Pintadas, farolas rotas y malas hierbas ensucian Prado de la Magdalena en Valladolid
El parque situado junto a Filosofía y Letras sufre la acción de los vándalos y el deterioro de caminos y zonas verdes
No solo crece el buen saber, sino también las malas hierbas en la facultad de Filosofía y Letras. Los accesos al edificio –en todas sus ... fachadas, pero sobre todo en la principal– son un amazónico vergel de hierbajos que nacen sin control y se convierten en un indicador más del estado de abandono en el que se encuentra la plaza de Prado de la Magdalena, un espacio (con estanque, pista deportiva y juegos infantiles)junto al río Esgueva y cuyo mobiliario urbano se ha convertido en diana para los grafiteros. Los bancos lucen desde hace tiempo innumerables pintadas (la mayoría, de muy dudoso gusto) y las rojas farolas tienen las pinturas descascarilladas y están llenas de restos de pegatinas y adhesivos.
A esto habría que sumar los daños que las raíces de los árboles provocan en el pavimento, con tramos levantados en el paseo adoquinado que, desde el río hacia el paseo de Prado de la Magdalena, atraviesa una zona cuyas obras comenzaron en marzo de 1996.

El bautizado como parque de Los Viveros (14.000 metros cuadrados) formaba parte del proyecto de urbanización en torno a La Esgueva y tenía como principal atractivo el estanque sobre unas ruinas del antiguo puente del Prado de la Magdalena. La inauguración tuvo lugar el 23 de julio de 1997.
Además, unos cristales en el suelo son el resultado de los actos vandálicos registrados este fin de semana en el Paseo del Cauce, en el tramo más cercano a la desembocadura del Esgueva en el Pisuerga, con el destrozo de los cristales de las farolas. Se da la circunstancia de que estas son las últimas luminarias antiguas que existen en el paseo, ya que todas las demás han sido ya sustituidas como parte del proyecto que, con una inversión de 443.600 euros, ha permitido pintar los cerca de trece kilómetros de barandilla (6.631,80 metros lineales, con doble barandal) y sustituir las 670 viejas farolas azules (las únicas que quedan son estas ahora rotas) por 567 nuevos puntos de luz, con sistema LED de bajo consumo. El problema de las viejas luminarias es que emitían luz indirecta, por lo que se favorecía la contaminación lumínica y se desperdiciaba energía, explicó el concejal Manuel Saravia. Además, la renovación de las farolas apeló a «razones de seguridad», ya que varios de los postes retirados presentaban un «deterioro notable de las columnas».
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