«Los revolucionarios del 68 lucharon contra el materialismo y crearon una cultura aún más materialista y consumista»
El catedrático Pablo Pérez López traza en su nuevo libro la línea que une Mayo del 68 y la cultura de la cancelación
¿Cómo es posible que aquel intento de regenerar a una generación materialista, que es lo que pretendía Mayo del 68, terminara derivando en una cultura aún más materialista y consumista? ¿Qué relación guarda el movimiento revolucionario de Mayo del 68 con la cultura woke, también llamada «de la cancelación»? A ambas preguntas trata de responder el zamorano Pablo Pérez López, director científico del Instituto Cultura y Sociedad (ICS) de la Universidad de Navarra y catedrático de Historia Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras en su nuevo libro, titulado precisamente 'De Mayo del 68 a la cultura woke', publicado por Palabra.
El libro arranca con las protestas de los jóvenes estadounidenses de los años 50 y 60 contra el racismo y el militarismo, y con temas como el feminismo y la defensa del medioambiente, unas movilizaciones que llegaron a Europa y alimentaron Mayo del 68. «Aquellos movimientos introdujeron teóricamente un lío tremendo, pero políticamente se quedó en nada: los candidatos gaullistas ganaron por mayoría absoluta en las elecciones de junio de 1968, y eso supuso una gran derrota electoral para la izquierda. Dicho esto, cabe preguntarse: ¿cómo se conjuga un fracaso político de tal envergadura con el triunfo del 68 en el mundo de las ideas?»
Ahí reside, según Pérez López, la clave explicativa del lazo que une, históricamente, Mayo del 68 y la cultura de la cancelación, triunfante en el mundo académico estadounidense a partir de los años 80. La herencia cultural de la revolución del 68 habría sido capaz de transformar los modos de vida, apunta el catedrático de Historia Contemporánea, que pone como ejemplo la exaltación de una libertad sin límites, en gran medida irresponsable, o la transformación de las pautas de comportamiento sexual, fraguada en años anteriores pero que con el 68 adquiere carta de naturaleza. Asimismo, Mayo del 68 impuso una política cada vez más centrada en el interés de los individuos y en la identidad.
'De Mayo del 68 a la cultura woke' relaciona esa transformación social y cultural hacia una libertad sin límites con la pérdida del sentido cristiano de la interpretación del mundo, pues la nueva cultura triunfante se erige en una suerte de «religión política, portadora de un nuevo moralismo. La juventud del 68 se considera 'olímpica' en el sentido de vivir como los dioses del Olimpo, es decir, sin responsabilidad alguna. La muerte desaparece del horizonte vital, se adora al 'dios' de uno mismo y, por tanto, se elimina el elemento religioso de trascendencia», explica el autor.
La conexión con la cultura woke, dominante en buena parte del mundo académico estadounidense, se explica a raíz del fracaso de esa «utopía capitalista que pretendía acabar con todas las injusticias y desigualdades. Eso no ha ocurrido, por lo que, en su lugar, se ha impuesto una cultura basada en la denuncia exacerbada, donde ya no hay héroes, sino únicamente víctimas a las que defender». De este modo, la cultura woke o de la cancelación renuncia a los ideales del pasado y solo busca grupos de víctimas de las injusticias heredadas para defenderlas, lo que deriva en una espiral acusatoria y destructiva.
La cultura woke atenta contra la libertad de expresión y contra el debate académico: «Una de las primeras acciones de la cultura woke en los campus universitarios, de la mano de catedráticos y profesores que habían sido sesentayochistas, es señalar. Y si no se puede hablar ni discutir, cómo vamos a pensar», sostiene el autor, para el que todos los grupos y partidos políticos han heredado mucho del 68, pero esta herencia es mucho más acentuada en aquellos que presentan rasgos más populistas. El libro de Pablo Pérez también aventura alternativas a esa cultura dominante, aún desconocidas pero que, con el paso del tiempo, terminarán concretándose.
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