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Natalia Jimeno, Nieves Mendizabal y Enrique González, investigadores en Logopedia. Jose c. Castillo
Atención geriátrica

Logopedas para el 'descarrilamiento' de los mayores

Un equipo de la UVA crea protocolos para luchar contra el deterioro mental de los ancianos

Antonio Corbillón

Valladolid

Jueves, 17 de febrero 2022

La pandemia de covid permitió comprender de forma brusca la vulnerabilidad creciente a la que se enfrentan nuestros mayores. El modelo de salud ideal defiende su derecho a la mayor autonomía posible. Porque sus limitaciones afectarán también a sus familias, cuidadores y entornos. Cuatro profesores del Grado de Logopedia de la Facultad de Medicina de Valladolid decidieron dar un paso más. Visitaron cuatro residencias de mayores de la ciudad y lograron, no sin resistencias iniciales, la complicidad de familias de residentes mayores de 65 años y con algún grado de deterioro neurocognitivo leve. Nunca invalidante o especialmente dependiente. Durante varias sesiones les plantearon entrevistas personales que después grabaron y analizaron.

Realizado entre febrero de 2019 y principios de 2020, el trabajo es también un homenaje crepuscular ante la certeza de sus autores de que «algunos de sus voluntarios no habrán podido superar la pandemia».

El resultado de su estudio, pionero en la aplicación de las técnicas logopédicas, se ha convertido en un libro 'Envejecimiento y lenguaje' que pretende «ayudar a crear un cambio de modelo y los protocolos de evaluación del papel del lenguaje en la autonomía de los mayores», indica el logopeda, Enrique González. Junto a Natalia Jimeno, Nieves Mendizabal y Carolina Sánchez, forman el Grupo de Investigación en Metaenvejecimiento.

Desfilan por el libro entrevistas en las que cualquiera podría identificar a sus abuelos o padres. Respuestas que todos los que tienen un mayor cerca han escuchado. ¿Dígame su nombre, cómo se llama usted? P., una mujer de 88 años que vive en la Casa de Beneficencia de Valladolid, relata de corrido su nombre de pila y seis apellidos. «Todos esos apellidos tengo ¿eh? Se me han quedado (...). Es como un cantar que te aprendes y por eso lo he aprendido y no se me quiere olvidar». ¿Cuál es su profesión? «Mi profesión… la de la vejez (risas)»... Testimonios de este tipo jalonan un libro muy ilustrativo.

«El deterioro cognitivo leve es una fase intermedia entre la normalidad y la demencia -explica Nieves Mendizabal-. Permite a la persona funcionar. Pero los cambios en el lenguaje son un indicador precoz. Con este trabajo hemos tratado de aportar argumentos para predecir esa evolución».

De 'Envejecimiento y lenguaje' sus cuatro autores han intentado extraer un Protocolo de Evaluación Logopédica. A los pacientes se les pide que hablen de su vida o interpreten algo. Y en muchos casos se repiten señales como el 'fenómeno de la punta de la lengua', esa palabra que sabemos y no acabamos de encontrar y que no solo sufren los mayores, pero sí con más frecuencia. O el llamado 'descarrilamiento': irse por las ramas y perder el hilo central. También, las repeticiones de palabrería con escaso contenido.

«Los centros de mayores se centran a veces demasiado en cuidar la salud física. Pensamos que hay que buscar un nuevo modelo de intervención -avanza Enrique González- No vale con ir media hora a una clase de habla. Faltan entrenadores de comunicación que les den estrategias para sacar el máximo aprovechamiento a sus capacidades».

De hecho y a pesar del apoyo que mostraron para hacer este estudio, sus autores recuerdan que ninguno de los cuatro centros donde realizaron las entrevistas «tienen un logopeda en sus plantillas».

Esto equipo de investigadores está seguro de que «el aislamiento social y familiar que ha provocado la covid-19 ha tenido efectos muy negativos», sentencia Carolina Sánchez. Y recuerda que en estos dos años son abundantes los estudios que «demuestran que estar conectados a las redes sociales disminuye sus brechas sociales o, al menos, pueden vivirlas en mejores condiciones». Y recuerda a esos ancianos enclaustrados que recibían videoconferencias de sus nietos e hijos. «Tal vez les desborde la tecnología, pero es una herramienta más para que sigan conectados a sus entornos y rutinas», indican estos expertos.

Insisten también en que, a pesar de esas mismas tecnologías, la sociedad en general está perdiendo capacidades comunicativas. En los casos de los mayores, «no es la discapacidad la que le limita sino cómo es asumida en su entorno». Por eso, estos procesos, más o menos naturales, «se pueden enlentecer si tratamos de rehabilitar el lenguaje», concluye Nieves Mendizabal. También advierte de que el precio del avance de estos deterioros no solo lo pagan los afectados. «El efecto discapacitante afecta a todo el entorno, desde los familiares a los cuidadores».

Una demanda creciente

La formación en Logopedia lleva 28 años en el oferta de titulaciones de la Universidad de Valladolid, dentro de las ramas de las Ciencias de la Salud. Cada año salen de su Grado unos 30 titulados. Hasta ahora ha habido una visión general «muy escolarizada», es decir, pensada para atender las necesidades iniciales de los niños con dificultad en el aprendizaje. Sin embargo, en una sociedad cada vez más envejecida, «está proliferando la logopedia sanitaria», indican sus docentes. Y juega un papel nuclear en lesiones crecientes como la lucha contra los ictus cerebrales. En los últimos años, una parte de la formación de los futuros logopedas son prácticas en los centros de personas mayores. De ahí que este nuevo manual incluya entre sus materiales una 'Propuesta de actividades língüísticas para mayores'.

De hecho, equipos como el de Metaenvejecimiento de la Universidad de Valladolid plantean aspectos novedosos como la posibilidad de realizar los trabajos de campo como el que han realizado en los geriátricos vallisoletanos con herramientas digitales. Además, el procesamiento de estos datos permitirá un registro de modelos de habla de los mayores para llevarlos a las aulas donde se formarán los futuros profesores de logopedia, fonoaudiología y que «les servirá de material de estudio para su futura práctica diaria».

Aportaciones que deberían añadirse a todas las variables psicosociales que van a determinar el estado y la evolución de una persona: atención familiar, calidad de las relaciones sociales, manejo de la jubilación o cambios en su estilo de vida. En el futuro, que ya es presente, la evaluación comunicativa y lingüística en el envejecimiento requerirá de entrada una valoración del rendimiento cognitivo de la persona. Y esos aspectos, que pueden marcar un avance de la demencia, «mostrarán un tipo de perfil diferente en cada persona».

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