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Apertura del curso en la Academia Médico Quirúrgica Española celebrada el 6 de noviembre de 1910, con la presencia del príncipe Luis Fernando de Baviera, en el centro, de Trinidad Arroyo y del ministro de Instrucción Pública, Julio Burell, a la izquierda del príncipe. Fotografía de Goñi que fue portada del ABC del día siguiente. :: FOTO CEDIDA POR EL INSTITUTO JORGE MANRIQUE
PALENCIA

El último viaje de Trinidad Arroyo

En el proceso fue fundamental la cesión de la propiedad de las tumbas donde estuvo enterrada en el Panteón Español de México

FERNANDO CABALLERO

Viernes, 19 de noviembre 2010, 09:17

En el exitoso proceso de repatriación de las cenizas de la insigne oftalmóloga palentina Trinidad Arroyo y de su marido Manuel Márquez han aparecido ángeles de la providencia, según la expresión del director del instituto Jorge Manrique, Jesús Coria. Esos ángeles permitirán que el próximo 24 de noviembre, la primera universitaria palentina repose en la ciudad que le vio nacer en el número 58 de la calle Mayor un lejano 26 de mayo de 1872.

Pero además de ángeles, en este proceso han intervenido otras muchas personas, incluida la familia de Trinidad Arroyo y las instituciones públicas palentinas. No en vano, ella hará posible que a primeros de diciembre un centenar de jóvenes disfruten de una beca para estudiar en el instituto en el que ella también cursó el Bachillerato, con un expediente brillante: diez sobresalientes, cuatro notables y dos menciones honoríficas. Para conocer el origen de estas becas hay que remontarse a 1955, cuatro años antes de su fallecimiento. Ella vivía exiliada en México y viajó a España sin la compañía de su marido para firmar un testamento en el que donó todos sus bienes como heredero universal al instituto Jorge Manrique con el fin de que se constituyera una fundación que concediera becas a los alumnos que carecían de medios económicos suficientes. El esfuerzo realizado para traer sus restos está, en consecuencia, justificado tanto para el Colegio Oficial de Médicos de Palencia como para el instituto. El proceso de repatriación de las cenizas no ha sido difícil, pero tampoco fácil. Hubo momentos en los que se asumió su imposibilidad por razones burocráticas y diplomáticas, pero al final ha sido posible. Los restos se encuentran en Palencia desde el 25 de agosto, y el miércoles recibirán una digna sepultura, arropada por un homenaje académico, institucional y popular, con el descubrimiento incluido de un busto de Trinidad Arroyo en la avenida República de Argentina, lo que permitirá que «su imagen y, por extensión, su obra benefactora, formará parte del paisaje palentino, de la memoria de la ciudad», según la expresión de Jesús Coria.

El inicio de la repatriación de las cenizas tiene un nombre propio, el médico cirujano Albano de Juan Castrillo. Cuando entró en 1990 como secretario del Colegio de Médicos, siendo presidente el internista Luis Ángel Morchón, encontró en el cajón de la mesa de su despacho una copia del testamento de Trinidad Arroyo en el viejo papel de cebolla y cartas originales del abogado del marido, Manuel Márquez, dirigidas al presidente de entonces, Dacio Crespo. A Albano de Juan, cuando era alumno del Jorge Manrique le llamaba la atención la placa que el centro dedicó en 1967 a su distinguida benefactora. Una mujer que firmaba el testamento que encontró en un cajón de su despacho en papel de cebolla, que allí se encontraba porque uno de los albaceas fue Dacio Crespo y el Colegio de Médicos, uno de los patrones de la fundación que instituyó.

Más tarde, en 1998, la organización médica profesional celebró el centenario de su nacimiento. Con este motivo, Albano de Juan escribió un libro sobre las primeras mujeres colegiadas de Palencia. Trinidad Arroyo fue la primera, aunque no la primera mujer médico de Palencia, honor que corresponde a María Luisa Domingo, que fue la cuarta mujer que cursó Medicina en España.

En la recopilación de datos para escribir el libro, De Juan Castrillo consigue valiosos documentos sobre Trinidad Arroyo. Uno de ellos fue una entrevista que se publicó en El Diario Palentino con el oculista Arturo Seco Carrancio, alumno y amigo del matrimonio Arroyo Márquez y albacea asimismo del testamento de donación de bienes al instituto. En esta entrevista, publicada pocos meses después de la muerte de la benefactora, Arturo Seco manifestó el deseo de Trinidad Arroyo de ser enterrada en Palencia.

Toda la documentación y fotografías que reunió Albano de Juan fueron depositadas en el instituto Jorge Manrique.

Albano de Juan, aprovechado la presentación de otro libro 'Los médicos de la otra orilla' (Cálamo, 2006), insiste en la propuesta de que alguna institución trabaje por la repatriación de los restos mortales de la insigne palentina. Pero en 2002 cambia la presidencia del Colegio de Médicos. Jesús Pérez Melendro, médico de familia, sustituye a Morchón y continúa las gestiones para la repatriación, en su doble condición de presidente del colectivo médico y vocal del patronato de la fundación.

Albano de Juan había conseguido datos valiosos sobre la ubicación de las tumbas del matrimonio. A través del Ateneo Español en México supo que los dos estaban enterrados por separado en el cementerio mexicano llamado Panteón Español, ella en el Cuartel 19, fosa 140, y él, que había fallecido el 12 de junio de 1961, en el Cuartel XII, fosa 140. Otro dato esencial en la investigación fue conocer el contacto de un catedrático de la Facultad de Veterinaria de León que gestionó la repatriación de los restos de Gordón Ordax, presidente del Gobierno español en el exilio, veterinario y leonés.

En la fundación, retoma las gestiones el profesor de Latín Isidro Prieto Hernández, que basa su actuación en dos premisas, marcadas ambas por el director del instituto: legalidad en todos los actos que se lleven a cabo y colaboración estrecha con la familia de Trinidad Arroyo. Febrero de 2009 es una fecha relevante en el proceso. Isidro Prieto se informa en el Consulado y en la embajada española en México. Le comunican que el método más seguro y rápido era gestionar la repatriación con una funeraria. Se puso en contacto con una, pero no hubo resultados. Luego llamó al Panteón Español, donde le piden un requisito fundamental: tener el titulo de propiedad de las dos tumbas, que no era el caso. Desde el cementerio mexicano, Isidro Prieto fue remitido al Hospital Español, Departamento Jurídico de la Sociedad de Beneficencia Española de México, donde el contacto se llamaba licenciado Gerardo Navarro. Éste comunica al profesor que sin el título de propiedad sería imposible la exhumación de los cuerpos y posterior repatriación. Para insistir en el objetivo, comunicando que Trinidad Arroyo y Manuel Márquez no tenían descendencia ni actuales herederos, Isidro Prieto envió escaneado cinco páginas del testamento de la oftalmóloga en el que declaraba heredero universal al instituto y promovía la fundación. Esta gestión fue eficaz, ya que aportó credibilidad a la intención de los responsables del instituto.

El licenciado Gerardo Navarro vio entonces una posibilidad clara y la propuso a sus interlocutores españoles. Al ser herederos del patrimonio de Trinidad Arroyo, Navarro les propuso la cesión de los títulos de posesión de las dos fosas a una persona en México para poder llevar a cabo los trámites. Esa persona era la esposa del encargado del Panteón Español, que además había cuidado las dos tumbas durante este tiempo. El director del instituto, después de consultar la legalidad de la cesión, cedió los derechos de los títulos de posesión a cambio de que todos los trámites de exhumación, incinerarión y documentación para sacar las cenizas de México fuese la correcta y, por supuesto, fuese legal.

En este momento aparece una familia vital en este proceso. Jordi Sendra y su esposa Rocío, españoles que residen en México, son familiares de una trabajadora de Caja España en León, Mercedes Martínez, con la que la fundación tiene contacto porque esta entidad de ahorro gestiona parte de los fondos de la fundación. Sendra acepta generosamente convertirse en representante de la fundación en México. Está presente en la exhumación de los restos, que tuvo lugar el 11 de agosto pasado, y en la incineración, y él mismo y su esposa los trajeron a España en dos urnas, aprovechando una escala de seis horas que hicieron en un viaje con destino a Dublín. Fue en esas horas del 25 de agosto cuando se entregaron a Isidro Prieto en el aeropuerto de Barajas, donde previamente habían quedado.

Albano de Juan e Isidro Prieto se muestran satisfechos de su trabajo. Para el médico palentino es un honor la contribución que ha tenido en la repatriación de los restos de Trinidad Arroyo y de su esposo. Para el profesor, después de tantos años de estas gestiones y como secretario de la fundación, Trinidad Arroyo es ya como de su familia, y por ello ha custudiado con mimo en su casa las cenizas del matrimonio, en un improvisado altar con una vela y una imagen de la Virgen.

Isidro Prieto no tiene más que agradecimientos para Mercedes Martínez y para la familia Sendra, por «su extraordinaria e impagable colaboración», así como para la familia Arroyo y el patronato de la Fundación, «ya que sin su decisión y apoyo la repatriación no hubiera sido posible».

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