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Rebeca Adalia
Valladolid
Sábado, 30 de enero 2021, 00:04
Abreviado como TLP y también conocido como borderline, limítrofe o fronterizo, el trastorno límite de la personalidad es la conducta que le hacía pasar del blanco al negro en un suspiro a Pablo Sanz Amo. Este vallisoletano de más de cuarenta años heredó de su madre biológica este trastorno que le llevó al límite en más de una ocasión. Con apenas once años fue consciente de que algo le pasaba y años después conoció su diagnóstico.
Este tipo de trastorno de la personalidad afecta en España hasta un 2% de su población y solo entre el 40% y el 60% de los afectados acude a los servicios sanitarios. Por ello, para Pablo es tan importante dar visibilidad a una problemática que, de no ser tratada correctamente, puede desencadenar en consecuencias fatídicas. «Cuando tienes una depresión muy fuerte o un problema que no sabes conjugar haces una bola gigantesca que te incita al acto del suicidio», manifiesta.
La relación entre la Asociación El Puente Salud Mental, entidad incluida en la Red Incorpora de la Fundación La Caixa, y Pablo ha sido muy estrecha. La asociación ha sido el traductor que le ha ayudado a comprender que él era válido en este mundo, mientras que Pablo ha servido a otros beneficiarios impartiendo cursos de pintura y participando en la coral.
Pablo no es diferente a los demás, solamente tiene un organismo dispar. Su cuerpo no crea serotonina y por ello necesita una medicación que le aporte esa «hormona de la felicidad». «Entender que hay una salida y hay gente que te apoya es la clave para aprender a vivir con esta enfermedad. He aprendido a conjugar que siempre hay algo bueno en todo», explica. Ha trabajado muy duro para valorarse y sentirse útil, por eso asegura que todo el mundo puede superar este trastorno. «Querer es poder. Siempre hay una salida y gente dispuesta a ayudar», asevera con ansias de que este mensaje interrumpa los pensamientos de las personas que estén viviendo una situación similar.
Las claves para seguir adelante han sido el incondicional apoyo de su familia y la ayuda que la asociación El Puente Salud Mental le ha brindado para acceder al mercado laboral. Una puerta que nunca pensó que se abriría y que con su empeño ha conseguido derribar.
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