Fallece Félix Pons, presidente del Congreso en una década turbulenta

Félix Pons no era «la alegría de la huerta», reconocían sus compañeros socialistas -«no soy unas castañuelas», decía de sí mismo-, pero ejerció de «forma ejemplar» su tarea en la cámara, en palabras de Mariano Rajoy. En efecto, el político mallorquín fallecido ayer a los 67 años, serio y discreto, idóneo para esa magistratura, aunque, según su círculo de amigos, tenía un sentido del humor «muy británico».

Tuvo que lidiar con algunos de los peores escándalos que acosaron al Gobierno de Felipe González. En el hemiciclo que presidía Pons, se debatió, y de qué forma, sobre el 'caso Juan Guerra', las escuchas del Cesid, la fuga de Luis Roldán, el informe Crillón, Filesa, los GAL, los fondos reservados y algunos más. Fueron unos plenos tempestuosos, de difícil pilotaje, pero de los que nadie recuerda alguna intervención suya discutible o extemporánea. Se hizo socialista en 1975 y enseguida despuntó. Fue diputado en el Congreso desde las primeras elecciones en 1977. Repitió en 1979, 1986, 1989 y 1993. En 1982, el año triunfal del PSOE, hizo un paréntesis autonómico para ser consejero de Trabajo del Gobierno balear. En 1985, González se fijó en él para la cartera de Administración Territorial. Pero duró poco. El 15 de julio de 1986 fue elegido presidente del Congreso con el apoyo de todos los grupos, salvo IU. El 25 de marzo de 1996 presidió el hemiciclo por última vez y se fue. Sin ruido, en coherencia con su trayectoria.