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J. SANZ
Miércoles, 5 de enero 2011, 01:16
El tiempo se detuvo a las 10 y 24 minutos de la noche del 7 de diciembre del 2009 para los cuatro miembros de la familia vallisoletana que viajaban en una avioneta entre Kissimmee y Miami. Esa es la hora que marcaban las agujas de un reloj encontrado entre los restos del aparato rescatados del fondo del lago Russell, en Florida, donde se precipitó apenas unos segundos antes.
Este detalle forma parte del informe definitivo elaborado por la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) de Estados Unidos y hecho público esta misma semana. La investigación se cierra un año después de la tragedia sin concretar las causas del accidente aéreo. Los autores, eso sí, descartan la existencia de fallos mecánicos y simplemente apuntan al mal tiempo como condicionante. Sin más.
La avioneta la pilotaba el joven de 19 años Manuel Martínez, que había obtenido la licencia en julio de ese mismo año y que aquel fatídico día volaba de regreso a Florida, donde residía, después de pasar un día en Disney World en compañía de su madre, María del Carmen, de 45 años, y de sus hermanos Pablo (17) y Cristina (15), todos ellos naturales de Laguna de Duero. Los cuatro fallecieron fruto de un «traumatismo múltiple», según recogen los resultados de la autopsia, que descarta la presencia de tóxicos -drogas o alcohol- en el joven piloto.
Los familiares, salvo el padre, habían acudido a visitar a Manuel aprovechando el puente de la Constitución y volaron el día 7 a Orlando. Ya en el aeropuerto, después de la visita turística, los cuatro montaron en la avioneta de alquiler Cessna 172S a las 21.40 horas después de que el piloto comprobara las condiciones meteorológicas. Un técnico inspeccionó el aparato y el joven puso los motores en marcha a las 21.53 horas. Todo era «normal».
Manuel Martínez solicitó justo antes de despegar (22.06) un permiso especial -Reglas de Vuelo Visual (VFR)- para volar 'a ciegas', es decir, guiado por el instrumental ante la presencia de «campos de nubes» al anochecer en la ruta que debía recorrer de vuelta a Florida. «Ninguno de los informes menciona problemas con el piloto, los pasajeros o el avión», recoge literalmente el documento de la NTSB, que añade que el permiso fue concedido solo dos minutos después por la torre de control del aeropuerto de Florida Gateway (Kissimmee).
Vecinos de Laguna de Duero
Así que la avioneta despegó a las 22.13 horas. El piloto nunca comunicó «problema alguno» y diez minutos exactos después se precipitaba al lago Russell a una velocidad aproximada de 150 nudos (278 kilómetros por hora). El radar perdió la pista del Cessna 172S cuando volaba a una altitud de 2.400 pies (731 metros). Eran las 22.23 horas. Solo doce segundos después la avioneta salía en la pantalla a «cero pies».
Los equipos de rescate se pusieron en marcha poco después y los cuerpos de las víctimas pudieron ser rescatados por fin cuatro días después, el 11 de diciembre, del fondo del lago Russell. Cinco días después recibirían sepultura en Laguna de Duero, donde vivía la familia.
El informe definitivo del NTSB, un organismo creado en 1967 para realizar investigaciones independientes de los accidentes aéreos en Estados Unidos, resume también los datos sobre la experiencia del piloto -suficiente para realizar vuelos como el siniestrado- y la antigüedad de la avioneta (2002), revisada por última vez el 29 de octubre, solo un mes antes de la tragedia que conmocionó a los vecinos de la familia en Laguna de Duero.
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