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En las inmediaciones de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen, extramuros de la ciudad, hallaron el cadáver de Santiago García el 23 de julio de 1900. ARCHIVO MUNICIPAL
Antes muerto que en el paro

Antes muerto que en el paro

La policía encontró el cuerpo sin vida de Santiago García en la campiña del Carmen, en julio de 1900; presentaba un disparo en la cabeza y había dejado una carta

Martes, 29 de septiembre 2020, 07:15

Era una tarde sofocante aquella del 23 de julio de 1900. Hasta las ocho y media nada había alterado la rutina diaria del subjefe de guardias municipales, Ignacio Ruano, que a punto estaba de dar por finalizada una jornada laboral más. Entonces ocurrió lo inesperado: una llamada desde el fielato de Santa Clara le puso en antecedentes. No debía demorarse un minuto. Ruano acudió raudo a la campiña del Carmen, concretamente a un lugar conocido como «Guardiñas», junto a la carretera de Santovenia, muy cerca de la iglesia del Carmen Extramuros. Y lo vio.

Varias personas se arremolinaban en torno a un bulto que yacía en el suelo. Ruano solo tuvo que dar unos pasos más para corroborar la desdicha que él mismo presagiaba desde que recibió la fatídica llamada. Allí estaba, tirado en pleno descampado, el cadáver de un hombre más bien corpulento. Los detalles no dejaban lugar a dudas. Según el periodista de El Norte de Castilla que cubrió el suceso, el cuerpo presentaba «una profunda herida en la región temporal derecha», producida por una pistola del calibre 12, hallada junto a él.

Era, a todas luces, el cadáver de una persona humilde. Vestía pantalón claro, camisa a rayas y blusa, y había colocado unas alforjas a modo de almohada. Aparentaba algo más de 50 años. Los presentes observaron una boina en el lado derecho, bajo la que asomaba un papel. Nadie tocó nada en espera de la llegada del juez de distrito de la plaza. Éste, después de observar atentamente la escena, levantó con cuidado la boina y recogió lo que parecía ser una carta.

Confesión

Estaba escrita en letra menuda y lo dejaba todo claro: «Que no se culpe a nadie de mi muerte, señor juez. Tengo una hermana en Valladolid, que se llama (...) y vive en la calle de la Asunción número 17», comenzaba. Luego se derretía en elogios hacia su mujer, María Martín, que vivía en Cabezón. Los periodistas no tardaron en conocer la identidad del finado. Se llamaba Santiago García, era zapatero de profesión y residía en Cabezón.

Según las pesquisas del juez, lo último que se supo de él era que había salido del pueblo en la madrugada del día 22. El cadáver fue conducido enseguida al depósito municipal. Hasta allí se acercó el único hijo del matrimonio, de nombre Pedro, que trabajaba en una huerta propiedad de Mariano Mateo. Pese a sus lamentos y ruegos, no le dejaron entrar para despedirse de su padre. La escena, a decir del periodista, era desgarradora.

La publicación de la noticia despertó todo tipo de elucubraciones entre los vallisoletanos, pues nadie se explicaba la causa de tamaño proceder. ¿Qué motivos podrían haber llevado a Santiago a descerrajarse un tiro en la cabeza? «Se dice de rumor público que obedecen a no haber encontrado trabajo en los diferentes sitios donde lo solicitó, siendo su situación muy angustiosa», aclaraba El Norte de Castilla.

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