Los vencejos del Torreón de Lozoya estrenan casa
Las aves más segovianas ya han ocupado este año los nuevos nidos habilitados tras la restauración de las cubiertas del edificio
En el casco histórico de Segovia, el Torreón de Lozoya se alza como emblema del patrimonio arquitectónico de la ciudad, pero también como refugio para la biodiversidad urbana. El emblemático edificio, sede de la Fundación Torreón de Lozoya, ha sido objeto de una intervención ejemplar que ha permitido el regreso del vencejo común (Apus apus) a sus tejados, lo que redunda en la consolidación de un modelo de coexistencia entre la conservación del patrimonio histórico y la protección de la fauna.
Todo empezó con las obras de restauración de la cubierta del Torreón, que concluyeron hace algo más de un año bajo el auspicio de la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. Los trabajos perseguían preservar la integridad arquitectónica de un inmueble catalogado en el Plan Especial de Áreas Históricas (PEAHIS), pero los promotores también asumieron el compromiso de proteger y fomentar la biodiversidad urbana que históricamente había albergado, requisito obligatorio, por otra parte, en cualquier obra en edificios históricos que puedan acoger especies protegidas. Para ello, la Fundación Torreón de Lozoya y el estudio de arquitectura Trazados, encargado de la obra, recurrieron al Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa).
«Lo primero que hicimos fue el estudio de biodiversidad previo a la rehabilitación. Era noviembre de 2023 y estábamos fuera del periodo reproductivo de especies migratorias como el vencejo común, por lo que no pudimos detectar su presencia en ese momento. Adoptamos, pues, medidas para un conjunto de especies que consideramos potencialmente aptas para nidificar en el edificio», explica Carlos Cuéllar, miembro de Grefa y coordinador del proyecto de biodiversidad urbana. Entre esas especies se priorizaron el vencejo común y el cernícalo primilla (Falco naumanni), dos aves propias de entornos urbanos como el de Segovia, cuyos requerimientos de nidificación podían beneficiar a otras especies, como el gorrión común (Passer domesticus), el gorrión chillón (Petronia petronia), el murciélago enano (Pipistrellus pipistrellus) o incluso la grajilla (Corvus monedula).
El estudio previo no identificó una población significativa de aves en el Torreón debido a la época del año, pero una segunda inspección, realizada desde los andamios durante las obras, finalmente iniciadas en abril de 2024, permitió a Cuéllar examinar minuciosamente el tejado. «Encontramos apenas cinco huecos con un tamaño adecuado para especies pequeñas, pero decidimos ir más allá, porque sumar es ganar: si puedes tener diez vencejos, mejor que cinco; y si puedes tener trece, mejor que diez. Aprovechamos, pues, los elementos arquitectónicos de la cubierta, esos cordones de teja a cobija que refuerzan el típico tejado a canal a la segoviana, para instalar en ellos más oquedades. En total, se habilitaron trece agujeros: diez diseñados para especies de pequeño tamaño, como el vencejo común, y tres de mayor dimensión, pensadas para el cernícalo primilla», explica el experto.
La intervención, que también tuvo en cuenta la presencia de salamanquesas comunes (Tarentola mauritanica), fue posible gracias a la coordinación entre la Fundación Torreón de Lozoya, el aparejador Jorge de Andrés, la constructora y la propia Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. «La empatía y el compromiso con la preservación del patrimonio natural fueron cruciales».
Los nuevos nidos estuvieron disponibles por primera vez en la primavera de 2024, pero las obras seguían en marcha y la presencia de andamios y trabajadores podía disuadir a las aves. De manera que ha sido durante la primavera y el verano de 2025 cuando el proyecto ha empezado a dar sus frutos, ya sin interferencias externas. Carlos Cuéllar ha constatado la ocupación de al menos siete de los trece huecos, todos ellos por vencejos comunes. «Otros huecos no son fáciles de observar por el ángulo, así que no descartamos que la ocupación haya podido ser mayor». Las imágenes captadas por el experto muestran a estas aves en pleno vuelo, saliendo de los nidos o ejecutando su característica maniobra de frenada al aproximarse a las oquedades.
El vencejo común, ave insectívora que pasa la mayor parte de su vida en el aire, es clave para el equilibrio ecológico urbano en Segovia. Su capacidad para consumir unos 55 kilos de insectos al año -equivalente a miles de moscas, mosquitos y otros insectos voladores- lo convierte en un aliado natural contra las plagas. «Se alimentan de aeroplancton, desde coleópteros barrenadores de madera hasta lepidópteros que dañan cultivos o dípteros transmisores de enfermedades», señala Cuéllar. Esta función ecosistémica beneficia al entorno urbano y contribuye al bienestar de la ciudadanía.
También en San Esteban
La experiencia del Torreón no es un caso aislado. En paralelo, Grefa ha intervenido con medidas similares aprovechando la restauración de las cubiertas de la iglesia de San Esteban. Las obras, ejecutadas entre finales de 2023 y el verano de 2024, incluyeron la creación de 73 oquedades bajo teja, de diferentes tamaños para vencejos y cernícalos primilla, además de diez agujeros en tabiquillas de madera para murciélagos y salamanquesas, y cinco nidos artificiales de cemento-madera para aviones comunes (Delichon urbicum). «Estimamos una ocupación del 30% de las oquedades por parte de los vencejos comunes, porcentaje muy prometedor para una especie colonial cuya población puede crecer con el tiempo», apunta el técnico de Grefa.
La habilitación de estos nidos es crucial para la subsistencia de las especies. Sobre los vencejos y otras aves urbanas se ciernen múltiples amenazas. La principal es, precisamente, la pérdida de hábitat que conlleva la rehabilitación de edificios supresora de las oquedades naturales donde las aves anidan. Otros peligros son la contaminación ambiental, la escasez de fuentes de agua, la reducción de zonas verdes o el uso de químicos como insecticidas, rodenticidas anticoagulantes y herbicidas. «Son productos que afectan a los insectos, pero también a sus depredadores naturales», advierte Carlos Cuéllar.
Los ejemplos del Torreón de Lozoya y de la iglesia de San Esteban demuestran la posibilidad de integrar la conservación de la biodiversidad en proyectos de rehabilitación. La Fundación Torreón de Lozoya ha ido un paso más allá al instalar un panel informativo en el edificio que sensibiliza a los visitantes sobre la importancia de estas especies. A su vez, Grefa trabaja en otros proyectos en la iglesia de la Vera Cruz, el palacio de los Condes de Alpuente y un edificio de la calle Cabritería. «La administración pública debe apostar por soluciones que favorezcan la nidificación en nuevas construcciones, sean públicas o privadas», reclama el experto.
Los vencejos, guardianes de ese equilibrio biológico, han encontrado en Segovia un hogar renovado. Patrimonio y naturaleza pueden caminar de la mano.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión