A los pies de dj Mozart

El mundo está lleno de tipos superinteresantes que consagran su vida a empresas imposibles. Ahí está Manucho y su promesa de los 40 goles (debe ir por los 19; pero ahora, pues chico, que cuenten los de Vallecas). Ahí está Alberto Isla con sus oposiciones de paternidad. Ahí está J. S. Jenkins, un jambo casi desconocido porque ni sale en el Sálvame ni jamás será convocado por Del Bosque. Pero merece la pena gastar un parrafito para hablar de él. J. S. Jenkins acuérdate del apellido, porque ni idea de cuál es el nombre detrás de las iniciales, ha publicado en prestigiosas revistas médicas un compendio sobre los beneficios de cierto tipo de música. Dice este doctor, por ejemplo, que si le pones la Sonata para dos pianos K448 a una rata, saldrá más rápido de un laberinto._Es el denominado efecto Mozart, que ha dado lugar a una preciosa discusión psicomédica sobre las ventajas de escuchar al prematuro genio de la composición. Así que, pregúntate lo siguiente, sufrido lector: si Mozart tiene esos efectos con las ratas y los laberintos, imagina lo que puede conseguir Dj Valdi con una sola de sus sesiones (sobre todo porque hay abuelos que dicen de esto que es música ratonil). Él, junto a Quique Tejada y Marien Baker (Valladolid se preguntó ayer dónde está Wally López después de que el dj se marcara un_Chiquetete y al final no pudiera acudir a la cita pucelana), fueron los encargados de ponerle música al primer sábado de las fiestas, consagrado ya a los fiestones de mesa de mezclas. Y volvió a ser un exitazo.

A a chavalería le encanta, no bailar seamos precisos, sino saltar. Saltan con un ímpetu que los de La Mejillonera no tuvieron que batir anoche la mahonesa picante de los calamares: sacaron un platito a la puerta del local y solo con el rebote de las baldosas ya se les cuajó la cosa. Saltan con tal sincronización que les pones en una piscina a las órdenes de Anna Tarrés y les merendamos la medalla de oro a las rusas. Saltan con una potencia tal que si León de la Riva tuviera prisa antes de las elecciones (es una idea que le brindo sin copyright, señor alcalde), pondría a toda la juventud en fila a lo largo de las vías a pegar botes y más botes, ahorrarse la tuneladora y empezar por fin el soterramiento. Y todo, porque Valladolid ayer se quedó Flipping in the night, que sería una frase de un chiquito de la calzada demodé si no fuera porque el maestro de ceremonias de la noche la llevaba impresa en la camiseta. «El año pasado lo hicimos bien y este año esto se tiene que hundir», señaló Tejada para demostrar, ojo, que la idea del soterramiento exprés no es ninguna tontería. Así que la Plaza Mayor se entregó sin ataduras al flipping in the night. Ou yeah.

Ayudó el buen hacer de los djs, esos tipos a los que verás por la calle arrastrando una maleta, como la juez Ayala, y que luego se ponen a pegarle pellizcos a una mesa gigante con más botones que los cajones de Casa Juanito. Se colocan y se quitan los cascos, le dan a un par de clavijas y luego levantan la mano para animar a la concurrencia y que empiece a soltar monosílabos. Si vas a una sesión de dj no hace falta saberte las letras de las canciones (como mucho dirás dont you worry, dont you worry, child), sino que bastará con lanzar consignas en plan ehhh, ohhh, la la la, lo lo lo y pa pa pa, po po po. Puro_Sabina. El caso es que los dj tienen tirón en fiestas, que la peña se cita desde las cloacas del whatsapp para empezar la velada en las Moreras calimocheras y dejarse caer después por una Plaza Mayor disfrazada de discomovida. Y_todos botando juntos a los pies de dj Ansúrez. Como ratas en el laberinto.