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Sagrario García, con sus cinco nietos, en un cumpleaños. El Norte
Coronavirus en Valladolid: «Han sido once días de calvario»

«Han sido once días de calvario»

El coronavirus se llevó el pasado sábado a Sagrario García Alonso, de 77 años, vecina de Villabrágima volcada en sus hijos y cuya alegría «eran sus nietos»

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Miércoles, 8 de abril 2020

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En Villabrágima, pueblo de la provincia de Valladolid de 750 vecinos, hay doce casos positivos de Covid-19. Uno de ellos, según comentan los vecinos, es el de un hombre de 48 años y sus padres, que a los tres se los llevó la ambulancia. Atemoriza, y mucho, el virus en este municipio vallisoletano, al que van a llegar test de prueba en breve. La alcaldesa, Noelia García González, también ha sufrido el dolor que trae aparejado el virus, pues su suegra, Sagrario García Alonso, de 77 años, falleció el día 4 en el Hospital Río Hortega de Valladolid víctima de la pandemia. En estos momentos tan difíciles, trata todavía más de arropar a su marido, Rafael Villarragut García, de 48 años, el pequeño de los tres hijos de Sagrario (los otros dos son Mari Carmen y Marta), que han visto al coronavirus apagar la alegría que tenía su madre, la pasión por sus nietos.

Sagrario y su marido Rafael, sentados, junto con sus hijos Mari Carmen, Rafael y Marta.
Sagrario y su marido Rafael, sentados, junto con sus hijos Mari Carmen, Rafael y Marta. El Norte

«Sentía un gran cariño por sus hijos, y ahora estaba volcada con sus nietos. Con Elisa, con Lidia, con María, con Miguel y con Raúl, mi hijo, el más pequeño. Decía que a ver si veía a Lidia terminar la carrera de Arquitectura, y a mi hijo Raúl hacer la comunión», recuerda con tristeza Rafael, que califica los días transcurridos entre el 25 de marzo, cuando su madre se empezó a sentir mal, y el pasado sábado, 4 de abril, día en el que falleció Sagrario, como «un calvario».

«Sentimos mucha impotencia, no poder haber podido ver a mi madre al hospital, por no poder ver a mi padre y a mi hermana Mari Carmen, que están en casa de ella en cuarentena, ni tampoco a mi hermana Marta, que vive en Villagarcía de Campos. Estamos todos aislados, porque habíamos estado todos con mi madre. Es muy duro no poder haberle dado a mi madre ni el último adiós en el hospital, no poder estar en el tanatorio en Medina de Rioseco con la familia de mi padre y de mi madre, que estamos todos muy unidos, ni haber podido ir al entierro en Villabrágima más que mis hermanas y yo y las dos sobrinas mayores, incide Rafael Villarragut García, que, aunque suene duro, asegura que «quería que mi madre se muriese cuanto antes para que dejase de sufrir, ahora por lo menos descansa ya en el cementerio».

Sagrario, que sufría «un poquito de alzheimer», empezó a sentirse mal el pasado 25 de marzo. «Nos llamó mi padre porque no quería levantarse, ni quería comer, así que fuimos allí, la levantamos y mi hermana le hizo un puré. El 26 estuvo parecido; el 27, ya peor, y el 28 tenía muchos escalofríos, le pusimos el termómetro y tenía 38º de fiebre, así que la llevamos al centro de salud de Medina de Rioseco, y de ahí la llevamos mi hermana y yo al Río Hortega. La dejaron en una de las carpas y nos dijeron que nos fuésemos, que ya nos llamaban. A las cuatro o cinco horas nos dijeron que tenía una fuerte neumonía, y una hora después nos dijeron que estaba muy grave, que no podía entrar ni en la UCI. Ese sábado y el domingo nos dijeron que no respondía a los antibióticos y que los pulmones los tenía machacados, aunque nos dijeron que sí iba a durar porque tenía el corazón muy fuerte. Nos informó un médico que era una bella persona, nos dijo que la iba a cuidar como si fuese su madre o su abuela», apunta Rafael, que recuerda que su madre aguantó una semana en el hospital, hasta que el pasado sábado, 4 de abril, falleció, dejando una vida que compartió durante 53 años con su marido, Rafael Villarragut, de 83 años, también de Villabrágima, que trabajó en un gasolinera de Tordehumos.

«Arreglaba también ruedas de tractor, y con 62 años le pilló la mano uno. Se quedó sin dedos y se jubiló, lo pasó mal pero siempre fue feliz teniendo a mi madre al lado, además tiene una huerta y allí está entretenido», agrega el hijo de Sagrario, enterrada el día 5, domingo, en Villabrágima.

«Mi madre siempre quería que cuando muriese, la enterraran en el panteón de sus padres, así que eso hemos hecho», subraya Rafael, a quien no le han hecho la prueba del Covid-19, igual que a su padre y a sus hermanas. Continúa sin explicarse como su madre, que no tenía patologías de riesgo y que se encontraba bien de salud, pudo contraer el coronavirus.

«Sí es cierto que aquí hay una panadería tradicional que es muy buena y carnicerías a las que viene gente de Valladolid y de Madrid a comprar carne y chorizos, igual alguien lo ha podido traer», hace hincapié Rafael Villarragut, que sabe de otro matrimonio que está contagiado allí en Villabrágima y también una vecina que tiene mucho trato con ellos y que entra en su casa.

Su mujer, la alcaldesa de Villabrágima, reclama test rápidos para sus vecinos tras acumular doce contagiados por coronavirus. Noelia García pide ayuda a la Diputación de Valladolid para ser incluida en un plan especial que permita frenar la expansión del Covid-19 en la localidad.

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