Borrar
La Casa Cuna de Valladolid.

Valladolid

Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos

En este conjunto arquitectónico se invirtieron más de veintinueve millones de pesetas y fue levantado por Construcciones Torinos en 1972

Sábado, 25 de marzo 2023, 00:18

Comenta

Es todo un capricho arquitectónico. Con este calificativo, el cronista Losada, de El Norte de Castilla, se refería a finales de octubre de 1972 al edificio que la Diputación de Valladolid estaba terminando de construir en la nueva zona urbana «Vista Verde», en el actual barrio Arturo Eyries de la ciudad.

Un edificio, se maravillaba el periodista, con atención máxima a los mínimos detalles; dotado de piscinas infantiles, una triple exterior y otra al interior cubierta y de agua caliente, jardines y espacios exteriores con juegos, una gran sala para recreo comunicada directamente con las aulas, patio-recreo exterior en la terraza cubierta, cuatro magníficas aulas perfectamente dotadas para los niños de tres a seis años, otras cuatro aulas-jardín, salón de actos utilizable como cine e incluso como capilla, bloque de tres pisos para dormitorios, comedor, edificio para la comunidad de religiosas que atenderían el centro… etc. ¡Toda una construcción de lujo!

El conjunto arquitectónico en el que se habían invertido más de veintinueve millones de aquellas pesetas y que levantaría la empresa Construcciones Torinos, sería bendecido el 25 de abril de 1973 por el cardenal nacido en Villanubla, Marcelo González primado de España, y entraría en total funcionamiento a finales de ese mismo año. Como anunciaban las crónicas de El Norte de Castilla, inicialmente albergaría trescientos niños trasladados desde la Residencia «Don Juan de Austria», y de los barrios.

Casa Cuna en los años setenta.
Imagen principal - Casa Cuna en los años setenta.

En una segunda fase, estaba previsto su funcionamiento complementario de guardería. Realmente la capacidad del complejo se preveía para un total de doscientos cincuenta niños (ciento cincuenta internos en la casa cuna más cien en la guardería) con edades desde recién nacidos a seis años.

Era la alternativa social que la arquitectura del Movimiento Moderno daba a los niños huérfanos y necesitados frente al edificio que había servido hasta entonces como Hospicio u Orfanato Provincial: los restos del palacio de los condes de Benavente restaurado con ese fin tras el estado en que quedó después de su incendio en 1716. Desde principios del siglo XIX, el segundo palacio en mayor tamaño después del real, en esta ciudad palaciega y conventual, sirvió como lugar de hospitalidad de hasta más de 300 niños abandonados.

El antiguo palacio tomó el nombre de Colegio-Residencia Don Juan de Austria, con uno de los usos más aprovechados de los dispares destinos de la arquitectura palaciega desatendida y abandonada tras la marcha de la corte en 1606, paradójicamente, la de amparar a los niños desatendidos o abandonados en la provincia de Valladolid. Los salones que fueron escenarios de las Cortes en 1555 y que cuatro años más tarde sirvieron de morada al mismísimo rey Felipe II, se vieron convertidos en masivos comedores comunitarios, fríos dormitorios, salas de lactancia, estudio e incluso talleres de oficios. Las paredes en las que un día llegaron a colgarse cuadros de Caravaggio y Ribera, como Hospicio lucían blancas, vacías y asépticas.

En contrapartida, el nuevo edificio Casa Cuna iba a ofrecer lo mejor que la arquitectura Moderna era capaz de proyectar gracias al encargo de su promotor José Luis Mosquera, presidente de la Diputación Provincial de Valladolid de 1968 a 1976. Al inicio de su mandato, encomendó al arquitecto de la Diputación Ángel Ríos la redacción del proyecto, el cuál lo desarrolló juntamente con el también arquitecto Isaías Paredes en el estudio que compartían ambos. Paredes terminaría convirtiéndose en arquitecto municipal de Valladolid e incluso Decano del Colegio Oficial de Arquitectos.

Imagen principal - Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos

El proyecto lo firmaron en noviembre de ese mismo año 1968, y fue una obra que marcó brillantemente el momento de madurez proyectual del Estudio de Paredes y Ríos. Arquitectos que proyectaban dentro de los principios del Movimiento Moderno en el período de su vigencia entre 1925 y 1975. Como aval de la calidad de sus obras, recientemente la Fundación Internacional Docomomo Ibérico, dedicada al estudio y conservación de las mejores obras del Movimiento Moderno en la península, registró cuatro de sus edificios dentro de una exigente selección por expertos sin vinculación a nuestra Región, edificios que en la actualidad están en el Catálogo de edificios protegidos por el Plan General de la ciudad.

Las tres primeras obras con este reconocimiento son edificios de viviendas. Las construidas en el paseo Zorrilla número 13, entre 1957 y 1958, y los también edificios de viviendas en la calle Espíritu Santo n o 1, entre 1958 y 1960, y en la calle Gamazo número 6, entre 1964 y 1966. Estos proyectos fueron trazados atendiendo a razones funcionales, y en sus planos, la regularidad y la simplicidad marcan su condición común centrando la atención en el juego formal de sus fachadas.

La imagen al exterior de estas arquitecturas situadas dentro de los cánones de este Movimiento Moderno tomó además condiciones personales. Estos edificios entre 1957 y 1966, tienen en común el uso del ladrillo visto para la mayoría de los cerramientos, su juego de volúmenes en diente de sierra o en ángulo, a su vez trabados mediante galerías abiertas y voladas cuyos forjados tensan la condición vertical de sus fachadas o remarcan las esquinas, en ellos se relacionan sus volúmenes y los planos de balcones y cubiertas creando juegos de sombras sobre los volúmenes.

El cuarto edifico de estos arquitectos incorporado al Registro Docomomo Ibérico es la Casa Cuna. En su selección se valoró el aporte de las soluciones compositivas que se sumaban al debate de la arquitectura del Movimiento Moderno en aquellos años. Los arquitectos Paredes y Ríos incorporaron en su proyecto las últimas condiciones del final de este importante período arquitectónico que nos proponemos explicar.

Imagen principal - Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos

Para comprender qué es y qué significa este edificio, propongo simplemente pasear por él y entenderlo como si allí viviéramos, como si fuéramos uno de aquellos niños acogidos conviviendo en su día a día. En el edificio se residía mayoritariamente aislado del exterior, con autonomía; podríamos compararlo con la vida dentro de un monasterio, o en un gran barco, pero para ser preciso y acertado, la vida allí era como residir en una pequeña ciudad.

Durante las horas de día se desarrollaba en una sola planta, siendo la organización de sus numerosas y pequeñas partes articuladas entre sí, como si de una estructura de pequeña ciudad se tratara. Los dos pasillos, según su uso, se entienden como calles, o pórticos acristalados desde donde se accede a las aulas como casas con pequeños patios, a la sala-recreo de juegos comunes y al comedor; o una avenida que conduce al bloque de dormitorios y desde donde a ambos lados se accede al edificio del cine-auditorio o a la piscina cubierta.

Los dos pasillos-calles se cruzan en una pequeña plazuela que sirve de acceso o salida, desde o al exterior, en cuya entrada se diseñó un pequeño jardín. El patio se convierte en su plaza en cuyo interior se ubica el pabellón circular de la piscina, plaza creada por las fachadas de los edificios que la rodean: el volumen de administración, las calles como pórticos acristalados, el comedor, hacia el norte el bloque de tres alturas de dormitorios con galerías abiertas y corridas mirando a esa plaza y en el oeste y unido a él, el edificio de cuatro alturas de la comunidad de religiosas.

Imagen principal - Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos

Los arquitectos reservaron una buena parte del solar mejor orientado, hacia el sur con sol iluminando a lo largo de todo el día hacia donde vuelcan las ocho aulas, para diseñar un gran parque con la piscina de verano, un pequeño teatro en hemiciclo, terrarios y multitud de juegos infantiles. La idea de esta arquitectura diseñada como una pequeña ciudad tuvo antecedentes en Europa con ejemplos como el Orfanato de Ámsterdam entre 1957 y 1960, proyectado por neerlandés Aldo van Eyck; la Universidad Libre de Berlín obra de Candilis, Josic y Woods, grupo de arquitectos griego, yugoslavo y norteamericano, de 1962; o incluso la Facultad de Economía en Oporto por el portugués Viana de Lima en 1961.

Ideas que derivan de los debates del Décimo Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de 1956. Desde este análisis, podemos acercar la Casa Cuna a la vertiente arquitectónica del llamado Estructuralismo. Su teórico, el antropólogo, filósofo y etnólogo francés Claude Lévi-Strauss, proponía que los procesos culturales toman estructuras de relación fuera de cualquier lectura histórica. En arquitectura, estas ideas llevaron a la aplicación de referencias arquetípicas de espacios tradicionales, calles, plazas, parques… etc., las «Archeforms».

Pero nuestra pequeña ciudad era para niños, y su carácter infantil se remarcó con la multitud de juegos y con los bellos dibujos de Ángel Ríos de animales que el solador de terrazo in situ, Herrero, plasmó en la piscina cubierta y con los dibujos de niños jugando, convertidos en el gran mural cerámico de la entrada. En la inauguración de la Casa Cuna, tras la misa, el salón de actos -capilla pasó a ser cine proyectándose una película de dibujos animados-, era el principio de un lugar maravilloso donde vivir.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos

Casa Cuna, el edificio social que albergó a trescientos niños huérfanos