobres (fundada siete años antes) y de la tienda asilo, otra iniciativa solidaria creada en 1887. De la suma de ambas (cedieron ropas, dinero y enseres) nació en 1907 el asilo de la caridad. Al frente se encontraban Federico Tejedor y Vicente Moliner, dos comerciantes (de un almacén de paños y artículos de regalo) que emprendieron proyectos solidarios para atender a los pobres de Valladolid.
Días antes de que abriera el Asilo de la Caridad (el 2 de abril de 1907), germen de la residencia Nuestra Señora del Carmen, el alcalde, Eduardo Romero, publicó un bando en el que informaba de que, como ya había un centro de atención para los pobres,quedaba «prohibido en absoluto ejercer la mendicidad en las vías públicas, pórticos de las iglesias, estaciones de ferrocarril, paseos, plazas y, en general, en todo sitio de tránsito o esparcimiento público». Además, se advertía a «los mendicantes que no sean vecinos de Valladolid» de que no podrían «seguir residiendo en la capital», por lo que «se facilitarían los medios para que puedan encaminarse a otros puntos».
El traslado a Chancillería. El incremento de personas atendidas obligó a buscar un espacio mayor. El Ayuntamiento cedió un solar frente a Chancillería, donde se levantó un nuevo edificio, inaugurado el 23 de septiembre de 1918. Para sufragar su actividad, se organizaban sorteos de cerdos y corridas de toros benéficas.
La llegada de las religiosas. Federico Tejedor conoció la actividad que las franciscanas de los sagrados corazones desempeñaban desde 1903 en Boadilla de Rioseco y también en la casa cuna de Barcelona. Se puso en contacto con la orden (radicada en Antequera) y solicitó la ayuda de las religiosas para el asilo de Valladolid. Llegaron en 1920. Nueve años después abrieron allí un colegio que funcionó hasta finales de los años 70. Hoy es residencia de ancianos conocida desde 1962 como Nuestra Señora del Carmen.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.