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El castillo de Fuentes de Valdepero a principios del siglo XX. MINISTERIO DE CULTURA

La espada misteriosa

Alojada según la tradición dentro de un muro del castillo de Fuentes de Valdepero, las leyendas más macabras la imaginan a modo de estaca para los condenados

Martes, 14 de julio 2020, 08:01

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Construido a mediados del siglo XV por orden de Diego Pérez Sarmiento, señor de la villa, el castillo palentino de Fuentes de Valdepero llegó a ser en su día la fortaleza más importante de Castilla desde el punto de vista arquitectónico. De uso palaciego y residencial, llamaba la atención por su robusta torre del homenaje y también, cómo no, por encerrar entre sus muros una curiosa leyenda que se ha transmitido de generación en generación.

Entre las gentes del pueblo es común referirse, en efecto, a una llamativa espada cuya empuñadura, envuelta en un pergamino, se alojaba dentro del muro. Textos de mediados del siglo XIX acreditan, de hecho, la existencia de la misma, pues incluso el famoso Diccionario de Pascual Madoz, publicado entre 1846 y 1850, al hablar de la fortaleza palentina refiere su existencia con estas palabras: «Un escudo de armas con preciosas molduras y en medio de ellas está clavada una espada de acero».

Según parece, el lugar concreto de la ubicación de esta espada se situaba entre las dos rodelas que portan las armas de los Sarmiento, en el cubo del Sudeste. A modo de aviso para navegantes, la hoja de acero sobresalía del muro llamando poderosamente la atención del visitante. El mensaje, para algunos eruditos, era claro: se trataba de simbolizar y recordar la jurisdicción criminal del señor de la villa sobre los vecinos.

Otros, sin embargo, le atribuyen una función mucho más macabra: la espada sería en realidad el instrumento utilizado para ajusticiar a los condenados a muerte, a quienes lanzarían desde las almenas, a la vista de todo el pueblo, para que el hiriente filo acabara rápida y limpiamente con sus vidas. Incluso se decía que en las noches de tormenta, cuando soplaba el viento con toda su fuerza, la espada vibraba y transmitía un estremecedor lamento, procedente del alma en pena de un ajusticiado con ella.

Más cercanas a la realidad parecen las teorías que interpretan la existencia de dicha espada como resultado de la tenaz resistencia que los moradores del castillo opusieron al obispo Acuña en 1521, fiero comunero que atizó la rebelión antiseñorial en toda la zona y que finalmente se hizo con la fortaleza, si bien recompensó el arrojo de sus gentes con generosas capitulaciones. Además, durante mucho tiempo sus vecinos aseguraban que si se golpeaba la espada con una piedra, ésta lanzaba durante mucho tiempo un sonido siniestro, que atemorizaba al pueblo.

La cuestión de la propiedad originaria de la espada es también motivo de debate y elucubración, pues algunos la atribuyen a Sancho Díaz, conde de Saldaña, mientras otros aseguran que perteneció a su hijo, Bernardo del Carpio, el mismo que venció a Carlomagno en la célebre batalla de Roncesvalles.

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