Pesquera de Duero: boceto catedralicio en la Ribera vallisoletana

La excelencia de sus vinos mana en sus numerosas bodegas como fluye el Duero junto a su caserío, conjunción que le convierte en un referente de la Ribera del Duero.

La imagen de la villa no se entiende sin su barrio de bodegas excavadas en un cotarro, el cual cuenta con su propia ermita, San Pedro. Desde este lugar, donde pasear e ensimismarse por otro tiempo y lugar, hay una excelente vista del pueblo, del que sobresale con mayúsculas la iglesia de San Juan Bautista. Contraponiéndose en otro promontorio se otea el Santuario de Nuestra Señora de Rubialejos, templo de gran de prestancia y devoción.

San Juan Bautista boceta formas de catedral y, sobre Rubialejos, hay quien denomina ermita lo que en cualquier otro lugar recibiría el nombre de iglesia principal.

Referente enológico y patrimonial vallisoletano, el peso de la historia en Pesquera se refleja también en otra ermita, la del Santo Cristo, con un excelente relieve del Descendimiento en su portada y un Cristo modelo de Gregorio Fernández en su interior. Se aprecia asimismo en los blasones, en el arco de acceso a la porticada Plaza Mayor y en el yacimiento del barrio artesano de la ciudad vaccea de Pintia, en el pago de Carralaceña.

La fachada de San Juan Bautista es imponente. La flanquea una sola torre, pues la otra, al igual que sucede con la catedral de Valladolid, quedó inconclusa (por lo que morfológicamente se asemejan). En su interior sus bóvedas vuelan alto. La de la capilla mayor cobija un retablo barroco de importante arquitectura, presidido por una talla monumental del Bautista, modelo de la escultura barroca vallisoletana.

Un órgano de nogal, del siglo XVIII, ocupa el coro alto, donde también luce un facistol de madera, del siglo XVII. El templo posee baptisterio, y sus naves se abren como un catálogo museístico. Presentan diversos retablos –salomónicos principalmente- dotados de diversidad de pinturas e imágenes, alguna tan interesante como la de una Virgen con el Niño del siglo XVI, o como dos relieves que provienen del templo de Rubialejos –Epifanía y Nacimiento-, robados y abandonados por los 'cacos' en un viñedo junto al santuario.

Rodeado de viñas se erige el Santuario de Rubialejos, nombre con el que se bautiza a algunas niñas en el pueblo. El edificio es una 'delicatessen' barroca, amplio y de buena construcción. Con atractiva arquitectura exterior y bella decoración interior, posee una cúpula en el centro del crucero que se adorna con vistosas yeserías. Dominando el espacio, el retablo barroco lo preside la imagen de la Virgen de Rubialejos.