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La huerta de los Padres Carmelitas, un enclave de profunda espiritualidad y belleza natural, debía haber acogido anoche el emblemático vía crucis penitencial del Cristo de la Buena Muerte, uno de los actos más representativos de la Semana Santa segoviana, declarada de Interés Turístico Nacional. Sin embargo, las persistentes lluvias que marcaron la jornada obligaron a trasladar la celebración al interior de la iglesia del convento de San Juan de la Cruz, lo que privó a los fieles de la experiencia de recorrer las estaciones al aire libre en el místico entorno de la huerta.
Organizado por los padres carmelitas descalzos y la Junta de Cofradías, Hermandades y Feligresías de la Semana Santa de Segovia, este vía crucis, que acompaña la talla anónima del Cristo de la Buena Muerte, del siglo XVII, es un momento para el recogimiento y la reflexión. La imagen, de pequeñas dimensiones y habitualmente custodiada en la capilla del cementerio del Santo Ángel de la Guarda, es portada en andas e iluminada por velas, en medio de una atmósfera de solemnidad y devoción. La huerta, labrada en su día por san Juan de la Cruz, fundador del convento en 1568, acoge durante toda la cuaresma las catorce estaciones del vía crucis, que serpentean por la ladera con el Alcázar como imponente telón de fondo. Este escenario convierte el recorrido en una experiencia única, donde el silencio, roto solo por rezos y cánticos, invita a la contemplación.
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La lluvia, sin embargo, alteró los planes. Desde primeras horas de la tarde, las inclemencias meteorológicas, con un nivel amarillo por tormentas según la Aemet, condicionaron los actos. Pese a la tarde fría y desapacible, la iglesia de los Carmelitas se llenó de fieles que, con velas en mano, acompañaron al Cristo de la Buena Muerte en un recorrido adaptado al interior del templo. La solemnidad no se vio mermada, y los asistentes, guiados por los cánticos y las oraciones, participaron con gran devoción en las catorce estaciones, marcadas en el interior para mantener la esencia del rito.
Verdaramente, hasta el mismo momento del comienzo, las ocho y media de la tarde, no se decidió organizar el vía crucis en la iglesia, pues parecía que escampaba. Pero se impuso la prudencia.
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