Mojados: la elegancia del mudéjar castellano

Mojados, la localidad pinariega jalonada por el río Cega, donde hace más de 500 años tuvo lugar un acontecimiento histórico que de alguna manera cambió la historia de España, tiene en la iglesia de San Juan su joya monumental por excelencia, donde el arte mudéjar muestra la expresión más depurada de su personalidad.

Se trata de un edificio de mampostería y ladrillo, de nave única, cabecera semicircular, precedida de tramo recto y torre en su fachada meridional en cuyo exterior se observan perfectamente sus dos fases de construcción, la mudéjar y la clasicista. Se levanta en el centro del casco urbano, aunque en el momento de su construcción, hacia finales del siglo XIII, ésta era la zona más occidental de la villa.

De la fábrica mudéjar se conserva el ábside de la cabecera, los muros con la portada principal y la torre. El ábside es de mampuesto reservándose el ladrillo para perfilar la doble arquería que lo decora. Sobre un zócalo de piedra sillar se levanta un alto cuerpo recorrido por nueve alargados y estilizados arcos ciegos de medio punto, abriéndose en los de los extremos y central saeteras recercadas de ladrillo.

La nave, de forma rectangular y muy esbelta, se cubre con bóveda de medio cañón apuntado reforzado con arcos fajones o lanceados apuntados encima de los contrafuertes (cuatro a cada lado) en los tres primeros tramos, donde a modo de capillas alberga varios retablos, la pila bautismal, unos frescos hispano-flamencos y unas pinturas murales del siglo XV con la representación de la Anunciación, que aparecieron durante las últimas obras de restauración en el fondo del arco apuntado del lado del Evangelio frente a la portada meridional.

En su interior, tras la eliminación del enjalbegado que cubría las paredes, muestra sin pudor la bella desnudez de su fábrica de ladrillo, siendo la bicromía blanca-roja del mudéjar su rasgo esencial. El crucero presenta bóveda de arista, y el presbiterio, al que se accede por un arco de triunfo apuntado, se cubre con cañón y cuarto de esfera o bóveda de horno, siendo su ábside uno de los más elegantes del mudéjar castellano a pesar de su sobriedad decorativa.

La iglesia, se amplió posiblemente hacia el siglo XVIII, con un tramo hacia los pies en el que se abre el actual acceso al interior en forma de portada de ladrillo clasicista. En cuanto a la torre, es una maciza construcción también de mampostería con encintado y esquinas reforzadas de ladrillo que se remata con una galería de arcos de medio punto de ladrillo en número diferente en cada uno de sus lados. Una saetera y una pequeña ventana recercadas de ladrillo a diferentes alturas en su cara oriental rompen la monotonía del conjunto.