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Vicente Arderíus posa con su flamante moto.
VALLADOLID

Vicente, 'el abuelo turbo'

Con 80 años, es el más veterano de la concentración, a la que seguirá siendo fiel «hasta que el cuerpo aguante»

FIDELA MAÑOSO

Jueves, 30 de diciembre 2010, 10:14

Es el más veterano de la concentración motera de Pingüinos, y esa veteranía le ha sido reconocida en más de una ocasión. Vicente Arderíus, residente en Madrid, tiene 80 años y le llaman 'el abuelo turbo', ya se imaginarán por qué. Derrocha vitalidad por los cuatro costados, a pesar de estar operado de corazón, haber superado tres infartos en un año y alguna que otra angina de pecho. Su cuerpo y su espíritu son fuertes y mientras aguanten seguirá siendo fiel a la cita de Pingüinos. Comparte su pasión por las motos con el montañismo y una pequeña compañía de teatro.

Aunque estudió Derecho, jamás ejerció la abogacía, ni siquiera se colegió, porque sus derroteros profesionales le llevaron al sector comercial, trabajando como directivo para grandes multinacionales. Se jubiló a los 70 años. Lleva veinte acudiendo a la cita motera invernal, aunque desde los 19 está vinculado al mundo de las motos. De hecho participó en el campeonato de España de 125 en los años 57 y 58, con una Montesa Brio 90, «y no me comía una rosca, porque como no tenía dinero la moto que utilizaba para trabajar -porque entonces yo era representante-, la llevaba a un señor que me la preparara para correr. Corríamos en el Retiro y en Zaragoza y siempre llegaba el último o de los últimos, pero era muy divertido. La afición la tengo de siempre».

Hace dos décadas era socio del Real Moto Club de España y lo ha sido después de otros muchos, «que aparecen y desaparecen». Fue entonces cuando un sobrino le habló de Pingüinos que, por aquellos años, se celebrada en Tordesillas. «Yo dije: este está chalao, ¡como vamos a ir a pasar frío en el mes de enero... ! Pero fuimos y nos enganchó». Aunque de forma esporádica sale en grupo, reconoce que le gusta ir solo cuando va en moto, «si vas con otros que andan menos que tu, te aburres, y si andan más vas forzado, y como me pico con cualquiera, porque soy un picajoso de miedo y, lo reconozco, tengo esa fama, prefiero ir solo».

Aunque una de sus últimas compañeras de viaje ha sido la Honda CBR 600, finalmente la aparcó, «porque la postura me cansaba mucho las piernas», y se ha pasado a la Honda 600 Hornet, «una moto semideportiva», aunque tiene otras dos, una Kawa 400 «divertida, pero que no pasa de 150», y una Scooter que utiliza los fines de semana «cuando voy a la casa que tengo en Manzanares el Real y que utilizo para hacer la compra, bajar al pueblo...». Y en medio de la conversación hace un inciso: «Sabes una cosa, soy tío de Gioacomo Agostini».

-Pues coincidirá con su sobrino en la concentración, ya que vendrá a recoger el Pingüino de Oro.

-Tengo unas ganas tremendas de verlo. Verás, está casado con una sobrina mía, hija de una prima carnal. Era una chica Marlboro y también hacía de sombrillera... y así se conocieron.

-¿Y que ha aprendido de él?

-Nada, no tengo ninguna relación con él, aunque le admiro mucho. Ha sido, junto con Ángel Nieto, de las figuras más representativas del motociclismo. Es que una moto es una gran cosa. Aprovecharé para darme a conocer, porque aunque no hemos tenido relación, siempre he presumido mucho de que es mi sobrino.

Solo una ausencia

En este tiempo, Vicente solo ha faltado una vez a Pingüinos, cuando sufrió hace 18 años los tres infartos. Desde entonces no se ha perdido ninguna cita y espera seguir cumpliendo con la cita hasta que el cuerpo aguante. «Según el médico, tengo una cardiopatía de riesgo, que viste mucho, y cada cinco o seis años tengo una angina de pecho y me tienen que poner un 'stent', pero me encuentro de maravilla». Este octogenario se hospeda en hotel, «solo me quedé un año en tienda de campaña y es espantoso el frío que hace».

De hecho, cuenta que un año acudió en coche a la concentración porque cayó una gran nevada, aunque pidió perdón a los moteros cuando subió a recoger el premio al más veterano de Pingüinos. Eso es honestidad.

Vicente tiene tres hijos, dos de los cuales han heredado su afición por las dos ruedas: el mediano vendrá a Pingüinos con sus amigos y el pequeño es motero de campo y ha hecho el París Dakar. El mayor, como su padre, comparte la pasión por la montaña.

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