Borrar
CARTAS_OPINION

El modelo británico

AGUSTÍN REMESAL

Domingo, 9 de mayo 2010, 03:53

En política y ante los tribunales, los británicos, acostumbrados a aprobar pocas leyes y a cumplirlas, recurren a la tradición y a la jurisprudencia cuando no disponen de mandamiento legal. Sin esa disciplina secular, los resultados electorales del pasado jueves provocarían un terremoto en otro país con poco entrenamiento para la democracia y establecer, sin otro auxilio institucional, quién debe gobernar cuando nadie gana el respaldo mayoritario de los electores. La clave de las urnas ha sido anómala en un sistema aferrado al bipartidismo y, a pesar de que esta vez la interpretación del resultado de los comicios es más compleja, los británicos solventaron ya antes ese trance.

En su vicio incontenible por jugar en las oficinas de apuestas con cualquier fenómeno que dependa del azar, sea humano o prodigioso, los británicos han alcanzado cotas de récord en estas elecciones: más de treinta millones de euros apostaron sobre la victoria de uno u otro partido, y los periódicos publican ahora decenas de páginas analizando las recetas políticas y las componendas posibles para formar coaliciones que permitirían la formación de gobierno. Hasta diez fórmulas distintas examina el diario 'The Guardian', el periódico que jaleó a los liberales para romper el ancestral bipartidismo.

A pesar de la notable diferencia en votos respecto a sus adversarios conservadores, el líder laborista, Gordon Brown, tiene el privilegio no escrito de tentar la formación de un gobierno, coaligado con los demócratas liberales. Se ha puesto en la retaguardia, por si le llega la hora, pero ese arreglo no sería más que un brindis al sol y la fórmula espuria para esconder su derrota: sólo podría alcanzar la mayoría en el Parlamento de Westminster sumando los escaños de un arco iris político que incluye nacionalistas galeses y escoceses, verdes e independientes de Belfast. A pesar de su aparente proximidad política, Nick Clegg, el brillante líder liberal eclipsado por las urnas, se niega a gobernar con el primer ministro Brown, efigie del laborismo desgastado por el frenesí de la crisis económica. Si decidiera enrocarse en su residencia de Downing Street, no conseguiría sino dar más razones para que arrecie el asalto de los cuatreros en la bolsa de valores.

La primera reacción del líder de la reconquista 'tory', David Cameron, ha sido fulminante: -Nuestros adversarios laboristas han perdido su derecho para formar gobierno y nos toca el turno. -Tomemos el tiempo necesario-, avisa el liberal Clegg, el único muñidor con escaños suficientes para conformar una coalición estable. Ambos comparten el objetivo de responder con eficacia a la crisis económica y a la deuda galopante, clamor de todos los británicos; pero ni aun tapando su nariz de euroescéptico profundo, podría soportar por mucho tiempo el conservador Cameron las veleidades de su socio a favor de Bruselas, el euro y el fortalecimiento político de Europa. Es ésa la única coalición que contaría con una mayoría parlamentaria, pero su debilidad radical serviría sólo para que los 'tories' repitieran la experiencia de hace 36 años: el primer ministro Edward Heath necesitó apenas ocho meses para demostrar la imposibilidad de gobernar con los liberales, convocar elecciones y alcanzar la añorada mayoría. Durante su campaña electoral, Cameron esgrimió ya ante el electorado el peligro de llegar a esa situación, y seguirá quizá la misma estrategia hasta alcanzar el mismo objetivo.

Los manuales de ciencia política establecen que el sistema electoral basado en circunscripciones uninominales afianza el bipartidismo. Recuerdo aún con nostalgia las lecciones magistrales del catedrático Fraga Iribarne, convertido en demócrata ferviente de regreso a Madrid desde su Embajada de Londres. Añoraba él ese sistema electoral firme y seguro, a pesar de sus vicios y perversiones, como la 'gerrymandering', el diseño manipulado de distritos electorales, en forma irregular de salamandra, que inventó hace dos siglos Elbridge Gerry, gobernador de Massachussets, para obtener el triunfo del candidato republicano.

Los británicos no renuncian a su bipartidismo ancestral ni siquiera cuando, en tiempo de crisis, se produce una tímida dispersión del voto. Sus dirigentes llevan décadas intentando reformar esa ley electoral de la salamandra, pero nadie se atreve a dar el paso porque temen dañar la fuerza del sistema basado en la 'democracia real y directa' y en el candidato que se bate por conseguir el escaño sólo ante sus propios electores, sin ligaduras partidistas. Por esa misma razón, a los británicos no les gustan los gobiernos de coalición y les repele el escenario de componendas entre partidos para alcanzar o repartir el poder. Esas alianzas han sido sólo fórmula transitoria para que uno de los dos grandes obtenga mayoría en elecciones anticipadas.

Cabe, en fin, aprender una lección más acerca del poder electoral de la televisión. La brillante ascensión del tercer hombre, el prometedor líder demócrata liberal, Nick Clegg, deja un sentimiento de decepción en quienes suponían que al fin en Gran Bretaña había prendido la fe europeísta. Su halo se apagó por el efecto perverso de la ley electoral; pero el fracaso del fulgente Clegg fue sólo un espejismo causado por los debates electorales televisivos. Ni siquiera la brillantez de candidato liberal y la eficacia de su mensaje lograron abolir una ley bien establecida por los expertos en análisis de opinión pública: la televisión nunca gana elecciones, aunque sí es capaz de provocar fracasos.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla El modelo británico

logo

Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.

Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.

logo

¡Bienvenido a ELNORTEDECASTILLA!

logo

Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en ELNORTEDECASTILLA.

Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso

logo

¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!

La compra se ha asociado al siguiente email