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La tienda de Laurentino de la Justicia en 1923. EL NORTE

El pionero de las postales para el recuerdo

Laurentino de la Justicia, propietario de una conocida librería en la Plaza Mayor de Valladolid, fue también expendedor de tabacos y el principal suministrador de periódicos

Enrique Berzal

Valladolid

Martes, 1 de julio 2025, 06:59

Los más veteranos recordarán aquel Club del Fumador situado en la Plaza Mayor, haciendo esquina con la calle Lencería. Ese mítico local era el heredero de un negocio no menos famoso en la ciudad, que además de dedicarse a la venta de tabaco era una de las papelerías y librerías más renombradas del país. Llevaba el nombre de su fundador, el conocido comerciante Laureano de la Justicia, y con ese nombre permaneció hasta veinte años después de su fallecimiento. La importancia del establecimiento y el carisma de su propietario hicieron que diversos medios nacionales le dedicaran elogiosos reportajes, poniéndolo como ejemplo para toda España.

Laurentino de la Justicia había nacido en Palencia y desde muy joven mostró cualidades especiales para la función teatral. Están acreditadas, por ejemplo, sus actuaciones y monólogos en diversos teatros palentinos, tanto en la capital como en la provincia. Sus inquietudes culturales le llevaron también a integrar, en 1889, la directiva de la Sociedad de Recreo Palentina, desde la que impulsó actividades de todo tipo. Aunque no está documentada su llegada a la capital vallisoletana, esta debió de producirse hacia 1910, que es cuando se tiene noticia de su actividad comercial, dedicada a la venta de tabaco y a la suscripción de todo tipo de periódicos y revistas. Laurentino de la Justicia se hizo con la propiedad del antiguo Centro de Suscripciones, ubicado en el número 8 (luego 11) de la Plaza Mayor, esquina con la calle Lencería, y muy pronto saltó a la fama como «hombre práctico y de iniciativas».

En efecto, en junio de 1912, El Norte de Castilla le dedicaba un apartado relevante por conseguir que su negocio fuera «visitadísimo por infinidad de personas cultas en busca de periódicos y libros», pero también por la gran cantidad de suscriptores, «que cada día aumenta». Y es que en el comercio de Laurentino de Justicia podían adquirirse las principales publicaciones periódicas del país, desde El Norte de Castilla hasta ABC pasando por La Correspondencia de España, el Heraldo de Madrid, El Liberal, El Imparcial, El País, La Noche, España Libre, El Mundo y otros muchos periódicos locales, así como infinidad de revistas: Mundo Gráfico, Nuevo Mundo, Blanco y Negro, Por Esos Mundos, Gedeón, Mundo Científico, Madrid Cómico, Novedades, Las Ocurrencias, Los Sucesos, La Novela Ilustrada, Sol y Sombra, Arte Taurino, etc.

Arriba, Laurentino de la Justicia en el mostrador. Abajo, el carrito de su Centro de Suscripciones frente a la estatua de Colón, y un hombre fumando en la Plaza Mayor, en los años 70, con el Club del Fumador al fondo. EL NORTE/ARCHIVO MUNICIPAL
Imagen principal - Arriba, Laurentino de la Justicia en el mostrador. Abajo, el carrito de su Centro de Suscripciones frente a la estatua de Colón, y un hombre fumando en la Plaza Mayor, en los años 70, con el Club del Fumador al fondo.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Laurentino de la Justicia en el mostrador. Abajo, el carrito de su Centro de Suscripciones frente a la estatua de Colón, y un hombre fumando en la Plaza Mayor, en los años 70, con el Club del Fumador al fondo.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Laurentino de la Justicia en el mostrador. Abajo, el carrito de su Centro de Suscripciones frente a la estatua de Colón, y un hombre fumando en la Plaza Mayor, en los años 70, con el Club del Fumador al fondo.

Él mismo se encargaba del repartir a domicilio todas estas publicaciones y enviarlas a los pueblos de la provincia. «Como el Sr. de la Justicia es corresponsal de la mayor parte de los periódicos y revistas de España en Valladolid, tiene estos servicios admirablemente montados, pudiendo atender a su clientela con toda la prontitud que requiere esta clase de negocio», señalaba en 1915 la revista Mundo Gráfico, que incluso aseguraba que la vallisoletana «es una de las poblaciones que más leen en España». En los años 20 incorporó al negocio a sus sobrinas, Juana y Ana María Torres de la Cal, y al marido de esta, Eloy Pérez Antón, sus sucesores en el negocio. Otro reportaje, publicado esta vez en la revista Nuevo Mundo, destacaba las aptitudes de Laurentino y el hecho de que su librería ofreciera, puntualmente, todas las novedades editoriales del país.

Pero su negocio daba para más. Como ha escrito Joaquín Díaz, «fue uno de los primeros impresores de postales para recuerdo en Valladolid, tenía un carrito de mano que, situado en lugares estratégicos como la Estación o la Plaza de Colón, le servía como centro de suscripciones. De ese modo, y haciendo uso de esa sucursal rodante, el posible cliente se apuntaba al periódico o revista ilustrada que quisiera de forma cómoda». Apodado «el Papelero», también realizaba encuadernaciones de calidad y vendía toda clase de productos de papelería, además de ser el expendedor de tabaco más frecuentado por los vallisoletanos del centro. A su fallecimiento, ocurrido el 12 de octubre de 1927, heredaron el negocio sus sobrinas y Eloy Pérez Antón, y hasta finales de los años 40 mantuvo el nombre de «Sucesoras de Laurentino de la Justicia».

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