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Charlton Heston cabalga cerca de Torrelobatón durante el rodaje de ‘El Cid’ (1961) en el mayor plató creado en Valladolid. Los extras son casi todos vecinos de la zona.

Paisajes elevados al séptimo arte

Directores como Orson Welles o Anthony Mann eligieron Valladolid para sus rodajes. Pero la provincia está en la cola de los escenarios que apostaron por Castilla y León

Antonio Corbillón

Domingo, 24 de agosto 2014, 10:17

Es la capital del cine de Castilla y León pero nunca ha sido la capital del rodaje de la comunidad. Valladolid ha sido un escenario menos habitual que otras provincias durante los primeros cien años de séptimo arte facturado en la región. Es la conclusión que se obtiene analizando el catálogo de rodajes cinematográficos Cine en Castilla y León (1910-2010), el monumental y más exhaustivo trabajo de inventariado hecho nunca y que firman los investigadores Alberto Palacios Santos e Ismael Shahín García. A lo largo de este siglo de celuloide, que arranca en Pilar Guerra, el primer rodaje conocido y que fue protagonizado por Juan de Orduña en 1926 y dirigida por José Buchs, hasta Aficionados, la obra del director local Arturo Dueñas en 2010, Valladolid y su provincia han sido el encuadre elegido en 57 películas y 255 cortometrajes. Una cifra relativamente pequeña para las producciones largas (más de 60 minutos), si se tiene en cuenta que en toda Castilla y León se rodaron durante estos cien años al menos 643 cintas. Y en todo caso, muy inferior al de otras provincias con más encanto para las cámaras como Segovia (casi 200), Ávila (125), Burgos (115), Salamanca (cerca de 100). Por contra, Valladolid fue una de las más recreadas en los cortometrajes con unos 225, del total de 911 filmados. Esa no muy extensa cuantía no impide que la historia cinematográfica dejara en Valladolid algunas pincelas de gloria del séptimo arte incluso a nivel mundial. Y entre ellas sobresalen dos: Mr. Arkadin, de Orson Welles, y El Cid, de Anthony Mann, que trajo a la provincia a actores como Charlton Heston y Sophia Loren.

Valladolid figura incluso en la lista de exteriores de Doctor Zhivago (1965, David Lean). A aquel drama histórico que protagonizó Omar Sharif junto a Julie Christie y cuya estepa rusa tan helada era en realidad Soria, Valladolid le aportó su Estación del Norte, una de las muchas que salen en su metraje. Una gran superproducción que la Academia premió con cinco Oscar y nominaciones a otros tantos. Pero fueron las piezas del carismático Orson Welles y, sobre todo, la del héroe medieval que protagonizó Charlton Heston, las que de verdad hicieron sentir que un trozo de Hollywood se instalaba en Valladolid.

Yendo por orden temporal, para la truculenta historia del multimillonario Gregoy Arkadin, Welles eligió el Museo Nacional de Escultura, en cuyo monumental escenario se rodó un baile de máscaras. Entre las anécdotas quedó el escaso celo que puso el director estadounidense, que tiraba cables y usaba el colegio de San Gregorio como si fuera una verdadera factoría de cine. Llegó incluso a provocar un conato de incendio. Además, el escritor Miguel Delibes aceptó trabajar como extra, aunque luego su escena fue cortada del metraje final. Una aventura que el autor de El Hereje plasmó en el artículo Yo trabajé a las órdenes de Orson Welles publicado en el diario Abc.

En Torrelobatón todavía tienen muy vivo el despliegue de El Cid. De hecho, la localidad celebró en marzo de 2011 el cincuentenario del rodaje. Una película que además estuvo nominada a tres Oscar de la Academia de Hollywood. Nunca hubo un despliegue igual en Valladolid. La cosa duró tres días y reunió a 600 figurantes de los que cerca de 350 eran del pueblo entre hombres, mujeres y niños. La película de Anthony Mann contó con un presupuesto de más 420 millones de pesetas (más de 2,5 millones de euros) y la pedrea de los extras alcanzaba las 100 pesetas diarias más el bocadillo. Un buen jornal para aquel tiempo.

Pero el cine empezó a rodar mucho antes en Valladolid. Y coincidió con los albores de Burgos y León, ya que entre las tres provincias (también Madrid y el País Vasco) se repartió Pilar Guerra, la versión de José Buchs de la novela de Guillermo Díaz Caneja y que contó entre sus intérpretes con un joven Juan de Orduña, que después triunfaría como director. De hecho, su recreación de la reina Juana, Locura de Amor, la llevó al inevitable escenario de Tordesillas con protagonistas como Aurora Bautista, Fernando Rey y Sara Montiel.

La belleza del colegio de San Gregorio fue otro escenario elegido por Luis César Amadori para otra cinta que situó a la ciudad en el celuloide, título incluido. Una muchachita de Valladolid: «La película que todo Valladolid admirará y aplaudirá», rezaba la publicidad que publicó El Norte de Castilla el 14 de septiembre de 1958. La comedia, basada en una pieza de Joaquín Calvo Sotelo, incluía rostros famosos como Analía Gadé, Alberto Closas o un todavía novato López Vázquez.

Grandes nombres

Otro gran actor internacional como sir Alec Guiness (dos Oscar) se paseó por la Plaza Mayor de Valladolid en mayo de 1985 para el rodaje de Monseñor Quijote, una alucinación simbólica que dirigió Rodney Bennett en la que el Quijote y Sancho acaban en un cine porno local. Y, entre esas 57 películas que pasearon las cámaras por capital y/o provincia hay otros grandes nombres de la escena. Fernando Rey repitió por aquí, de la mano de Héctor Alterio y Emma Suárez, para recrear las Memorias de Leticia Valle sobre la novela de Rosa Chacel. Otro éxito de las taquillas fue Los farsantes (1963), de Mario Camus, que llevó a la contenida Semana Santa local a un grupo de cómicos despistados y altaneros.

Veinte años después, José Sacristán hizo sus pinitos como director (estuvo delante y detrás de la cámara), también junto a la Plaza Mayor, para rodar Soldados de plomo junto a Fernán-Gómez y Silvia Munt. Imanol Uribe (Plenilunio, 2000), Pedro Masó (La cupletista, 1977), Icíar Bollaín (Hola, ¿estás sola?, 1995) o Juan Antonio Bardem (Nunca pasa nada, 1963) fueron otros directores que fijaron su cámara en las calles de la provincia.

Ismael Shahín y Alberto Palacios han dedicado cinco años a tratar de completar el trabajo precedente Castilla y León en el cine, publicado en 1998 por Fernando González García. A pesar de lo completo de su empeño admiten que «puede y deberá ser perfeccionado», ya que temen que «algún título haya escapado a nuestra búsqueda» y que «no siempre hemos podido acceder al visionado directo». Han aplicado la metodología de revisar todos los títulos catalogados y, solo en casos casi imposibles, han ido a fuentes indirectas. Por último, han recogido solo aquellas películas rodadas en 35 milímetros, el casi exclusivo soporte técnico de este siglo de cine.

La belleza y variedad de escenarios de la región, a la que solo le falta asomarse al mar, lograron que muchos directores posaran sus encuadres en ella. De esta forma, tanto en Valladolid como en el resto de la comunidad se rodaron películas con referencias explícitas, pero también a veces sirvieron de marco como escenario evocador de lugares que nada tienen que ver, caso de Doctor Zivagho, que trajo aquí la Estepa rusa. De hecho, una de las razones que podría explicr la menor presencia de Valladolid y su provincia, frente a paisajes como los de Ávila o Segovia, es la menor variedad geográfica.

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