Los alumnos vuelven a llenar el colegio de Arturo Eyries donde fue apaleado un niño de 10 años
«La familia de las agresoras se ha ido y entendemos que nuestros hijos van a estar seguros», coinciden los progenitores
«Hemos entendido todos que era el momento de retomar la normalidad, que nuestros hijos tienen que estar en el colegio y acabar el curso ... como debe ser y por eso la mayoría les hemos vuelto a traer hoy a clase», coincidían en señalar a primera hora de la mañana de este lunes un grupo de padres y madres de alumnos del colegio público Jorge Guillén, en Arturo Eyries, mientras dejaban a sus hijos en la entrada principal del centro, donde eran recogidos y acompañados uno a uno por el portero o los propios profesores ante la atenta mirada de una patrulla de la Policía Municipal, estacionada justo enfrente, para garantizar la seguridad de los estudiantes a raíz de la agresión sufrida por un niño de 10 años justo una semana antes dentro de las instalaciones de la avenida de Argentina.
El colegio, que llegó a estar prácticamente vacío en los días posteriores a la agresión, ha vuelto a ver llenas sus aulas con la mayoría de sus más de ochenta estudiantes (de 3 a 11 años) de regreso a clase con los nuevos protocolos establecidos por la comunidad educativa para evitar incidentes como el ocurrido el lunes de la semana pasada y a petición de los propios progenitores. Los estudiantes, al margen de la presencia disuasoria de una patrulla, son recibidos uno a uno en el portón de la verja de entrada para ser acompañados hasta sus correspondientes accesos por el portero o los docentes.
«La situación está ya muy tranquila en el barrio desde que se marchó esta familia -la de las dos hermanas, de 15 y 17 años, que fueron detenidas por la agresión- y tampoco han vuelto a este colegio sus hijos pequeños, así que entendemos que nuestros hijos van a esar seguros», resumen los padres, que este lunes permanecieron más tiempo del habitual ante el colegio para asegurarse de que sus hijos entraban sin sobresaltos. «Arturo Eyries es un barrio tranquilo en el que nos conocemos prácticamente todos y la convivencia es raro que se rompa salvo por los incidentes que ocasionó esta familia», apuntaron los progenitores.
«Nuestros hijos deben ver que ya no pasa nada, que es seguro volver al colegio y ojalá nunca vuelva a ocurrir algo así», desearon antes de recordar que «no pasó algo más grave con el niño gracias a que un abuelo medió para parar la agresión».
Los hechos ocurrieron al filo de las nueve de la mañana del pasado lunes en el interior del recinto escolar, donde dos hermanas, de 15 y 17 años, golpearon presuntamente a un niño de 10 años, compañero de clase de una hermana menor, con un palo astillado de una cortina rematado, al parecer, por una bola metálica.. El menor tuvo que recibir tres grapas y tres puntos en dos brechas en la cabeza y sufrió múltiples hematomas por el resto del cuerpo. Las dos hermanas fueron detenidas posteriormente por la Policía Nacional y, cuando recuperaron la libertad (a la espera de juicio), su familia abandonó su vivienda en el barrio.
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