Enigmas de Shakespeare en Valladolid
A los mitos sobre su encuentro con Cervantes o su estancia en el Colegio de los Ingleses se suma el misterioso infolio hallado, supuestamente, en la Casa del Sol
No son nuevos ni novedosos los relatos mitificados sobre la presunta estancia en Valladolid del dramaturgo y poeta inglés William Shakespeare. Entre los más prodigados -y no documentados- figura su posible encuentro con el mismísimo Miguel de Cervantes hacia 1605, cuando Valladolid era capital de la Corte y aquel residía en la casa situada en la antigua calle del Rastro, donde escribiría parte del Quijote y sus 'Novelas ejemplares'. Y todo porque ese año de 1605 llegó a la ciudad una delegación inglesa, compuesta por seiscientas o setecientas personas, para firmar un Tratado con España. ¿Estuvo Shakespeare en aquella populosa comitiva? Nada lo ha probado, pero, para algunos estudiosos, no tendría por qué descartarse. Mucho más fabuladora es la supuesta estancia del escritor en el Colegio de los Ingleses a finales del siglo XVI, pues sugiere que Shakespeare sería, en realidad, el seudónimo que utilizó el también dramaturgo, y un tanto pendenciero, Christopher Marlowe, obligado a huir de Inglaterra después de un altercado y a ingresar, como estudiante, en el histórico centro jesuítico.
Otro enigma sugerente lo proporciona la figura de Diego de Sarmiento de Acuña, primer conde de Gondomar y embajador de España en Londres entre 1613 y 1622, cuyo palacio en Valladolid se conoce como Casa el Sol. Como ha escrito Ángel Luis Pujante en 'Shakespeare llega a España' (2019), todo comenzó cuando Pascual de Gayangos y Arce, conocido arabista y bibliófilo, dijo haber visto en la Casa del Sol, hacia 1835, la primera edición en folio, o primer infolio, de las comedias, tragedias y dramas históricos de Shakespeare, publicado en Londres en 1623. Según Gayangos, fue en el palacio del Conde de Gondomar, que aparte de embajador era un apasionado bibliófilo cuyos agentes europeos le nutrían de libros, donde halló cientos de originales esparcidos por el suelo. A decir del arabista, ese infolio o primera edición de las comedias de Shakespeare estaba «muy bien conservado, encuadernado en la tradicional piel de becerro inglesa, y tenía muchas anotaciones en los márgenes, con la particularidad de que en algunos casos había tachaduras a pluma sobre cinco seis versos».
Siguiendo el relato de Gayangos -reproducido por Pujante-, que en 1860 se lo comunicó por carta a Frederic Madden, conservador de manuscritos del Museo Británico, en 1843 regresó a Valladolid y supo que todos los ejemplares que encontró desperdigados en la Casa del Sol, incluido el de Shakespeare, habían sido vendidos a merceros de la ciudad para envolver sus géneros, lo que supuso su total destrucción. Esta historia, tan sugerente como ayuna de pruebas documentales, no acaba de convencer al propio Pujante, que la achaca más bien a una invención de Gayangos cuando no a la apropiación, por parte de este, del relato de otro testigo que sí que habría visto los papeles desperdigados en la casa del conde. Más conocida y plenamente documentada es la existencia del segundo infolio de las obras dramáticas de Shakespeare, impreso en 1632 y expurgado por la Inquisición.
Pertenecía, en efecto, al Colegio de los Ingleses y estuvo en su biblioteca desde la segunda o tercera década del siglo XVII hasta 1928, año en que fue vendido al coleccionista norteamericano Henry C. Folger por mil libras esterlinas; en la actualidad, el infolio de Valladolid se encuentra en la Biblioteca Folger Shakespeare de Washington, D.C. Como la nota manuscrita de la portada indica que el autor de la censura inquisitorial fue «Guilielmum Sancheum», algunos lo tradujeron como «Guiilén Sánchez», cuando se trata, en realidad, del jesuita inglés William Sankey, residente en el Colegio vallisoletano desde 1641. Lo que más ha interesado a los especialistas son las motivaciones que tuvo para tachar varias palabras, versos y pasajes del infolio, incluso para eliminar por completo la obra 'Medida por medida'. Estas fueron, básicamente, las alusiones deshonrosas hacia miembros de la Iglesia católica, las numerosas alusiones en defensa de la causa protestante y las referencias de tipo sexual.
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