El maestro que luchó por un Pajarillos más digno
Teófilo Villamañán, que tiene una calle en el barrio, consiguió mejoras decisivas como fuentes públicas, pavimentación, guarderías y asfaltado
Nada más llegar al barrio se quedó pasmado. Acababa de ganar por oposición una plaza de maestro en poblaciones de más de 10.000 habitantes y su destino era la Escuela Nacional Unitaria de Niños 'Cristóbal Colón', en Pajarillos. Era 1942. Lo que se encontró Teófilo Villamañán del Río era desolador. Él mismo lo dejó escrito. Aseguraba que la escuela, situada en un espacio cedido por el Campo de Tiro del Ejército, era «la peor de las escuelas de Valladolid» y estaba en el «barrio más extremo, el más separado, de cuya capital dista más de dos kilómetros y con el que está comunicado por un camino casi intransitable». Para colmo, los niños tenían que atravesar a diario la vía del tren, con los peligros que ello suponía.
Pocos años después, sin embargo, la situación comenzó a cambiar. El barrio fue ganando en infraestructuras, mejora de calles, avance en higiene y en servicios. Y en buena medida se debió, precisamente, a la labor del único maestro que había entonces en Pajarillos, Teófilo Villamañán del Río, famoso en la ciudad por su acto anual de reparto de juguetes, comida y ropa a los más pequeños del colegio, pero también por su insistencia ante las autoridades para lograr mejoras tangibles.
Más historia del barrio
Palentino de Támara de Campos, donde había nacido el 13 de octubre de 1911, era hijo de Cesáreo, organista del pueblo, y de Eutiquia. Estudió con los salesianos de Astudillo y de Carabanchel antes de obtener el título de Maestro de Primeras Letras en la Escuela Normal de Palencia, en 1933. Sus primeros destinos como interino fueron las escuelas de Valcobero, Castromocho y Boadilla del Camino, las tres en la provincia de Palencia, hasta que en noviembre de 1934 consiguió en propiedad la plaza de maestro en la Escuela Nacional de Niños de Carrión de los Condes.
Ya aquí destacó por su brillante labor educativa, elogiada por las autoridades del momento, pero también por sus insistentes demandas para conseguir mejores condiciones de trabajo para todos, maestro y niños. Su expediente contiene, por ejemplo, una carta fechada en 1940 en la que recuerda las constantes peticiones realizadas desde 1935: los problemas que le ocasionaban el exceso de matrícula (asistían 125 niños), la falta de medios y de condiciones mínimas (las clases se daban en un salón adaptado, sin patio, con mala ventilación y poca iluminación). Aunque Teófilo solicitaba la creación de más escuelas, las autoridades se limitaron a dividir a los alumnos en dos grupos, uno de mañana y otro de tarde.
El maestro se presentó al concurso-oposición para plazas en poblaciones de más de 10.000 habitantes porque quería compaginar su trabajo en la escuela con la licenciatura en Filosofía y Letras, titulación que obtuvo en la Universidad de Valladolid en 1948. Aterrado por las malas condiciones en las que se veía obligado a desempeñar su vocación como maestro de la Escuela 'Cristóbal Colón', pero también por la penuria de los niños y sus familias, se propuso hacer todo lo posible por cambiarlo. Enseguida se hizo famoso por los actos que celebraba cada mes de enero, consistentes en el reparto de juguetes, ropa, calzado y comida a los más pequeños.
El maestro se ganó muy pronto el cariño de las familias. Sobre todo porque aquellos actos venían acompañados de continuas demandas a las autoridades, especialmente a los sucesivos alcaldes con los que trató (Fernando Ferreiro, José González-Regueral, José Luis Gutiérrez Semprún y Santiago López), para conseguir infraestructuras que consideraba cruciales. Como recuerda su hijo, Miguel Ángel Villamañán, catedrático de Máquinas y Motores Térmicos de la Universidad de Valladolid, gracias a sus gestiones Pajarillos consiguió tener más calles pavimentadas, aceras, traída de aguas, fuentes públicas, farolas, teléfono, consultorio médico, estanco, buzón, grupos escolares de párvulos, servicio de autobuses, iglesia y, sobre todo, el paso subterráneo, inaugurado en 1959 para peatones y ampliado en 1964 para los vehículos.
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Tanto esfuerzo y dedicación a sus convecinos le hizo merecedor de una calle en el barrio, cuya placa se colocó en diciembre de 1948, en un acto público en el que también se inauguró otra dedicada al alcalde Fernando Ferreiro. Impulsor y presidente del Club de Fútbol del Colegio, dinamizó la vida cotidiana de Pajarillos con muchas otras actividades lúdicas y deportivas, y en 1957 figuró en la lista de candidatos a concejal por el llamado Tercio de Entidades Profesionales, Económicas y Culturales. En 1966 fue condecorado con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Aún le faltaban 15 años para jubilarse. Con su muerte, ocurrida el 23 de febrero de 1998, Valladolid perdió a un gran maestro y a un hombre entregado a los más desfavorecidos de Pajarillos. Como escribió Félix Antonio González en un sentido obituario, «Teófilo Villamañán llenó totalmente la palabra maestro, esa hermosa palabra. (...) En los Pajarillos hay una calle que así se llama: Calle de Teófilo Villamañán. Y en esa calle –por él– da un poco más el sol».
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