El Cristo de la Buena Muerte recuerda a las víctimas de la pandemia
Durante la procesión entre el convento de San José y de los Padres Carmelitas se pidió por los colectivos de la sociedad que más han sufrido
Tras las primeras procesiones durante el Viernes de Dolores, ayer fue el turno del Cristo de la Buena Muerte, una procesión austera e intimista que se inicia en el convento de San José y que concluye en el convento de los Carmelitas Descalzos. Del siglo XVII y de autor anónimo, la talla descansa durante el resto del año en la capilla del cementerio de Segovia y es portada a hombros durante la procesión, con el acompañamiento de tambores y carraca.
La de ayer fue la primera vez que salió en procesión tras dos años de ausencia por culpa de la pandemia. Por eso, los textos leídos durante la procesión quisieron recordar a las víctimas de la covid-19. En primer lugar, en la misma puerta del convento de San José, ya se ofreció la procesión a todas las personas que han sufrido en la pandemia, sin olvidar a las que sufren en la actualidad por culpa de la invasión rusa de Ucrania.
Fue en la esquina con la calle Velarde donde se tuvo el recuerdo específico para todos los difuntos por culpa de la enfermedad. Ante la placa de la Virgen de la Fuencisla, también en la calle Velarde, se recordó al personal sanitario y se reconoció sus desvelos por atender a los miles de enfermos que dejó el virus. En la cuarta parada, en el Arco de la Claustra, el recuerdo fue para las personas mayores, «quienes más duramente han sufrido las consecuencias del coronavirus». Frente al Alcázar se pidió por las Fuerzas Armadas y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; en la roca de San Juan de la Cruz se evocó la soledad «de tantas personas que han tenido que vivir la pandemia en aislamiento»; en el arco de Santiago se recordó a los docentes; en el puente de San Marcos a las personas que padecen enfermedad mental; ante el Cristo de San Marcos, las colas del hambre y las empresas y negocios cerrados por culpa de la pandemia; ante la Fuencisla, «a las personas humildes cuya aportación ha sido fundamental»; y, por último, en los Padres Carmelitas, se pidió por todo el pueblo cristiano.
