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Álbum de la familia Frechilla
El Paraíso del Plástico de la familia Frechilla

Comercios históricos de Valladolid: Droguería Frechilla y Madrileña

El Paraíso del Plástico de la familia Frechilla

Celedonio Frechilla abrió en 1898 una droguería en el número 10 de la calle Orates que, reconvertida en bazar, regentó su biznieto José Miguel hasta 2017 en su última ubicación, en la calle San Felipe Neri

Sonia Quintana

Valladolid

Lunes, 16 de diciembre 2024, 07:12

Celedonio Frechilla Ramírez abrió a principios del mes de febrero de 1898 una droguería en el número 10 de la calle Orates, al poco tiempo renombrada como Cánovas del Castillo, en honor al político e historiador malagueño Antonio Cánovas del Castillo, asesinado por un anarquista italiano en agosto de 1897 en el Balneario de Santa Águeda de Mondragón. «Se necesita dependiente de 14 a 16 años para la droguería que se abrirá dentro de breves días en la calle de Orates. Informará Celedonio Frechilla», publicaba en El Norte de Castilla este anuncio el comerciante vallisoletano, días antes de que finalizara el mes de enero de 1898. Ya en el número 19 de dicha calle (luego 13), la heredó el pequeño de sus hijos, el único varón: Abraham Frechilla Frutos (Valladolid, 1892). Celedonio falleció en 1912. El matrimonio formado por Celedonio Frechilla Ramírez y Vicenta Frutos Diez tuvo cuatro hijos: Rosa, Sara, Fredesvinda y Abraham; solo Fredesvinda y Abraham sobrevivieron a sus padres.

«La droguería pasó a llamarse A. Frechilla», recuerda José Miguel Frechilla (Valladolid, 1959), biznieto de Celedonio y último Frechilla al frente de este histórico negocio vallisoletano, que cerró sus puertas en 2017 con 119 años de vida. En 1936 Abraham Frechilla Frutos cogió un traspaso y abrió Droguería Madrileña, en el número 16 de la calle Teresa Gil, esquina con 12 de Abril (hoy Regalado) y, durante unos años, mantuvo abiertos los dos negocios. «Droguería de Frechilla, Cánovas del Castillo, 13, y sucursal, Droguería Madrileña, Teresa Gil, 16», se anunciaban a finales de los años treinta del siglo XX estos comercios en el periódico. Tras la muerte de Abraham Frechilla, en 1940, su viuda, Isabel del Rey, se puso al frente del negocio de Cánovas del Castillo, que pasó a llamarse Viuda de A. Frechilla, y mantuvo abierta la de Teresa Gil. «En aquellos años hacían jabones y perfumes», cuenta José Miguel Frechilla. El comercio primitivo ya no estaba abierto en 1944.

Abraham e Isabel tuvieron tres hijos: Antonio, Miguel y Lorenzo Frechilla del Rey. «Lorenzo, que luego fue escultor, hacía unas etiquetas muy bonitas para los perfumes y mi abuela decía que venían de París», confiesa divertido José Miguel. «Los tres hijos echaban una mano pero fue mi padre, Miguel, quien finalmente se quedó con el negocio familiar» que, en 1955, añadió a su nombre original el de El Paraíso del Plástico, nombre que mantuvo, ya sin el de Droguería Madrileña, hasta que cerró definitivamente sus puertas en 2017. La calle cambió la numeración y el 16 pasó a ser el 10, pero la icónica tienda de Teresa Gil siempre estuvo en la esquina con Regalado, «en el local que antes había ocupado la sombrerería de la vecina Casa Juanito», apunta el biznieto del fundador.

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«Mi padre comenzó a vender cepillos, pulverizadores para colonia y algún juguete de plástico por Navidad, cuando el plástico comenzó a convertirse en material habitual de numerosos productos. La apuesta por los productos de plástico se convertiría en la seña de identidad de la casa hasta el fin de sus días. «En aquella época fueron una novedad tremenda los rollos de manteles de plástico que no había que meterlos en la lavadora. Barreños, palanganas... todo el menaje en general. En la campaña de verano traíamos flotadores, colchonetas, chancletas y todos los utensilios para ir de 'camping'. En Los Santos, flores de plástico; y en Navidad, juguetes. Todo producto nacional», apostilla José Miguel. «Los bazares chinos y la venta 'online' hicieron mucho daño al negocio» que, a finales de 2012, tras la declaración de ruina del inmueble del número 10 de la calle Teresa Gil, tuvo que mudarse al número 1 de San Felipe Neri, donde permaneció abierto algo más de cuatro años.

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