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JORGE DE ARCO
Sábado, 22 de mayo 2010, 02:30
Este mes de mayo se cumple un año de la muerte de Antonio Vega (Madrid, 1957 - 2009), uno de los compositores más celebrados de la música pop española contemporánea. Su pegadizo conjunto de canciones -a las que él siempre llamó «poemas adaptados a la música»-, nació al hilo del emblemático Nacha Pop, el grupo que en 1978 formase con su primo Nacho García Vega, y que en 1980 lanzara su primer LP que ya contenía la balada 'Chica de ayer', considerada como un auténtico clásico en su género.
Pocos días antes de su muerte -como consecuencia de un cáncer pulmón-, la editorial Demipage preparaba el lanzamiento de '¿Y si pongo una palabra?', un volumen que recoge lo más significativo de su carrera y en el que mediante un sugerente formato de poemas-caligrama, puede adivinarse la cálida sencillez de su poder creador. Antonio Vega fue un letrista plural, de acendrados recursos, y la pausada lectura de estas sus canciones -sus poemas-, dan fe de su talento. Él, que rompió con Nacha Pop tras ocho años de muchos éxitos y pocas ventas, que continuó su carrera como solista y publicó cinco álbumes en solitario, supo siempre afrontar la música desde un territorio distinto, solidario e íntimo. Pero su carácter frágil y sus posteriores problemas con las drogas («No comprendo la velocidad del tiempo / Voy andando hacia ningún lugar»), le condujeron por caminos más sombríos, que tanto él como los suyos nunca hubieran deseado. Tal vez por ello anotase en su recordada 'Agua del río': «Noche oscura, guárdame del temor,/ que entre mares agua del río soy / . Agua helada, en otras aguas/ me quise encontrar./ Y allí quedé sentado junto al camino,/ mi vida turbia como el agua del río».
El pasado 9 de abril, y bajo el elocuente título de '¡Viva Antonio!', se reunió en Madrid una treintena de artistas para honrar su memoria. Cada uno de ellos -Miguel Ríos, Manolo García, Ketama, Enrique Morente, Quique González, Pau Donés...-, interpretó uno de sus antiguos e inolvidables temas, y al calor de su memoria se vivieron momentos emocionantes, sobre todo cuando su hermano Carlos puso voz a 'Lucha de gigantes': «Monstruo de papel,/ no sé contra quién voy,/ ¿o es que acaso hay alguien más aquí?». Aquí y allí, hubo un público entregado que tarareaba sus recuerdos y sus anhelos, sus fantasmas y sus caprichos, sus huidas y sus palabras, sus deseos, en suma, de haber seguido viviendo: «He salido de peores que ésta», confesó cuando tuvo que suspender un concierto programado en Almería, pocas semanas antes de fallecer.
Su temática anduvo siempre cerca del desamparo, de la nostalgia, de la turbación que conllevaba el paso del tiempo, de las constantes existenciales que embargaban su lacerado mundo interior: «Oculto tras el girasol,/ anida un sueño de impotencia./ Culpable y fiel al dolor». De ahí, que sus canciones tuvieran esos ecos líricos que han hecho reunir su trabajo en una colección de poesía, como ya ocurriera con artistas como Joaquín Sabina o Luis Eduardo Aute.
Este chico de ayer, con muchas esquinas rotas, pero devoto de su quehacer y valiente en su decir («Soy desde entonces viajero/ de los que nunca da un paso atrás»), creó un espléndida hilera de canciones que nos acompañan y acompañarán por mucho tiempo. Entre estas páginas melodiosas y amigas, podrá encontrar el lector lo mejor del repertorio musical y poético del compositor madrileño. Y con sus dedos, continuará tamborileando muchos de sus temas, cómplices y cercanos: «Un día cualquiera,/ no sabes qué hora es,/ te acuestas a mi lado sin saber por qué./ Las calles mojadas te han visto crecer/ y tú en tu corazón estás llorando otra vez».
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