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Federico Martín Bahamontes en sus tareas de jardinería y junto con fotografías antiguas en su residencia de Villanueva Fernando Fradejas

Bahamontes, 'El Águila' de Toledo anida en Tierra de Campos

A sus 93 años, Federico Martín Bahamontes vive desde hace meses en una Posada Real de Villanueva de San Mancio

Jueves, 22 de julio 2021, 07:18

Los viajeros que en los últimos meses hayan detenido sus pasos en La Posada del Canal de Villanueva de San Mancio se han encontrado con la grata sorpresa de poder conocer a una gran leyenda del deporte español, Federico Martín Bahamontes, el decano de todos los vencedores vivos del Tour de Francia, la carrera que conquistó en 1959 siendo el primer español en conseguirlo al vencer a rivales como Charly Gaul, Louison Bobet, Roger Rivière o el gran Jacques Anquetil.

A sus 93 años, la presencia del Águila de Toledo en la terracampina localidad hay que buscarla en la estrecha relación que desde hace décadas mantiene con Victoria Mulero y su hija, Victoria Sahagún 'Vicky', quienes hace años decidieron convertir una casa familiar en un alojamiento turístico que en la actualidad tiene la categoría de Posada Real. Fue al inicio de la pandemia cuando madre e hija decidieron que el histórico ciclista pasase en Villanueva de San Mancio el confinamiento, durante el que se partió el quinto metatarsiano del pie, sin poder andar durante dos meses. Desde entonces, con algún viaje relámpago a Toledo, Martín Bahamontes vive en La Posada del Canal «entre palmitas, porque me han acogido como si fuera un hijo, con mucho cariño».

Vicky, que ha sido su mano derecha desde hace más dos décadas y en especial desde que falleció su esposa hace tres años, reconoce que «aunque tiene fama de gruñón y de mal carácter, Fede, al que le gusta ser muy perfeccionista, es muy noble, muy buena persona, se conforma con todo». Como leyenda del deporte «es un campeón, nació siendo un campeón y morirá siendo un campeón».

En el día a día del campeón impera la tranquilidad. Se levanta sobre las diez de la mañana y, después de desayunar, practica la jardinería, su gran pasión, arreglando las plantas, podando los rosales o regando. Al mediodía toma el aperitivo antes de comer, disfrutando de las delicias gastronómicas que prepara Victoria Mulero, con tiempo en la sobremesa para ver la televisión, el Tour cuando se ha disputado, pero también partidos de fútbol, como gran aficionado del FC Barcelona. La tarde es para pasear, hablar con Santiago, un vecino que tiene animales, que también le gustan al Águila de Toledo, o ver alguna película. En invierno, se sienta junto al fuego del hogar. Además es un gran conversador y habla con los clientes de La Posada del Canal, algunos llegados de Francia e Italia, con los que no tiene problema en comunicarse al dominar a la perfección sus idiomas.

Son muchos los que le piden un autógrafo, algo que le halaga mucho. Todos, en especial los franceses, se sienten sorprendidos al conversar con una leyenda vida del deporte. La admiración en Francia hacia Federico Martín Bahamontes en tan grande que hace unos años fue elegido como el mejor escalador del Tour de Francia de todos los tiempos, por un jurado de profesionales y periodistas reunidos por el diario L'Équipe.

En su conversación no faltan los gratos y nostálgicos recuerdos, como el origen de su apodo en el enorme águila bicéfala del escudo imperial de la puerta de Bisagra de la capital toledana, o el que tuvo anteriormente, El Lechuga, mote heredado de su abuelo que dio origen al dicho «entre col y col, lechuga», en referencia a la denominación de los puertos en el Tour de Francia y su faceta de gran escalador.

Afición desde niño

Su afición a las dos ruedas hay que buscarla en su trabajo juvenil en el taller de bicicletas del ídolo local Moisés Alonso, al tiempo que hacía de repartidor para varios comerciantes. En los años de la penuria posteriores a la Guerra Civil, Bahamontes también contribuía a los ingresos familiares dedicándose al estraperlo yendo con su bicicleta a algunos pueblos a comprar mercancía que su madre luego revendía en Toledo. Con emoción también recuerda el momento en que en su primera participación en la ronda francesa se comió un helado al coronar un puerto y tener que esperar al coche de su equipo por avería. Mientras tanto, Martín Bahamontes se alegra de las visitas que recibe, como la que hace poco le hicieron otros dos grandes campeones, Miguel Induráin y Perico Delegado, o los muchos grupos de aficionados ciclistas que programan sus rutas para llegar hasta Villanueva de San Mancio y poder saludar al Águila de Toledo.

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