
LAURA NEGRO
Lunes, 4 de octubre 2010, 12:15
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Maribeles Gordoncillo Caballero, de 67 años, vive desde hace 40 en Santander, pero siempre que tiene ocasión, vuelve a su pueblo natal, Torrelobatón, donde la esperan con impaciencia sus vecinos, a los que cura de todo tipo de dolencias musculares. Su «arte», como ella lo llama, es una tradición familiar.
-¿De dónde vienen sus conocimientos?
-Vienen de familia. Mi abuela y mi tía materna eran curanderas, lo aprendieron de sus antepasadas. A mí me gustaba mucho ver cómo trabajaba mi tía. Aprendí mirando a mi tía, luego leí algún libro de reflexoterapia y, después, practicando.
-¿Cuál ha sido su caso más complicado?
-He tenido varios, pero quizá el más complicado fue un chaval que tenía un brazo reimplantado por un accidente. Vino a mí por los dolores de cabeza y le pregunté por su brazo. Casi no tenía fuerza y prácticamente no lo movía. Después de tres meses tratándole, el brazo se recuperó mucho.
-¿Qué opina sobre la mala prensa de los curanderos?
-Yo no creo en los curanderos que dicen que por imposición de manos y cosas así pueden curar. Yo curo con mucho trabajo y esfuerzo, me lo trabajo mucho, a base de friegas y masajes.
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-¿Puede contarnos alguna anécdota a lo largo de su trayectoria?
-Algunos pacientes han venido a mí con muletas y han salido de mi casa andando
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