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No había «casi nadie» a las seis de la tarde de este domingo en la terraza del céntrico bar de tapas La Argolla, cerca de ... la Plaza Mayor de la capital, a la altura del número 2 de la Plaza del Ochavo, cuando «una cantidad considerable de cascotes» cayó sobre una de las mesas. La única de las seis que estaba ocupada. «Algo raro», según dice el gerente del establecimiento aún con el «susto» en el cuerpo, pues los domingos son uno de los días «que más gente tenemos».
Con tan «mala suerte», afirma el dueño, que no ha querido revelar su identidad -«prefiero que se me conozca por otras cosas», insiste-, que los pedruscos de gran tamaño se desplomaron sobre la sombrilla y la mesa en la que estaban dos mujeres, una española de 39 años y una estadounidense de 22 -según informan fuentes policiales todo apunta a que es una estudiante Erasmus-. Ambas fueron trasladadas al Hospital Clínico con heridas en brazos y piernas, aunque no revisten gravedad. Sus acompañantes «se libraron por un pelo».
La Policía Local acordonó la zona y los bomberos retiraron «más cascotes», limpiaron la azotea y aseguraron el entorno, aunque seguirá precintada durante los próximos días y no se permitirá el paso hasta que «sea del todo seguro». Además, durante el tiempo que estuvieron actuando en el lugar, unos 45 minutos, cortaron al tráfico un tramo del carril izquierdo de la calle Vicente Moliner.
«Milagro». Esa es la palabra que el dueño de La Argolla, que abrió sus puertas por primera vez hace ahora cuatro años, no para de repetirse. No quiere «ni imaginarse lo que habría pasado si les hubiera caído en la cabeza». «Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo. Menos mal que ha sido solo un susto y las chicas parece que están bien», continúa. Él no estaba en el bar cuando sucedieron los hechos. Se había ido dos horas antes, a las cuatro, y tenía previsto regresar a las ocho «para hacer el cierre». Una de las camareras le llamó por teléfono e «inmediatamente», afirma, supo que había pasado algo. «Me llamó y me dijo: vente para acá que se han caído unos cascotes de la azotea y ha dado a las chicas que vienen habitualmente», sostiene el propietario.
No le «importa absolutamente» el mobiliario dañado -dos mesas y una sombrillas que han quedado prácticamente destrozadas-. «Lo principal», dice, son las personas. «A mí no me supone absolutamente nada. Lo realmente importante ahora es que ellas se pongan bien y que se ha quedado en un susto para todos», apunta. «Nunca» habían vivido un incidente similar. Ni tan siquiera lo había llegado a «imaginar» porque, según indica, «el edificio parece bastante nuevo». «Y menos en un día como hoy -en referencia a este domingo-, que ha hecho muy bueno... Si todavía hubiera pasado las semanas anteriores, que ha hecho un viento terrible...», incide.
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