Una hora de conversación telefónica para acompañar
El encierro al que obliga la contención del COVID-19 ha agudizado la soledad de muchos mayores de los pueblos. Un grupo de voluntarios les llama a diario a casa para levantarles el ánimo
La pandemia de coronavirus, con el confinamiento que impide la salida normal y cotidiana a la calle, ha agudizado de una forma sustancial la soledad que sufren muchos hombres y mujeres, en especial las personas mayores. La soledad, de ser una penosa circunstancia, se ha convertido en una agobiante y asfixiante realidad que mina la moral y el estado anímico de quien la sufre. Por eso desde la pasada semana un grupo de varios centenares de voluntarios se encargan de llamar por teléfono a casa a muchas personas que están solas.
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La idea surgió en una conversación entre el párroco de Villabrágima, Francisco Casas, y la madrileña Pilar de Beas, que había ya colaborado con el joven sacerdote al inicio de este año en los cursillos prematrimoniales de la localidad. Ante la pregunta de qué hacer, el sacerdote respondió que había que rezar, a lo que De Beas respondió que además había que hacer algo más. Fue cuando Casas propuso hacer llamadas a las personas de Villabrágima y de otros pueblos de la comarca que viven solas.
Desde ese día han sido muchos los que se han querido incorporar a la iniciativa, que en la actualidad cuenta con el apoyo de 300 voluntarios, aunque solo sean más de 150 los que llaman diariamente a alguna de las cerca de 30 personas que carecen de compañía. El proyecto que comenzó en Villabrágima y su entorno ya se ha extendido a otras autonomías, traspasando incluso las fronteras españolas hasta llegar a otros países como Argentina.
Pilar de Beas es la coordinadora de la iniciativa. Para ello ha creado grupos de voluntarios que se encargan de llamar a la persona que está sola, quien sabe cada día con quién va a hablar durante una hora, con tiempo «para llevarle la alegría, para que no se encuentre sola, para que tenga un aliciente», según explica De Beas, quien indica que hay quien no ve bien y escucha la lectura de un libro, pero también algunos que se ponen a cantar porque les gusta la zarzuela o hablan de sus aficiones, de sus recuerdos, de su vida. La coordinadora destaca la importancia de estos voluntarios, que «quieren hacer algo porque quieren ser útiles».
Ahora, con tantas personas dispuestas a entregar su tiempo altruistamente, lo más importante es buscar a mayores que necesiten ese rato de charla. A veces se encuentran con las limitaciones que imponen los gestores de las residencias de ancianos, vinculadas a la protección de datos personales, o incluso de los propios hijos por desconfianza, según hace ver Pilar de Beas. La coordinadora tiene claro que «en esta situación las personas mayores son las más vulnerables», y por eso anima a los interesados o a sus familias a contactar con ella por correo electrónico en la dirección (pilardebeas@hotmail.com) para poder llegar a más personas solas.
Sacerdote al aparato
El sacerdote Francisco Casas también realiza llamadas, en especial a los feligreses de su parroquia de Villabrágima, dándoles esperanza y un mensaje positivo. «Diciéndoles 'eres muy importante, me estaba acordando de ti', la gente se siente importante, siente que no está sola», manifiesta el cura, que también anima a «ofrecer la vida con la entrega de Cristo». Un apoyo que estas personas también notan a través de las campanas de la iglesia del pueblo, que todos los días suenan a las 12.00 invitando a la oración y al ángelus y por la tarde a misa, «para que la gente se una desde sus hogares, porque no pueden salir, pero todos saben que su párroco está rezando con ellos y por ellos».
Ya son muchos los voluntarios que han quedado con las personas a las que llaman para conocerse cuando la alerta sanitaria acabe, «porque los lazos se van a mantener y las llamadas tendrán que continuar para atender a las personas que se encuentran en situación de soledad», afirma el párroco.