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Los encargados de preparar la comida para los moteros de Elda, en plena faena con las patatas.

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Los encargados de preparar la comida para los moteros de Elda, en plena faena con las patatas. Gabriel Villamil

La trastienda de Pingüinos: A mesa puesta en el pinar

Los viejos conocidos son fieles a las costumbres en un pinar que hoy ya se llenó de tiendas y de hogueras, con moteros dispuestos a coger los mejores sitios

Antonio G. Encinas

Valladolid

Jueves, 9 de enero 2020, 20:52

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Villa, del motoclub de Elda, ya salió en las páginas de El Norte. Lo pueden ver ahí, detrás de su compañero, el que le ayuda a pelar patatas, en las páginas colgadas a modo de trofeo de hemeroteca en la tienda de campaña. «Los Pingüinos de Vinalopó», reza la enorme pancarta bajo la que se resguardarán diez personas que han llegado hoy, eso sí, a mesa puesta. Literalmente. Con sillas, platos, cubiertos, vajilla de cristal con la servilletita enrollada dentro y la taza para el café boca abajo. Hace nueve años le vimos, vigilando puchero, en el pinar de Puente Duero, también mientras esperaba a que llegara el grueso de la tropa. Hoy seguía dale que dale al pelador mientras una enorme cacerola se calentaba al fuego. Al fin y al cabo, alguien tiene que cuidar de esta gente.

Villa, del motoclub de Elda, en el año 2010, mientras preparaba un buen puchero en el pinar de Puente Duero. G. Villamil

Y es que son muchos los que repiten visita hasta Valladolid. Uno de ellos fue protagonista en El Norte el año pasado, el chileno Paulo, que viajó desde Madrid acompañado por sus amigos asturianos, incluidos Julio y su perro labrador, habitual de las concentraciones moteras. Esta vez Paulo tuvo peor suerte. Al poco de salir se le averió la moto y ha tenido que contar con la ayuda de un amigo para poder llegar. Como es habitual, junto a la bandera de Chile empiezan a ondear aquellas que representan los lugares de origen de sus compañeros de campamento.

Paulo, en el centro de la imagen, junto a sus compañeros de acampada, apenas a unos metros del lugar que ocupaban el año pasado. Gabriel Villamil

Una pregunta habitual es '¿cuántos Pingüinos llevas?'. Algunos tienen que hacer memoria, lo que suele ser buena señal para identificar a los reincidentes. Otros lo llevan tatuado en las cazadoras a base de pines. Y si no te acuerdas bien, siempre puedes echarle un vistazo al mural de la caseta de la organización, donde se han colgado las fotos de todas las medallas de Pingüinos desde su fundación.

Mural con las medallas de Pingüinos, en la caseta de la organización. A. G. E.

Si vas a hacer una hoguera, debes saber que hay unas normas de convivencia. No acaparar más leña de la que necesites es una de ellas, casi la principal. Porque mañana viernes, sobre todo por la tarde, es uno de los momentos en que arrecian las motos en el pinar. Muchos pingüinos que hoy están en ruta llegan el viernes, con las dificultades del camino, y es de buenos compañeros dejar que puedan encender su propia hoguera. De momento no hay normas sobre el uso de patinetes eléctricos, que se sepa, pero viendo la velocidad a la que se mueven algunos por los caminos de la antigua hípica militar, entre motos y paseantes, quizá sea el momento de empezar a pensar en ello.

Un motoclub, reunido en torno a una hoguera. Gabriel Villamil

Algunos llegan de tan lejos como Peres Gaetano. 1.300 kilómetros en su Moto Guzzi Sport 1.200 desde Albertville, en la región francesa de Rhone Alpes Auvernia. Concretamente, en la zona de Saboya, cuya bandera cuelga orgullosa junto a su tienda. ¡Ojo, no es danesa ni suiza, aunque se parece! «La suiza tiene la cruz cortada, no llega a los dos lados de la bandera», aclara. Y la danesa tiene la cruz descentrada. Gaetano, que vive su primer año en Pingüinos, ha venido solo desde allí, pero en la zona de acampada tiene ya un buen número de compatriotas instalados, incluido su vecino de tienda de campaña, otro aventurero solitario.

Peres Gaetano, de Albertville, en la Saboya francesa, cuya bandera ondea junto a su tienda. Gabriel Villamil

El ambiente ayer a media tarde ya era espectacular, con muchas hogueras y pequeños campamentos ocupando las mejores zonas. Es lo que tiene llegar con tiempo. La meteorología, además, acompañó durante buena parte del día. Para cuando se abrió oficialmente la inscripción, a las 15 horas, ya había gente en el aparcamiento de la caseta de acceso a la concentración. Entraban motos de todos los tipos, tamaños y formas. Una de ellas, un trike modificado con un maletero enorme, llamó la atención de un motero que hablaba por teléfono. «Aquí hay gente muy pro», dijo boquiabierto.

Emilio Simó y unos amigos colocan el 'pingüino de los retratos', uno de los puntos preferidos por los viajeros para inmortalizar su llegada a la concentración. A. G. E.

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