Trágico día de Reyes en Peñaflor de Hornija
El derrumbe de la torre de la iglesia de Santa María, ocurrido hace 95 años, dejó atrapados en su casa al organista y a sus dos hijos pequeños
El estruendo fue ensordecedor. Parecía, de hecho, «como si hubiesen disparado un cañonazo» en medio del pueblo. Ocurrió hace 95 años en la localidad vallisoletana de Peñaflor de Hornija, concretamente en la festividad de los Reyes Magos. Al «ruido horroroso» le sucedieron gritos de auxilio y llantos de dolor proferidos con voz de niño. Sus vecinos -Peñaflor contaba en ese momento con cerca de 900 habitantes- se pusieron en lo peor.
¿Qué había ocurrido? Eran las cuatro y media de la tarde del 6 de enero de 1928. El supuesto cañonazo tronó en las inmediaciones de la iglesia parroquial de Santa María de la Expectación, declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León en 1997. El templo, de una sola nave y cuya parte más antigua data del siglo XIII, se había cubierto de una espesa nube de humo y polvo. Los vecinos se echaron a la calle, corrieron a la plaza que lo circundaba y certificaron lo peor: «La torre donde estaba colocado el hermoso campanario de Santa María se derrumbó, y al caer el cascote levantó enorme polvareda», informaba El Norte de Castilla.
No era solo una catástrofe material, por más que hasta el último vecino lamentara el derrumbe de aquella «airosa torre de veinte metros de altura». Era también, y sobre todo, la posible tragedia personal. Porque la torre, en su caída, había arrastrado envuelta entre las piedras a una de sus grandes campanas, parte de la cual terminó estrellándose sobre la casa que habitaba el organista Rufino Rodríguez, ubicada justo al lado de la iglesia. De ahí los gritos de auxilio que salían de la vivienda. «El peso de las piedras y de la campana hizo ceder el tejado y todo el vigamen fue a parar a las habitaciones del organista», apuntaba el cronista, dejando la modesta casa en ruinas.
Lo peor de todo era que «de entre los escombros partían lloros angustiosos y gritos de dolor» con voz infantil. Todos sabían, en efecto, que Rufino tenía dos niños pequeños, de tres y cuatro años, y que se encontraban en casa en ese momento. El cometido más urgente era salvar sus vidas. Los trabajos de desescombro ocuparon a todo el vecindario, destacando, por encima del resto, Baltasar López, Nicolás del Campo, Félix Pintado y Eusebio Gutiérrez. Los cuatro se entregaron a la tarea «con gran exposición de sus vidas, pues a cada paso que daban entre los escombros surgían nuevos derrumbamientos».
Con gran esfuerzo levantaban piedras y separaban vigas mientras escuchaban, cada vez más cerca, los lloros y gemidos de los niños. Entonces los vieron. La escena parecía ser fruto de un milagro: «Abrazados y acurrucaditos en un hueco que providencialmente habían formado unas vigas con la mesa de la cocina» estaban los pequeños. Rufino había perdido su casa, totalmente devastada por la torre, pero había recuperado con vida a sus hijos gracias a la solidaridad de los vecinos. Afortunadamente, el siniestro de 1928 no se cobró ninguna vida, pero dejó mutilada para siempre la iglesia de Santa María, la misma en la que, según reza una placa colocada por el Ayuntamiento de Peñaflor, situó Miguel Delibes la boda de Cipriano Salcedo, protagonista de 'El hereje', con Teodomira, oriunda del pueblo.
Construido en su mayor parte en la primera mitad del siglo XVI, el templo consta de una sola nave y su capilla mayor, al igual que la sacristía, se cubre con bóvedas de crucería con terceletes. Destaca además su curiosa bóveda de cañón con dieciséis fajones sustentados por ménsulas, su hilera de canecillos románicos mayoritariamente geométricos, y su pórtico castellano con seis columnas.
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