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Sillas vacías y visiones de la naturaleza ajardinada en una de las instalaciones de Ángel Marcos en Atrium. :: EL NORTE
CULTURA

El poder tiene rabo de lagartija

Ángel Marcos expone en el Museo Artium de Vitoria sus últimos vídeos e instalaciones

ANGÉLICA TANARRO

Viernes, 20 de mayo 2011, 02:53

Dos de las obsesiones artísticas de Ángel Marcos: la reflexión sobre el poder y los mecanismos que utiliza para perpetuarse, por un lado, y la observación de la naturaleza, por el otro, se han unido en su último proyecto, 'Rabo de lagartija. (Planificación y estrategia)', que hoy se inaugura en el Museo Artium de Vitoria. Setecientos metros cuadrados de exposición que albergan fotos, vídeos e instalaciones de uno de los artistas vallisoletanos con más proyección en este momento.

La naturaleza como madre, pero también como modelo a imitar en sus procesos regenerativos está en el origen de esta exposición. El rabo de lagartija, esa parte del cuerpo del animal que utiliza para distraer a su adversario cuando está en peligro (por su capacidad de desprenderse del todo y continuar en movimiento) y permitir su escape es la metáfora de la que se vale para continuar con su reflexión en torno al poder. «El animal entrega un parte de su todo para distraer al enemigo y escapar. Luego es capaz de volver a regenerar ese rabo perdido», afirma el artista que ayer daba los últimos toques a su exposición. «Entregar para escapar, entregar para proteger, entregar para ganar, perfecta sintonía entre tácticas y estrategia. Entregar un alfil para salvar al rey» se lee en el catálogo de la exposición.

«Ahora el poder no tiene cara. No es como en la Revolución Francesa, que se conocía el rostro contra el que se luchaba, que eran los reyes absolutistas. Por otra parte, el poder tiene sus estrategias para mantenerse. Y esto es así desde tiempo inmemorial. En la exposición hago dos guiños a la historia. Por una parte a Alcibíades, el estadista ateniense, y por otra al emperador Vespasiano», añade Ángel Marcos.

La referencia a Alcibíades tiene como razón de ser la frase 'el perro de Alcibíades'. Señala la anécdota según la cual el general cortó el rabo a su perro, un magnífico ejemplar, y lo hizo en público para desviar la atención. Cuando le preguntaron el porqué de su comportamiento afirmó que mientras hablaban de su perro no se ocupaban de las corrupciones de su gobierno.

El guiño a Vespasiano tiene que ver con la historia que cuenta Suetonio, según la cual Tito reprendió a su padre, el emperador Vespasiano, por haber establecido un impuesto sobre las letrinas. A lo que el emperador contestó «el dinero no huele». Esta leyenda que ha quedado como paradigma del cinismo con que a veces se hace uso del dinero con procedencia más que dudosa está presente en varias instalaciones: una pieza de metacrilato de diez metros con la leyenda luminosa 'Non olet' (no huele) y una instalación que se compone de tres vitrinas: en la primera un puñado de monedas, en la segunda, el mono usado de un trabajador y en la tercera una serie de fotografías tomadas por Ángel Marcos en las orillas de la sociedad desarrollada, es decir, entre grupos humanos desfavorecidos y olvidados del poder.

«Todo encerrado e inaccesible, limpio, para mostrar que nos hemos acostumbrado a no mirar las dificultades de los otros, a no oler el sudor del trabajador ni querer saber cómo son las condiciones de vida de seres humanos que nada tienen».

En la exposición se proyectan cuatro vídeos: en el primero, una ciudad simbólica vista desde arriba va siendo ocupada por lagartijas sin rabo. En el segundo, hay una danza de lagartijas. En el tercero, 360 palabras de las usadas en el lenguaje de la bolsa ('stock options', 'ibex 35', etc.) van pasando por una cinta luminosa similar a las que se pueden ver en los aeropuertos, y en el cuarto se representa un pequeño coso en el que se 'torean' lagartijas, un guiño a la memoria de los juegos de infancia del artista. Es esta la memoria histórica y personal otra de las constantes en su obra.

Por último, una instalación que invita al descanso del espectador permite escuchar el 'Blues castellano' de Antonio Gamoneda recitado por distintas voces. La instalación se compone de unas treinta sillas viejas que invitan al espectador a escuchar el poema en un ambiente que intenta simbolizar un paisaje construido, es decir, la naturaleza intervenida por el hombre.

Coincidiendo con esta exposición, la obra de Marcos se exhibe también en la galería Trayecto, una de las más significativas de la ciudad en arte contemporáneo.

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