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Las fábricas de harina situadas en las márgenes del Canal de Castilla, como la que se observa en la imagen, fueron las más castigadas. Archivo Municipal de Valladolid

1956, el Motín del Pan: los hambrientos se rebelan

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

La protesta, en junio de 1856, arrasó fábricas, campos y domicilios particulares como protesta contra las medidas fiscales del Gobierno de Espartero

Martes, 17 de diciembre 2019, 07:18

Fábricas incendiadas, campos devastados, viviendas arrasadas. Mujeres y niños en pie de guerra. Y hambre, mucha hambre. Era la estampa aciaga de aquel 22 de junio de 1856, cuando las tierras de Castilla la Vieja se erigieron en vanguardia de la revuelta social contra la carestía del pan. Como informaba El Norte de Castilla, los desórdenes callejeros fueron «gravísimos», afectaron a la capital del Pisuerga pero también a Medina de Rioseco y Palencia, abundaron las fábricas incendiadas y no faltaron domicilios particulares víctimas del furor del pueblo amotinado.

¿Cuál fue el motivo de tamaña revuelta? Sin duda, las decisiones fiscales del Gobierno progresista liderado desde 1854 por Baldomero Jiménez Espartero. El incremento de los tributos directos, la recaudación del odiado Impuesto de Consumos y de Derechos de Puertas y la carestía de los alimentos a causa de su exportación a los países que combatían en la Guerra de Crimea fueron, en esencia, los factores de fondo que desencadenaron la rebelión.

No era para menos: a principios de junio, el precio del pan alcanzaba en la vieja Castilla el máximo conocido desde 1852. Llovía sobre mojado entre los menesterosos castellanos, asediados por los abusos fiscales de un gobierno que, dos años antes, con la revolución progresista en ciernes, les había prometido menos impuestos y más alimentos.

Las autoridades ya se temían lo peor cuando, a finales de mayo, aparecieron pasquines en las calles animando a la revuelta. Era un aviso de lo que ocurriría aquella tarde de domingo, 22 de junio de 1856: de súbito, un pequeño grupo amotinado hizo tocar a rebato las campanas de la Casa Consistorial. Al oír la señal, un centenar de personas la emprendió contra las Puertas del Puente Mayor antes de ajustar cuentas con los harineros, a quienes no pocos consideraban culpables de la escasez de pan.

Baldomero Jiménez Espartero.
Imagen - Baldomero Jiménez Espartero.

Tres fábricas situadas en la dársena del Canal de Castilla resultaron destrozadas; otro tanto les ocurrió a varios domicilios particulares de conocidos comerciantes. Joaquín Armero y Peñaranda, capitán general de Castilla la Vieja, no dudó un instante y presionó sobre el gobernador civil para que decretase el Estado de Guerra. Las guarniciones se lanzaron contra la multitud amotinada la cual, lejos de arredrarse, durante la madrugada prendió fuego a otras dos fábricas en Medina de Rioseco.

La ira se extendió por Palencia y varios pueblos de la provincia vallisoletana; hubo conatos de incendio en fábricas de Cabezón de Pisuerga y Arroyo de la Encomienda, mientras las llamas devoraban la que en Mojados se dedicaba a la transformación de la 'rubia' o granza. En varias provincias españolas surgieron imitadores de los indignados castellanos; no en vano, las calles de Valladolid, pero también de Rioseco, Villalón, Santovenia, Herrera de Duero, Nava del Rey, Arrabal de Portillo, Tordesillas y San Cebrián de Mazote, fueron pasto de algaradas y revueltas callejeras hasta, al menos, el 29 de junio de 1856.

Cuando Espartero ordenó al ministro de la Gobernación, Patricio de la Escosura, que averiguase en primera persona la causa real del levantamiento, el resultado del informe, fechado el 11 de julio de 1856, fue concluyente: el hambre, y nada más que el hambre. Ni conspiraciones socialistas ni campañas carlistas: el pueblo tenía hambre.

Aun así, no habría piedad con buena parte de los apresados: el 1 de agosto de 1856 era ejecutado en Medina de Rioseco el último de los 21 condenados a la pena capital, 19 hombres y dos mujeres en total entre dicha localidad, Valladolid y Palencia. Muy pocos sobrepasaban los 25 años. A la postre, los sucesos de Valladolid terminarían provocando la dimisión de Espartero.

Unidos contra la subida de impuestos

El incremento de los tributos directos, la recaudación del odiado Impuesto de Consumos y de Derechos de Puertas y la carestía de los alimentos debido a su exportación a los países que combatían en la Guerra de Crimea desencadenaron la rebelión popular que se conoce como el 'motín del pan', el 22 de junio de 1856.

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