El pederasta reincidente que obsesionó a Tordesillas
Crónica negra de Valladolid ·
El 4 de mayo de 1899 cundió la ira en la localidad vallisoletana al conocer que Vidal Barreller, mesonero del pueblo, había abusado de nueve niñas; condenado a nueve años de prisión, veinte años después volvió a las andadasLo tildaron de «bestia humana» y lo imaginaron cometiendo atrocidades tan repugnantes, que no se atrevieron a describirlas. «El vecindario de Tordesillas está excitadísimo y con sobrada razón», informaba a principios de mayo de 1899 El Norte de Castilla. Todo ocurrió el día 4, cuando, por mera casualidad, la maestra escuchó ciertas acusaciones en medio de una disputa entre varias niñas de la escuela. Eran frases durísimas y de una gravedad tan evidente, que no dudó en intervenir:
«Interrogó hábilmente a estas y a las demás del colegio, y de sus contestaciones dedujo el horrible suceso, que puso inmediatamente en conocimiento de los padres de las niñas». Fueron entre diez y doce los progenitores que aquel día, 4 de mayo de 1899, se personaron en el Juzgado de Instrucción de Tordesillas para formalizar la denuncia.
«La pluma se embota al consignar sobre el papel escenas tan monstruosas como las que ahora constituyen una verdadera obsesión para el vecindario de Tordesillas», reconocía el periodista. Lo cierto es que la investigación judicial fue tan diligente y se llevó con tal cautela, que a lo más que pudieron agarrarse los plumillas fue a la notificación, escueta y seca, de que a Vidal Barreller Hidalgo, alias «Tirillas», lo habían apresado e incomunicado por, supuestamente, haber abusado de hasta 15 niñas.
Años atrás se le siguió causa por violación de una niña que falleció, pero fue absuelto por falta de pruebas
Lo peor es que no era la primera vez que sucedía. Este albañil de 35 años, casado y con una hija de siete, que había heredado de su tía el mesón de la plaza tordesillana, era tristemente conocido porque «hace años se le siguió causa en Tordesillas por violación de una niña que falleció al poco tiempo, no se sabe si a consecuencia del hecho; su pobre madre se volvió medio loca y lo está en la actualidad», relataba este periódico, que añadía cómo, finalmente, fue absuelto por falta de pruebas.
«Después de tomar algunas declaraciones y practicar varios reconocimientos, el señor juez dispuso que ingresase también en la cárcel, quedando igualmente incomunicada una criada del Vidal, llamada Canuta, de unos doce a catorce años de edad, paliducha y con los ojos verdes». Tordesillas era presa de la histeria colectiva. La rumorología se adueñó de las calles, se hablaba de quince niñas «que habían sido atropelladas por el bárbaro autor de estos hechos», cuando no de 20 pequeñas con edades comprendidas entre los 3 y los 12 años. Hasta se llegó a decir que había abusado de Felipa, su propia hija.
Al parecer, Barreller las atraía con engaños, les ofrecía «dulces, caramelos y perras chicas» para llevarlas al mesón, donde primero jugaba con ellas hasta que terminaba «por saciar sus brutales apetitos no una, sino repetidas veces». Si las niñas no se atrevían a hablar era, aseguraba el periodista, porque Vidal las amenazaba con cortarles la cabeza y tirar su cuerpo al río.
Linchamiento
Nada más conocer la noticia, la irritación se apoderó del pueblo: «Sobre todo a las mujeres hay que oírlas agotar toda su inventiva, que es mucha, discurriendo martirios que sean digna pena del bárbaro atropello. Sin la oportuna previsión del señor juez de encerrar al presunto criminal en la cárcel, tan pronto como empezó a señalarle con su dedo, muchas veces profético, la opinión pública, es muy posible que hubiera habido que lamentar en Tordesillas un linchamiento horrible, después de todo muy justificado en esta ocasión, pese a todos los convencionalismos legales. La indignación es tan grande, que las mujeres hubieron de ocultar en un principio a sus maridos toda la intensidad del hecho, para evitar una nueva desgracia, pues, como es natural, los ofendidos padres querían a todo trance tomarse la justicia por su mano».
Hasta hubo periódicos de otras provincias que animaron a tomarse la justicia por su mano: «¡Qué lástima tan grande que no se haya adelantado esta vez la justicia de las madres a la razonadora y fría justicia de la ley! El linchamiento será una salvajada, pero cerrando por un instante los ojos, ¡qué bien empleado y qué oportuno hubiera sido el linchamiento del posadero sátiro, del miserable Vidal Barreller, alias 'Tirillas'», podía leerse en el ejemplar de 'La Rioja' del 11 de mayo de 1899.
La renuncia a defenderle por parte del letrado Fernández Alonso obligó a suspender el juicio
Por si fuera poco, cuando el 16 de noviembre de 1900 dio comienzo el juicio en la capital vallisoletana, la decisión del letrado Fernández Alonso de renunciar a la defensa del acusado forzó su suspensión. La reanudación, el 26 de abril de 1901, fue un tanto sorprendente, pues el fiscal decidió modificar sus conclusiones provisionales al considerar que los hechos de los que se acusaba a Barreller no eran constitutivos de un delito de violación y sí de abusos deshonestos comprendidos en el artículo 459 del Código Penal. Finalmente, el mesonero fue considerado culpable de nueve delitos de esa naturaleza y condenado a nueve años de prisión correccional.
No terminó aquí, sin embargo, la terrible historia que heló el corazón de los tordesillanos. Veinte años después, concretamente el 28 de septiembre de 1919, la opinión pública volvía a sobresaltarse al leer que el «Tirillas» había abusado de dos niñas de 8 años. En el juicio, celebrado 9 de junio de 1920, el fiscal pidió para él seis años de prisión, mientras el abogado defensor, Eduardo López Pérez, solicitaba la declaración de inculpabilidad por tratarse de «un anormal con síntomas de microcefalia que obra por impulso irresistible, no siendo responsable de los hechos». En esta ocasión, Barreller fue condenado a cuatro años y nueve meses de prisión por abusos deshonestos con la agravante de doble reincidencia.
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