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Algunos de los vecinos que han formado la cooperativa.
El último refugio de la esperanza

El último refugio de la esperanza

Vecinos de Barrio España, a través de Entrevecinos, se alían para crear una cooperativa y generar puestos de trabajo después de sufrir años en el desempleo

Víctor Vela

Jueves, 8 de octubre 2015, 18:41

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Mandan las pesadillas. Yeso, las noches en las que puede dormir. No es fácil conciliar el sueño cuando la cabeza es una calculadora y todo son restas. «En mi casa solo entran los 639 euros de las ayudas. Con eso, dos niñas y el alquiler, ya me dirás. Yo sí que hago magia, y no el Tamariz». Habla Yolanda San Martín, 37 años, una sonrisa a prueba de bombas que ni los disgustos desdibujan. Más tiempo en el paro de lo que cualquiera podría soportar. Aunque no siempre fue así. Hubo buenos tiempos. O no tan malos. Como esa temporada detrás de la barra del bar Quiquillo, en la avenida de Segovia. Como ese año de camarera de piso en el hotel Foxa. Como esos meses de ayudante de cocina en bares de Gavilla, de La Rondilla. Como ese último contrato, hoy tan lejano, en la posada del Fraile, en Zaratán. Yahora...

«¿Ahora? Mi currículum lo debe de tener todo Valladolid, pero...». La sonrisa de Yolanda se transforma en una mueca, en un chasquido de lengua, los labios prietos y las cejas enarcadas. «Pero ahora nada».

Podría haber elegido los brazos cruzados, las tardes de quejas en el bar, las noches de insomnio llenas de cuentas que no cuadran... pero Yolanda eligió trinchera. Y quiso luchar la ilusión es su granada; la esperanza, su fusil contra el paro. No está sola en el frente. Un grupo de desempleados de Barrio España ha unido fuerzas en torno al proyecto Entrevecinos para, con el apoyo de la obra social de La Caixa, crear una cooperativa de servicios integrales. Son albañiles, electricistas, fontaneros, camareras, cuidadoras, limpiadores, auxiliares de cocina. «Son personas con experiencia que en el momento más duro de la crisis se quedaron sin trabajo y hoy, con 45, con 50 años, están arañando la pobreza», explica José Andrés Herranz, integrante de la asociación vecinal Unión Esgueva y uno de los promotores de Entrevecinos y de la cooperativa. Son casi 50 trabajadores que ofrecen sus servicios desde el 1 de octubre, «profesionales que necesitan trabajo de forma legal». Y confían en que la cooperativa que espera trabajar con particulares, administraciones y empresas de economía social sea un medio para conseguirlo. Todos dicen que ojalá.

Ojalá, piensa Justino Núñez, 52 años. Vislumbró la tranquilidad desde lo alto de un andamio. Se encaramó allí a los 18 años para «hacer de todo:ladrillo, interiores, cubiertas, exteriores». Rehabilitaciones y obra nueva. Ha levantado pisos en El Berrocal, en Sotoverde, en Rancho Grande, en Pinar de Jalón. Hubo temporadas de destajo. «Íbamos a 200 por hora. Hacíamos 10 y 12 horas al día.Cuanto más hagas, más cobras nos decían.Pero claro, de aquellos barros...». La crisis le golpeó cuando los poderes aún negaban su existencia. En 2007 le mandaron al paro. Hasta hoy. Las ayudas se terminan. «Ahora vivo donde mi hermana, que me da alojamiento y un plato de comida», explica Justino, quien aporta a la cooperativa «experiencia. Y ganas. Y el deseo de que esto nos sirva para dar un empujoncillo, lo justo para empezar. Sabemos que no va a ser como antes, pero al menos trabajar».

Entrevistas y currículos

Ojalá, confía Carmelo Jorge Torrado, 35 años, dos hijos gemelos de 14. Compañero de paleta de Justino. Pasó de derribar edificios a ver cómo se desmoronaba su vida laboral. «Del último contrato ya ni me acuerdo. Cada vez que oigo en la tele lo de la recuperación económica pienso que se ríen de nosotros. Aquí solo se recuperan las grandes superficies, las franquicias, los empresarios... pero eso al obrero no llega». Yahora, después de tanto tiempo en el paro, reconoce que a la cooperativa aportará «más ganas que experiencia... y eso que de lo último tengo mucho».

Hay más ojalás, más deseos, más confianzas depositadas en el proyecto. María Jesús Sánchez, 48 años, el marido en el paro, el hijo menor con un contrato de seis meses en Fasa.«Y ya solo le quedan dos». Echa de menos aquel empleo de medio año en la frutería del Gadis. Después han llegado trabajos de 21 días en la limpieza, de una hora en casas particulares. Ahora ni eso. «La última entrevista en la que estuve fue en una panadería de Parquesol. Éramos 40 personas esperando en la cola». Y no hubo suerte. Con la cooperativa Entrevecinos, María Jesús espera algo mejor. «Estoy con muchísimas ganas, a tope. Para limpiar, para servir, para cuidar niños, personas mayores. Está la cosa muy mala, pero lo vamos a conseguir», dice. Y a su lado, Marta Parente, 44 años, vecina de La Rondilla, subraya sus palabras con la mirada. A ver si es verdad. «Yo nunca he tenido contratos buenos. No sé lo que es eso. Pero sí que los he tenido decentillos». Ha estado en grandes empresas de limpieza y como auxiliar de ayuda a domicilió. Junto con su marido pasó unas temporadas de plaza en plaza con un puesto de comida para mercados medievales. «Hoy en Burgos, mañana en Medina». Pero su marido «cayó enfermo»y se tuvo que prejubilar. En su casa entran los euros contados. «Y muchas veces ya han salido antes de que lleguen». Con dos hijos de 14 y 9 años, hay que hacer malabares con el presupuesto. «Hay veces que hemos comido gracias a lo que nos trae la familia desde Ávila (un día unos filetes;otro, un poco de pescado)y también a lo que nos dan en la tienda de Entrevecinos», el proyecto solidario en el que particulares y asociaciones donan comida y productos de higiene y limpieza a esta entidad promovida por la asociación Unión Esgueva y que ha obtenido un premio de La Caixa al mejor proyecto social de todo el país.

«Estamos muy contentos del resultado, pero no damos caridad. El objetivo es encontrar trabajo. Por eso ahora Entrevecinos cierra el círculo de atención con la cooperativa, para que personas desempleadas vuelvan a estar en activo», explica José Andrés Herranz, socio fundador de la cooperativa junto a Pablo Gerbolés y Concepción Alonso.

Y entre los integrantes, José Alberto Martínez, 49 años, harto de las caras que recibe cuando va a pedir trabajo.«Cuando les digo la edad, siempre recibo la misma respuesta: Ya es tarde, me dicen». Y está seguro de que aún hay tiempo, claro. Y oportunidades que tal vez vengan de la mano de la cooperativa. También lo espera Francisco del Campo, 47 años, con la misma ilusión con la que hace 13 años ingresó en el mercado laboral para «dar yeso ayudando a un familiar. Ahora me he puesto como autónomo para ir cotizando algo, pero sale poca cosa. La construcción está muy parada, aunque dicen que ahora se va a recuperar algo». La opción de ponerse de autónoma también la ha intentado Isabel, tres hijos estudiantes (19, 15 y 12 años) y dos tiendas de alimentación que no salieron como esperaba, una en la calle Soto y otra en la avenida de Palencia. «A los pequeños, la crisis nos ha pillado más fuerte», asegura junto a Alma, 42 años, en paro pese a los mínimos paréntesis que hace con servicios de cenas, cuatro horas de vez en cuando para atender restaurantes.

Ellos, Alma, José Alberto, Francisco, Isabel, Justino o Marta son algunos de los ocupantes de esta trinchera contra el paro, de este proyecto de cooperativa que nace de la unión, de la experiencia acumulada ya ha alcanzado acuerdos con las emprsas sociales Cipera (reformas), Platel (limpiezas) y están en contacto con Esforma y de la necesidad de acabar de una vez por todas con la crisis, de salir del pozo del desempleo, de poder dormir tranquilo sin la pesadilla de tener que despertar con la nevera vacía y el día por delante.

«¿Podemos soñar? Pues a mí me gustaría poder ir a comprar unos zapatos a mis hijos sin tener que sufrir», dice Yolanda, la sonrisa imborrable, y unas manos que, como las de sus compañeros, están deseando trabajar.

La cooperativa Entrevecinos tiene su sede en Marqués de Suances, 2. Tfno. 983 268 433Correo: entrevecinos.cooperativa@gmail.com

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