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El San Cristóbal ha hecho los deberes con antelación y ha asegurado su segunda permanencia en Segunda División B con seis jornadas de margen. Un premio colectivo de todo el club, desde las 12 fichas del primer equipo a las ayudas del juvenil, que juega en División de Honor, y del equipo sénior, de Provincial. Su técnico, Diego Gacimartín, ha contado con 37 jugadores en los entrenamientos y ha dado minutos en competición a 20. Por necesidad –lesiones de jugadores importantes como Alvarito– y por cultura de club. Porque en la categoría de bronce es el único que no da contraprestación a los jugadores, así que su compromiso, si cabe, tiene más mérito. Un pueblo volcado.
La salvación del San Cristóbal se certificó en La Lastrilla, el acomodo alternativo por las goteras de su pabellón para su partido con el Juventud del Círculo, que llegaba como cuarto por la cola –el último que desciende– con 18 puntos, por los 37 que tienen ya los segovianos tras su triunfo por 5-3 que le aúpa al noveno puesto: un margen de 19 con solo 18 por jugar. «En un grupo tan difícil, es para estar contentos. Pone en valor el trabajo del equipo en un año con muchas dificultades. Asentando las bases para el futuro», subraya el técnico.
Un equipo que empezó sumando pronto. «Siempre hemos estado en una zona medio-alta, manteníamos una pequeña distancia. Es verdad que teníamos todo un poco encarrillado, pero en el deporte todo puede pasar, íbamos con pies de plomo». No estuvo lejos de agarrarse al tren cabecero tras ganar cuatro partidos seguidos al inicio de la segunda vuelta. «Ha sido la clave para mantener la categoría, contra equipos más poderosos que nosotros como el Benavente [líder] o Albense [cuarto]. Y los partidos que teníamos contra rivales directos los conseguimos sacar». Pero no llegó el quinto, ante Xove, el equipo que marca el siguiente nivel, sexto con seis puntos más. «Nos queda esa espinita, pero no es nuestro objetivo».
Gacimartín pone en valor la adaptación de un año para otro, desde su llegada como entrenador a cambios en la plantilla. «Había incertidumbre por lo que podía pasar, pero lo hemos salvado. Ahora tenemos que seguir entrenando igual e intentar dejar al San Cristóbal lo más arriba posible». Destaca la actuación en La Lastrilla, un pabellón en el que nunca habían siquiera entrenado, pese a que los burgaleses se adelantaron en el marcador, un ejemplo de cómo se han adaptado a las circunstancias, como las salidas de Chavi y Raúl, por motivos personales, que redujeron una plantilla corta, de 12 jugadores, y un panorama en el que tenía que medir cuántas veces convocaba a cada jugador del filial para no superar el cupo. «Vas utilizando jugadores de todos. La lesión de Alvarito, desde noviembre, nos ha hecho polvo porque tiene mucho peso, no solo en el juego, sino en el vestuario».
Los horarios han sido otro factor exigente para un grupo con tres sesiones semanales: dos en el pueblo y una tercera en el Pedro Delgado de Segovia que acaba a las 11 de la noche. «No se cobra, es todo amateur, y la exigencia que ha puesto el cuerpo técnico es la que yo he vivido siempre. Intento sacar el máximo del jugador porque la competición te lo va a exigir». Desde sus dos temporadas en Primera con el extinto Segovia Futsal a su temporada pasada con el juvenil de San Cristóbal.
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Otra clave es la coordinación entre el primer equipo y el resto. «Eso ha permitido que muchísimos jugadores suban con nosotros». Hasta algún cadete. Más allá de los 12 con ficha, han jugado otros ocho. «No vas pensando en el largo plazo, pero durante el año les vas formando para que te puedan echar una mano y ves si tienen posibilidades de estar en Segunda B o no. Hay muy buena predisposición por abajo».
El San Cristóbal ha demostrado maneras para competir con los de arriba, pero no regularidad y contundencia. «Son las dos palabras que nos han definido. Cuando hemos sido contundentes defensivamente, hemos tenido opciones. Tras partidos en casa en los que encajaron mucho, el rearme atrás asentó las bases. El ataque ya es otra cosa. «Generábamos ocasiones, pero el gol se paga. Es un topicazo, pero es así».
Porque el siguiente paso, competir por los cuatro primeros para jugar Copa del Rey y la fase de ascenso a Segunda, exige presupuesto. «Es la espada de Damocles que tenemos todos. ¿Hasta dónde se puede llegar económicamente? Cuanto más presupuesto es más probable que tengas más rendimiento, es estadística pura». Y es el único equipo que no da ningún tipo de contraprestación. «Todos los jugadores de este grupo cobran al menos en los desplazamientos. Para nosotros es un hándicap que habla bien de los chicos que están. Y el club está trabajando para que en un futuro pueda ser, asentar lo que tienes, que no se vayan fuera. Pero nosotros lucharemos con los recursos que tengamos».
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