Un documento fecha la existencia de la Cofradía de La Soledad en 1695

El historiador cuellarano Jorge Herrera ha dado a conocer el hallazgo de un documento que fecha la existencia de la Cofradía de Nuestra Señora de La Soledad de Cuéllar en el año 1695, lo que permite retroceder documentalmente la antigüedad de la cofradía en 63 años, pues la noticia más antigua publicada sobre la misma databa del año 1758.

Según explicó Herrera, esta nueva noticia sobre las cofradías penitenciales que participan en la Semana Santa de Cuéllar apareció llevando a cabo una investigación genealógica sobre diferentes miembros del Ducado de Alburquerque, que también ostentan el título de Marqueses de Cuéllar.

El historiador localizó un documento custodiado en la Fundación del Archivo Histórico de la Casa ducal de Alburquerque, en el que se ordena que acompañasen los restos mortales de varios miembros de la Casa diversas cofradías, entre las que se encontraban la de la Cruz de los Caballeros Hijosdalgo (institución nobiliaria), la cofradía de Ánimas, la de la Vera Cruz y la de Nuestra Señora de la Soledad.

La importancia de este nuevo documento, según dio a conocer Herrera, radica en su fecha, el 17 de abril de 1695, con lo que la existencia de la cofradía suma 63 años más, teniendo en cuenta que hasta el momento, la noticia más antigua publicada sobre la misma databa del año 1758, y fue facilitada por Balbino Velasco Bayón, cronista oficial de la villa, en su Historia de Cuéllar, pues aparece citada en el testamento de Francisco Ovejero, fundador del colegio de Niñas Huérfanas de la localidad.

La cofradía de Nuestra Señora de La Soledad hace su salida penitencial bajo palio y portada a hombros de sus cofrades el día de Viernes Santo, en la tradicional procesión de los Pasos y vuelve a las calles el Domingo de Resurrección, para protagonizar la Procesión del Encuentro.

En su investigación, Jorge Herrera añade que existe la posibilidad de que la cofradía tenga relación con la propia Casa de Alburquerque, que mostró gran devoción por ella. Así, explica, que el célebre octavo duque, Francisco Fernández de la Cueva, recordado en la batalla de Rocroi, aseguró haber salvado la vida siendo Virrey de Nueva España, gracias a la intercesión de Nuestra Señora de La Soledad.

Herrera explica cómo un día, mientras el duque rezaba en la capilla de La Soledad de la catedral metropolitana de México -algo que hacía a menudo para controlar las obras llevadas a cabo, pues quiso terminarlas antes de que expirase su mandato-, fue atacado por un hombre que, después se demostró, sufría trastornos mentales, saliendo ileso. El duque consideró este hecho un milagro de la imagen.

Relación ducal

La relación continúa, ya que una de las hijas del undécimo duque fue llamada María de la Soledad Fernández de la Cueva y Silva (muestra de la devoción familiar continuada), quien casó con el Marqués de Santa Cruz y del Viso. Estos señores mandaron edificar la capilla de Nuestra Señora de la Soledad existente en el desaparecido monasterio de San Francisco de Cuéllar, así como diversos edificios bajo la misma advocación en diferentes lugares de su propiedad.

Finalmente, Herrera añade que la cofradía de la Vera Cruz, ya aparece citada en el año 1644 en el testamento de Agustín Daza, deán de la catedral de Segovia y fundador de varias instituciones, entre las que destaca el Monte de Piedad de San Francisco, uno de los más antiguos de España, por lo que el hallazgo del documento únicamente confirma la pertenencia a ella de los miembros de la Casa de Alburquerque.