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Rosa blanco durante la novillada

«Es posible una corrida sin hacer daño al animal»

Rosa Blanco Izquierdo, Novillera

mIGUEL g. MARBÁN

Miércoles, 3 de agosto 2016, 13:56

Cuando el pasado 24 de junio Rosa Blanco Izquierdo, de 38 años y propietaria de una autoescuela, hizo el paseíllo en el viejo coso de la Ciudad de los Almirantes con motivo de la becerrada benéfica de la Asociación Taurina Riosecana, se estaba convirtiendo en la primera mujer torera de Medina de Rioseco.

¿Cómo fue aceptar la propuesta de la Asociación Taurina Riosecana para participar en la becerrada benéfica?

Empezó por lo que yo pensaba que era una broma, porque soy aficionada taurina recientemente. Y no, al final era una propuesta en serio, y la acepté porque era por una buena causa y porqué me gustó poder ofrecer que una mujer, por fin, estuviera en la plaza de toros de Rioseco, siendo riosecana.

¿Se da cuenta de que es la primera mujer torera riosecana?

Sí, desde luego. Me gustaría que se animaran más chicas, porque al final a nosotras también nos gusta.

¿Lo de Morenita de Castilla fue elección suya?

Había que poner un apodo y surgió un poco de improviso.

¿De dónde le viene la afición a los toros?

Realmente es una afición que he descubierto hace poco. Fue por casualidad, en un tentadero, viendo a un amigo. Me dieron la posibilidad de bajar al ruedo y no me lo pensé dos veces y bajé. Entonces vi que me encanta, que disfruto muchísimo y que es puro arte.

Es de imaginar que antes de la becerrada ha habido horas de entrenamiento y toreo de salón...

No demasiados, no las suficientes, diría yo. De hecho hay mucho que aprender. He visto fotos y vídeos, y ves los fallos ya desde lejos. Me han ayudado muchísimo desde la Asociación Taurina Riosecana. Quiero tener una mención especial para César Manrique. Es un verdadero lujo haberle tenido de profesor. Me ha apoyado y ayudado muchísimo. También quisiera agradecer al grupo de aficionados taurinos de Valladolid, dirigido por Felipe Romero, por su acogida y su confianza, y por dejarme participar en la séptima edición de Aficionados Prácticos.

¿Era la primera vez que se ponía delante de un becerro?

De un becerro como el del otro día sí. Estoy a acostumbrada a becerros más pequeñitos.

Momento cumbre: sale del burladero, se coloca con la muleta, cita al becerro, le ve venir

Ese momento no se te olvida, es la sensación de nerviosismo, la boca se te seca. Además, vi que el viento me iba a perjudicar mucho porque me quedaba muy descubierta con la muleta. No lo hago del todo bien, y el aire fue un añadido. En el momento que me golpeó, sabía que me iba a golpear.

¿Durante la becerrada pensó en alguien en especial?

Antes, durante y después pensaba mucho en mi sobrino Alejandro. Tiene tres añitos y me hacía muchísima ilusión que me estuviera viendo torear.

Benéfico y ocasional

¿Volverá a ponerse delante de un astado?

Sí, me gusta mucho la fiesta, su cultura, aprender de ese arte.

¿Y si pudiera volver a ir en un cartel?

Lo veo muy difícil, porque no tengo técnica ni suficiente práctica. Me haría más ilusión compartir, de forma particular, con algún matador conocido, más que con uno muy famoso.

Cuando tomó la decisión de torear, ¿qué le dijeron sus familiares?

Mi familia no se lo creía, hasta que le enseñé fotos con alguna becerra. Pensaron que estaba loca.

¿A pesar del revolcón que le dio el becerro, animaría a alguien para que viviese la experiencia?

Por supuesto. Yo he descubierto lo que es estar delante de una becerra y me encanta la experiencia y me he aficionado más al mundo taurino. Lo recomiendo al cien por cien. Me gustaría ver a más chicas el año que viene en el cartel de la becerrada.

Me imagino que estará contenta además de que su esfuerzo haya sido en beneficio de un fin solidario.

Sí, por supuesto. Una de las cosas que me hizo decidirme por el sí es que era algo benéfico, algo que ayudaba a una buena causa. Estoy muy contenta de los resultados obtenidos.

¿Son los toros parte de nuestra cultura?

Un sí rotundo. Estamos en unos tiempos de mucho ajetreo respecto a este tema, de mucha controversia, pero me parece que los toros forman parte de nuestra cultura y no deberían quitarlos.

¿Qué le diría a un detractor de la fiesta?

Le diría que piense más allá, porque solo se está fijando en la muerte del toro a corto plazo, cuando yo creo que puede llegar a la muerte del toro a largo plazo por el hecho de que quiten la fiesta. No sería factible conservar las ganaderías ni criar a estos magníficos animales si no tiene este fin. Es inviable que se críen para, por ejemplo, productos alimenticios. Todo ello sin olvidar los puestos de trabajo que se perderían.

¿Con qué momento de la lidia se queda?

Ver al maestro delante del toro y verle dar pases es maravilloso. Me gusta la parte del toreo, pero sufro mucho con las banderillas, el rejoneo o la suerte de matar. Sufro con la sangre. Yo no soy radical, no soy extremista taurina, y me duele esa parte del dolor de animal. Los tentaderos me permiten disfrutar de los que es nuestra fiesta, su arte y su cultura, sin que se haga daño al animal. Sale, se le trata con respeto, se le torea, se le tienta y vuelve igual que ha salido. En la becerrada se demostró que es posible una corrida sin hacer daño al animal.

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