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Vanesa Calzada, coordinadora del proyecto del Centro de Igualdad, con el mapa. ALBERTO MINGUEZA

Así es el nuevo mapa de Valladolid que reivindica el papel histórico de la mujer: de Coca a la plaza de los Ciegos

El Centro de Igualdad promueve una cartografía de la ciudad que ensalza la figura de mujeres anónimas y de pucelanas que merecen más recuerdo

Víctor Vela

Valladolid

Domingo, 21 de febrero 2021, 08:26

«Las ciudades nunca se agotan», defienden Alma Aguado, agente en el Centro municipal de Igualdad, y Vanesa Calzada, gestora cultural en La Fontanería Crea. ... Siempre hay nuevas calles que explorar, vestigios que descubrir, patrimonio que reivindicar. «Si te pones a profundizar, verás que se abren capas y capas y más capas». No es igual la ciudad del niño que la del anciano, la que recorre un trabajador que madruga o un adolescente que trasnocha (que trasnochaba antes del toque de queda). Tal vez paseen por el mismo espacio físico –recorran la misma acera, pisen la misma baldosa– pero su experiencia urbana será distinta.

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Es así como nacieron los mapas con los espacios del miedo, aquellas zonas que (por falta de iluminación, por ejemplo) son percibidas por las mujeres como de riesgo. Es así como se han gestado rutas turísticas, como la que recorre Valladolid a través de la historia de reinas y mujeres famosas. Y es así, también, como se ha fraguado la propuesta en la que durante las últimas semanas han trabajado nueve mujeres vallisoletanas –entre ellas Ana Isabel, Pilar, Mari Carmen, Noelia, Cayetana, Ana, usuarias de los programas del Centro de Igualdad–, encargadas de trazar una cartografía personal de una ciudad que se reivindica desde un punto de vista femenino.

'Anónimas y famosas' es el nombre de un proyecto que ha invitado a redescubrir Valladolid a través del legado de mujeres que dejaron sus huellas en la capital. Las de muchas todavía permanecen. Las de otras, amenazan con borrarse por el paso del tiempo. Las de algunas más han pasado casi desapercibida por no tener voz propia con la que narrar su historia. Y, para no olvidarlas, cada participante en el proyecto ha contribuido con el recuerdo de mujeres o de episodios pucelanos en los que la mirada femenina fue vital

Como el motín del pan, que sacudió Valladolid el 22 de junio de 1856. Aquel día, hubo «gravísimos» desórdenes callejeros en la capital (también en Palencia o Medina de Rioseco) como protesta por el alto precio del pan (provocado por los impuestos, la exportación). La revuelta se reprodujo de forma periódica en años sucesivos. Como en marzo de 1904. El día 7 de aquel mes, de aquel año, doscientas mujeres recorrieron las calles al grito de «pan y trabajo», recuerda el historiador Enrique Berzal. «El grupo creció hasta llegar a dos mil manifestantes. '¡Queremos el pan barato!, ¡Abajo los explotadores!', gritaban. El gobernador dio facilidades para comprar pan a 30 céntimos. Pero las mujeres rechazaron los bonos, diciendo que el pan barato no solucionaría la situación. Lo que hace falta –dijeron– es trabajo y que se abaraten los comestibles». Al día siguiente, continuaron las protestas. Y esa ruta (con el espíritu reivindicativo de las mujeres de 1856, de 1904) está en este mapa.

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La plaza de los Ciegos, en Valladolid. ALBERTO MINGUEZA

Sobre el callejero de Gonzalo Gómez (1952) se han marcado otros escenarios históricos, como la plaza de los Ciegos, donde se recuerda la leyenda de 'La casta Susana'. Cuentan las crónicas que en esa zona de la vieja judería vivía Salomón, «un adinerado viudo que quedó al cuidado de su hija, la bella Susana». «Debía de ser una chica guapísima, con los ojos de color violeta: la comidilla del barrio por su belleza. Muchos hombres se acercaban a la casa de Salomón para intentar ver a su hija». Sobre todo –rememora Vanesa Calzada– porque la vivienda tenía un gran patio, un vergel, donde había una alberca. «La joven acostumbraba a desnudarse y bañarse en ella. Aquel día, cuatro hombres que intentaron verla sin ropa, asomados por un huequito de la verja, se quedaron ciegos de repente. Por un castigo divino. Desde entonces, ese lugar se llama la plaza de los Ciegos. Y eso es estupendo, porque también así, a partir de este patrimonio oral, se construyen los nombres de las calles».

El problema, apuntan las responsables del trabajo, es el «enorme desequilibrio» que hay en la nomenclatura del callejero. Aquí las mujeres están en clarísima minoría. Apenas el 2% de las vías de la trama urbana tienen nombre de mujer.Por cada calle dedicada a un personaje femenino hay diez con nombre de varón. Por eso, también en este taller se han propuesto ideas para bautizar futuras arterias y urbanizaciones.

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Beatriz Bernal

Escritora

Aurora Gutiérrez-Cueto Blanchard

Pedagoga

Marcelina Poncela

Pintora

Ángeles Santos

Pintora

«Está Beatriz Bernal, nacida en Valladolid (entre 1501 y 1504, se desconoce la fecha concreta) y que está considerada la primera mujer escritora de España, la primera con conciencia de estar escribiendo una obra literaria», que firmó como 'una señora de Valladolid' y tituló 'Cristalián de España', novela de caballerías publicada en 1545.

O Marcelina Poncela. «Este caso es curioso. Su hijo, el dramaturgo Enrique Jardiel Poncela, que ni siquiera nació en la ciudad, sí que tiene calle». Pero ella, vallisoletana, gran pintora naturalista (1864-1917), no dispone una vía con su nombre. La lista continúa con artistas como Ángeles Santos (1911-2013), pintora que con su obra admiró aGarcía Lorca, a Juan Ramón Jiménez, a Ramón Gómez de la Serna, quienes visitaron Valladolid solo para conocer a la autora de cuadros como 'Un mundo' o 'La Tertulia'.O la también pintora paisajista Mercedes del Val Trouillet (1926-2012).

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El mapa recuerda que sí que tiene una inscripción a su nombre, junto al colegio García Quintana, Aurelia Gutiérrez-Cueto Blanchard (1877-1936). Fue una pedagoga santanderina que se estableció en Valladolid, donde impartió clases en la Escuela Normal, en la plaza de España. Allí, en 1936, fue asesinada. Y el trabajo del Centro de Igualdad recupera un documento firmado por ella, el 30 de abril de 1922. Era una carta dirigida al Ayuntamiento en la que informaba de que había sido elegida directora interina del colegio. Y en un acto de reivindicación feminista, hace un siglo, Aurelia tachó el pliego que por defecto tenía ese documento oficial: ponía 'el director', en la plantilla ya prefijada, y en su lugar ella escribió, a mano, 'la directora'.

«Las mujeres han estado durante mucho tiempo silenciadas de la historia», subraya Calzada, quien reivindica la figura de la Condesa Eylo, una de las primeras vallisoletanas (esposa del Conde Ansúrez) quien, como recoge este trabajo, «creó lo que podría considerarse uno de los primeros refugios para mujeres maltratadas en el 'claustro de las emparedadas'». «El claustro románico de Santa María de la Antigua, hoy parcialmente conservado, fue construido a indicación de la condesa para acoger en él a las mujeres que 'se llevaban mal con sus maridos' (así recogido entonces)y se encerraban aquí por voluntad propia de por vida».

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Hay también recuerdo para las mujeres anónimas, como la adivina del mercado del Campillo (cuando este se encontraba en la plaza de España). Era esa adivina una mujer que «siempre vestía de blanco o de negro y sobre sus ojos llevaba una cinta del mismo color. Se sentaba en una silla, se abstraía del bullicio» y, con ayuda de su compañero, «sacaba una perrillas haciendo corro en el mercado», allá por los primeros años del siglo XIX, con su supuesta habilidad para ver el futuro. Y se rememora la historia de Julia Fernández González, conocida como la mujer soldado. En agosto de 1951, se descubrió que Julio, un militar que llevaba año y medio en el cuartel de La Rubia, era en realidad Julia, una mujer que se había hecho pasar por hombre durante todo ese tiempo de servicio militar en la unidad de Automovilismo.

Esculturas de la fuente de las sineras (Coca), 'Danzando para la luna' (Avenida de Segovia) y la niña con columpio, en la plaza Ribera de Castilla. ALBERTO MINGUEZA

El mapa reivindica además el patrimonio artístico que hay por las calles con firma de mujer. Como Concha Gay, autora de la escultura en bronce de las sirenas que hay en la plaza de Martí y Monsó (Coca), cuya fuente fue diseñada en 1996 por María Escribano. Como Belén González, que en 2002 instaló en la plaza de las Batallas una estatua de 2,80 metros de alto y 1.400 kilos de peso que representa a su hija Elisa, leyendo, sentada en el suelo y con las piernas cruzadas. O como Ana Jiménez, quien esculpió a una niña en su columpio para la plaza Ribera de Castilla. O Ana Hernando, quien rindió homenaje a la mujer contemporánea con 'Danzando para la luna', una obra de 1999 instalada en la avenida de Segovia con la calle Mallorca. «Este es un mapa vivo, que seguro que se puede ampliar con nuevas miradas femeninas sobre nuestra ciudad», concluyen las autoras.

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El mapa completo se puede consultar aquí.

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