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Elena, Álvaro y el pequeño Martín. Antonio de Torre
Coronavirus Segovia: Vivir confinado con un recién nacido

Vivir confinado con un recién nacido en Segovia

Un matrimonio se enfrenta al desafío de ser padres primerizos bajo un estado de alarma que les pone en guardia y dispara su preocupación

laura lópez

Segovia

Lunes, 23 de marzo 2020

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Martín tiene dos meses y diez días y disfruta del aislamiento al que se ha visto abocado todo el país como una especie de fiesta, en la puede recibir toda la atención de sus padres, que siempre están en casa, y no extraña salir a la calle, un escenario que apenas conoce.

El pasado nueve de enero, Elena y Álvaro trajeron a su hijo a un mundo muy diferente al que ahora todos enfrentan. La crisis sanitaria a raíz de la pandemia del coronavirus ha hecho temblar un poco más su ya desafiante aventura de ser padres primerizos. De momento, no tendrán la ayuda de los abuelos ni la visita de los familiares. Tampoco podrán salir a pasear con él para que conozca el exterior, algo siempre recomendable para un bebé. Todo ello tendrá que esperar, y no es lo más urgente.

El mayor desafío para la pareja ahora es la lidiar con una nueva carga emocional que se abre paso de forma fulminante en medio de todo este embrollo. Ambos, por separado, lo describen con la misma frase: «Si tiene que pasar algo, que me pase a mí».

La familia vive en Palazuelos de Eresma, de donde es natural Álvaro, y hasta ahora viajaba cada quince días hasta Plasencia (Cáceres) para visitar a la familia de ella, pero ahora las distancias se han redimensionado y se siente igual de lejos a los abuelos que están a 200 kilómetros que los que viven en la misma localidad: Tanto unos como otros tendrán que conformarse con ver a su nieto por una pantalla. «Lo llevan un poco regular», reconoce Elena.

Tanto ella como su marido siempre extremaron las precauciones en su recién estrenado papel de padres, aunque «sin volvernos locos». Desde la semana pasada que Álvaro fue a Madrid y conoció la situación, decidieron restringir las visitas a Martín, una medida que se vio reforzada con la declaración del estado de alarma en todo el país el pasado sábado.

Álvaro y Elena juegan con su pequeño.
Álvaro y Elena juegan con su pequeño. A. de Torre

A partir de entonces, el matrimonio solo sale de casa por turnos para comprar el pan cada dos días y van al supermercado una vez a la semana. Elena comenta que es consciente de que este virus no supone un grave riesgo para los niños, pero la segunda mayor causa de desasosiego para ella sería tener que separarse del bebé: «No me arriesgo a nada», sentencia. Por ello, la familia ha diseñado su propia rutina para superar la crisis de la mejor forma posible: juntos. A pesar de que ninguno trabaja por estar de baja, se levantan temprano y se arreglan cada día como si fueran a salir «para no estar todo el día el pijama». Ahora, su mayor deber no es otro que jugar con Martín durante, al menos, toda la mañana, cuando este se muestra mucho más activo.

Después de preparar la comida y almorzar, no perdonan la siesta y aprovechan la parte de la tarde para hacer un poco de ejercicio, a través de unos vídeos en YouTube que convierten el salón de su casa en un aula de pilates por una hora. Un poco de Netflix, la cena y a dormir.

A esta rutina que envuelve al bebé como si de un escudo se tratase, Martín responde sin decepcionar con sus funciones propias de recién nacido: dar trabajo a sus padres. «Gracias al bebe, no te aburres», comenta Elena, aunque asegura que el pequeño es «muy bueno».

Por su parte, Álvaro reconoce que la crisis del coronavirus, que ha dejado ya más de 28.000 personas contagiadas y 1.700 fallecidos en España, les mantiene muy preocupados, pero también ha servido para romper ciertos esquemas y comenzar a valorar cosas que antes daban por descontado: «Hemos recuperado el hábito de llamar por teléfono; enviamos menos mensajes y llamamos más, porque necesitamos comunicación», narra Álvaro.

El padre es el que más sale de casa para hacer las compras básicas, pero tampoco consigue disfrutar de estos pequeños paseos: «Vas andando por la calle y, si te cruzas con alguien, te cambias de acera; es como si no estuvieras a gusto, hay mucha tensión». Será él quien tenga que reincorporarse primero a su puesto de funcionario en el Ayuntamiento el próximo 6 de abril, mientras que las clases de canto que imparte Elena todavía tendrán que esperar un poco más. A partir de entonces, él tendrá que extremar las medidas de higiene y seguridad en su trabajo y ella seguirá encargándose de hacer esta vivencia lo más llevadera posible para el hogar, en unas circunstancias percibidas con extrañeza por casi todo el mundo, pero no por Martín, para quien esta es prácticamente la única realidad que conoce: «Cuando sea mayor, se lo contaremos y flipará», asegura Elena, entre risas.

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