Antigua Benefencia, actual Casa del Estudiante.J. Anta
El otro O'Donnell que forma parte de la historia de Valladolid
Historias de aquí ·
Dos siglos más tarde del paso por la ciudad de Red Hugh, Carlos O'Donnell fue gobernador, capitán general del Ejército y Reino de Castilla la Vieja y presidente de la Real Chancillería y de las Juntas de Policía y Sanidad, además de promover la Asociación Casa de Beneficencia
Desde que algunos descendientes del líder irlandés del siglo XVI Red Hugh O´Donnell se interesaron por el paradero de sus restos en Valladolid, aquel héroe católico que combatió a los protestantes ingleses se ha convertido en un personaje que puso a Valladolid en la primera página de numerosos medios informativos nacionales e internacionales.
Mas la ciudad también ha tenido a un O´Donnell como protagonista en un periodo del siglo XIX. Se trata de Carlos O´Donnell Anhetan, padre del que llegara a ser presidente del Consejo de Ministros en varias ocasiones, Leopoldo O´Donnell y Jorís.
Estos O´Donnell, también de origen irlandés según el Instituto Salazar y Castro del CSIC, descienden del clan de Red Hugh, cosa que desmienten buenos conocedores de la genealogía irlandesa. Pero, en fin, las ramas de los clanes irlandeses son un tanto complejas.
Carlos O´Donnell Anhetan (1772–1830) que, entre otros destinos, fue gobernador, capitán general del Ejército y Reino de Castilla la Vieja y presidente de la Real Chancillería y de las Juntas de Policía y Sanidad, también fue el promotor de la Asociación Casa de Beneficencia de Valladolid. La institución se constituyó el 18 de julio de 1818 y fue su presidente desde aquel año hasta 1820, así como en 1824 y 1825. Esas fechas coinciden, más o menos, con sus estancias en Valladolid en calidad de presidente de la Real Chancillería, entre los años 1817 y 1820 y de 1823 a 1825.
Busto instalado en los jardines de la Casa de Benefencia en 2018.
Javier Polo
Aquella asociación se formó por personas convocadas expresamente por O´Donnell que representaban a instituciones civiles y religiosas, como la Universidad o el Arzobispado, y por personalidades destacadas del ámbito empresarial, militar, jurídico, político y cultural.
Pilar Calvo Caballero, profesora de Historia en la Universidad de Valladolid, en su libro 'Beneficencia y Ciudad. La Casa de Beneficencia de Valladolid (1818-2018)', relata que O´Donnell, con el apoyo del obispo, quería conciliar el socorro a los pobres absolutamente imposibilitados de ganar su sustento, diferenciándolos de aquellos que abusaban de su condición por razones de ociosidad voluntaria. Eran años en que multitud de pobres deambulaban por Valladolid implorando la caridad.
La Junta Rectora de la asociación tenía entre sus primeros objetivos el de habilitar una casa donde acoger a los verdaderos necesitados y, al mismo tiempo, reprimir la mendicidad fingida, según consta en los bandos que Carlos O´Donnell publicó en su condición de gobernador de Valladolid. Aquellos bandos exhortaban a que el vecindario no diera limosna en la calle, sino que las personas piadosas canalizaran su caridad a través de la Asociación y la Beneficencia organizada, para así garantizar que el dinero y la atención necesaria llegara a los verdaderamente necesitados. Y, al mismo tiempo, escribe a todas las parroquias y conventos de Valladolid para que suspendan sus limosnas y las entregas de alimentos en las puertas de las iglesias y las hagan llegar a la Beneficencia.
Con las primeras cantidades recibidas, la Junta, el 21 de agosto de 1818, habilitó en la calle Boariza (actual María de Molina) una casa, llamada Casa de Pordioseros, que llegó a disponer de cuarenta camas. Después, la Beneficencia se trasladó al convento de los Capuchinos y, finalmente en 1824, se estableció frente a la iglesia de San Pedro, en la esquina de la calle Chancillería con Real de Burgos. Allí, tras realizar las obras necesarias, adquirió el aspecto que ahora ofrece, en el lugar en el que en la actualidad se alojan las dependencias de la Casa del Estudiante de la Universidad de Valladolid. En ese punto estuvo hasta que en 1979 la Casa se asentó en un edifico de nueva planta construido en el Camino del Cementerio.
Hablando de la Casa de Beneficencia no puede dejar de anotarse que las religiosas Hijas de la Caridad la han llevado hasta el año 2021 desde que en 1869 comenzaran a ejercer su labor en la misma. Josefa Capdevilla fue la primera superiora, desde 1870, hasta su fallecimiento en 1877.
La nueva Casa de Beneficencia se construyó en una finca del Real Colegio San Albano de Ingleses.
J. Anta
Volviendo a la labor de Carlos O´Donnell, las crónicas hablan de que aquella obra fue posible gracias a su autoridad e infatigable actividad y a que buscó los apoyos necesarios, incluso en altas instancias del Gobierno de España. No dudó en exigir a los conventos, recelosos de haber sido apartados de ejercer la caridad en las puertas de sus iglesias, que cumplieran con su compromiso de realizar donaciones a la Casa de Beneficencia.
La ciudad le reconoció su labor nombrándole Académico Honorario de la Real Academia de Matemáticas y Nobles Artes de la Purísima Concepción el 4 de diciembre de 1818.
Entre 1827 y 1832 José O´Donnell, hermano de Carlos, fue elegido presidente de la Asociación Casa de Beneficencia.
Firma de Carlos O´Donnell, en un documento reclamando algunas propiedades al ayuntamiento de Valladolid cuando era Presidente de la Chancillería de Valladolid.
AMVA
Carlos, de ideas conservadoras, fue enemigo acérrimo del liberalismo. Se distinguió por ser uno de los generales que más hicieron en favor de los derechos de Fernando VII. Aquel fervor absolutista le llevó al exilio en Francia durante los años del Trienio Liberal (1820-1823). Tal era su implicación política que, según el cronista Casimiro G. García Valladolid, su esposa, María Josefa Jorís y Casaviella, camarista de la reina María Luisa, tuvo que refugiarse en el convento de Santa Clara de Valladolid para evitar ser prendida por los partidarios de Juan Martín El Empecinado.
Carlos O´Donnell falleció en su casa de Madrid el 7 de febrero de 1830 y en su testamento, otorgado ese mismo año, legó todos sus derechos y títulos irlandeses a su hijo primogénito, también llamado Carlos, para el caso de que en Irlanda fuesen devueltos los bienes incautados a los emigrados católicos.
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